Capitulo 11. 3/3

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La mesera trajo las cervezas, pero el único que pareció darse cuenta de eso era James; los demás permanecían en silencio, él agarró la una de las botellas de cerveza y la llevo hasta su boca, antes de tomar le escucho decir:

― No, para nada. ―su voz sonaba con burla, destilaba ironía― Todo esto es completamente h-i-p-o-t-e-t-i-c-o ¿Cierto chicos? ¿Ustedes que creen? ―dicho esto, pego la boquilla de la cerveza y bebió.

―Creo que hay demasiada tensión sexual. ―soltó Sara, James escupió un poco de su cerveza y miró a la chica como si quisiera estrangularla.

Puede que no te caiga bien, pero su mirada de querer estrangular a Sara era de caricatura, no como la de tu padre, que va por la calle estrangulando mujeres, miento, el nada más estrangula a su hija. Sacudió la cabeza para espantar a la voz. Después de eso nadie hablo, pasaron unos quince minutos hasta que ella se decidiera por romper el silencio.

Todo permaneció en silencio.

―Quería preguntarles si querían acompañarme a comprar ropa dentro de unos días- dijo dirigiendo la mirada hacia las chicas. Ambas le miraron, los ojos de April brillaron con entusiasmo, no era muy fanática de las compras, pero a ella siempre le habían hecho feliz, así que era un buena forma de pasar el rato juntas, mientras que Sara parecía sorprendida.

―  ¿Quieres que te acompañemos a ir de compras? ―le pregunto Sara, ella parecía dudar que la invitación iba dirigida para ambas. Ella asintió.

―Oh bueno, ya que, igual también tengo que comprar ropa nueva, iré con ustedes. ―dijo Sara.

―Solo tengo una condición, Alex ¿Me dejaras escogerte dos prendas rosa al menos? ―le decía April con un puchero, por el que seguro Sam caminaría sobre fuego.

―Una prenda fucsia y una de otro color claro. ―regateó.

―Cambio la de color claro por una falda.

―No. ―dijo secamente. Las faldas quedaban descartadas para ella, hace muchos años que sus piernas habían estado limpias de cicatrices.

―Oh, vamos Alex, una falda short.

―No.

―Una prenda fucsia y una rosa. ―no le gustaba la idea, pero sabía que debía ceder, le había negado dos tipos de falda y un conjunto.

―Trato, voy a arrepentirme de esto más tarde, pero no importa.

―Siiii- chillo mientras aplaudía.

Después de eso, charlaron de cosas cotidianas, la universidad, padres y demás, Sara estudiaba psicología, James y Sam, electrónica. En todo ese tiempo James solo la había mirado, pero no había dicho ni una sola palabra, parecía estar pensando algo con detalle, parecía absorto, su cuerpo estaba aquí, pero su mente no, ella quería que él dejara de estudiarla, se sentía incómoda, vulnerable, seguramente así debían sentirse los insectos en el microscopio, ella no podía evitar devolverle la mirada cada cierto tiempo, tratando de incomodarlo, buscando que así él dejara de mirarla, pero no funcionaba, y siempre que alzaba la mirada y se encontraba con la suya, era ella la que se sentía incomoda.

―Chicos, deberíamos irnos, mañana es día de clases. ―hablo James al rato, mientras les mostraba su muñeca con un reloj que indicaba que ya eran prácticamente las once de la noche.

―Eres un aguafiestas. ―le reprendió Sara.

―Pues soy el aguafiestas que tiene auto. ―dijo con una sonrisa pedante.

―Deberías venirte de una vez con nosotros Alex. ―Sara la miraba esperando su respuesta.

―Tengo como llegar en realidad, así que pueden irse sin mí, además tengo que ir a comprar algo en el supermercado de veinticuatro horas.

― ¿No crees que sea un poco tarde? ―le preguntó Sam, hasta él pensaba que era un poco tarde para que una mujer estuviera solo por ahí, sobre todo una chica tan joven como ella, ¿Cuántos años tendría? Sus acciones y palabras no correspondían con su aspecto, puede que la chica fuera una embustera, pero le preocupaba un poco que estuviera sola. Ella les aseguró que estaría bien, se despidió de todos y se fue

―Estaré bien. ―le aseguró― ¿Nos vemos mañana en el almuerzo?

―Claro. ―le dijo Sara, y con eso despidió de todos, de todos menos del idiota de James.

Tras verlos salir a todos en el auto de James, un hermoso auto de color vino tinto que debería estar en una exhibición, no siendo utilizado por el imbécil mira pechos; monto su motocicleta y se fue al supermercado, no necesitaba nada de allí, solo no quería irse a dormir aún.

Siempre retrasando lo inevitable.

Pero ya que estaba aquí, compraría comida para la semana, café en cantidades industriales y dulces, muchos dulces.

Llegó al apartamento a las 12:10, Sara ya estaba dormida profundamente, se veía cansada, y se había acostado tarde, merecía dormir tranquilamente, merecía una compañera de habitación completamente normal, podía evitar el sueño por unos días, pero tarde o temprano su cuerpo se cansaría, y sucumbiría ante el cansancio, el demonio de sus sueños parecía ser astuto, entre más horas pasara sin dormir, peores eran los sueños, como si le castigara por evitar sus encuentros quedándose despierta, ella registraba sus pesadillas en un pequeño cuaderno que tenía en la portada a la Mona Lisa, antes sus sueños no eran tan horribles, no eran tan reales ni tan duraderos como los de ahora, antes eran solo malos sueños, ahora, eran sus torturadores.

Cuanto hubiera deseado poder contarle a alguien acerca de ellos, ese deseo había crecido con los años a medida que sus noches empeoraban, una vez estuvo tan cerca de contarle a April la verdad, (era por eso que tenía el diario, hacia más leve el impulso de decirle la verdad a su amiga) por suerte se detuvo, pensó, y entonces se dio cuenta de que eso sería egoísta, y ella no quería ser una persona egoísta, los demonios que la cazaban por la noche, no perturbarían su día, su amiga no se merecía escuchar eso, al igual que su compañera no se merecía que su sueño fuera interrumpido solo porque ella no pudiera mantener a sus demonios en la caja. 

No, ella se merecía algo mejor, puede que no conociera muy bien a Sara, pero le agradaba, ninguna de sus dos amigas se merecían eso, decidió salir a la cocina, se preparo casi un litro de café y se quedo despierta viendo videos chistosos en internet, esta noche no dormiría, le respetaría el sueño a su compañera al menos por una noche, mañana vería que hacer, tal vez un hotel, claro que solo podría hacerlo por unas noches, solo por unas noches, mientras se le ocurría algo. Las horas pasaron, y antes de que se diera cuenta, ya había amanecido, guardo la computadora y se levantó con cuidado, tanto café siempre le daba taquicardia, se mareaba con facilidad, le dolían los ojos y la cabeza, no soportaba el dolor, pero al ver la cara descansada de Sara por la mañana, se dio cuenta de que había valido la pena.


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Cicatrices en el Alma [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora