Capítulo 11

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No puedo decirles cuanto tiempo pasó exactamente, tampoco puedo describir todo el mar de sensaciones que me trajo su contacto.

Cuando nos separamos mi respiración estaba agitada, me animé a mirarle a los ojos y había un brillo extraño en sus ojos, un escalofrío me recorrió cuando apartó un mechón de cabello que me tapaba los ojos.

—¿Qué...?—ni siquiera pude terminar de formular la pregunta ya que ni yo misma entendía que era lo que quería saber.

Me calló con un beso casto en los labios y puso su chaqueta de nuevo sobre mi.

—Necesito que te vayas a casa ya.—casi susurra cerca de mi boca.—No puedo explicarte nada más, sólo...—acaricia mi mejilla de nuevo, pero yo desvió la mirada evitando su contacto.

—No seas necia.—toma mi rostro con su mano para que le mire.—Prometo recompensarte.—una sonrisa me asalta ante sus palabras, mis manos viajan a la altura de su cuello y las erredo en las hebras despeinadas de su cabello que ahora se veía más oscuro de lo que en realidad era, antes de que pueda volver a hablar soy yo quien lo besa.

—Sabes a caramelo—dice entre mis labios y sonrió para volver a besarlo.

Unos instantes después se aparta de mi y la decepción ataca de nuevo pero me las arregló para mantener las emociones a raya.

Desvía la mirada en dirección a la calle y de nuevo una emoción desconocida invade su facciones.

Sin decir otra cosa reanudo mi caminar hacia mi auto, cuando estoy apunto de llegar alguien -- él -- me toma de la mano y me hace quedar frente a él.
—Voy a llamarte y si aún quieres salir podemos ir por un café o lo que tu quieras.—sonrió ante sus palabras y asiento, me veo obligada a soltarme de su agarre y él me deja ir sin poner resistencia.

Aunque de nuevo me alcanza y planta un beso en mis labios, sin más subo a mi auto y lo pongo en marcha segundos después.

Todo el bendito camino lo hice con la sonrisa de estúpida más estúpida de la tierra, la sensación en mi pecho no me había abandonado y cada que me ponía a recordar lo que paso sentía un hormigueo en la boca del estómago.

En un semáforo en rojo el sonido de mi celular retumbó en la cavidad de mi auto, me tomo un par de segundos tomarlo entre mis manos y descolgar sin siquiera poner atención a el nombre que se iluminaba en la pantalla.

—¿Aló?—mi voz salió un poco más cansasa de lo que me imagine.

—¿Vas a venir?—la voz aguda de mi mejor amiga retumbo en mi cabeza unos instantes mientras procesaba su pregunta, no habíamos hablado mucho desde el día que me dejo en el instituto.

—¿De qué demonios hablas?—ella soltó un bufido y por un momento me la había imaginado hacer una mueca de esas que tanto hacia y a mi me causaban mucha gracia.

—Los chicos y yo estamos en el bar que habíamos quedado para celebrar los 18 de Kendra.—de golpe los recuerdos me invadieron la mente, hacia más o menos un mes había quedado de asistir a la fiesta de Kendra, una chica de las más conocidas de la preparatoria.

—No creo poder ir, Lara, yo no...—los claxon de los autos detrás del mío me impedieron concluir mi respuesta -- excusa-- porque bien, si hubiera querido ir pude desviarme del camino e ir a ese bar tan conocido en los Ángeles donde quedamos, pero, para serles sincera no quería salir, sólo quería tomar una ducha para  después echarme a dormir.

Puse el celular en alta voz y escuche como Lara parecía discutir con alguien, segundos después se alejo de la músico tomo aire y se dispuso a hablar de nuevo.

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