No tenía idea de como pensar en ese instante, en el silencio de mi habitación solo podían escucharse nuestras respiraciones agitadas, el latir desbocado de mi corazón y las gotas de lluvia que comenzaban a hacer impacto contra el cristal de mi balcón, nada me ayudaba a escuchar a mi cabeza.
—¿Qué quieres?—mi pregunta no pareció tomarlo sorpresa, ya que había sonreído.
—Ahora mismo, solo quiero estar aquí—me había removido en mi puesto tratando de salir de su alcance—Sé que tú también lo quieres, podrías hacer esto más fácil para ambos—con toda la fuerza que pude alcanzar lo empuje lejos de mi, fue sencillo a decir verdad, el que estuviera ebrio me ayudó bastante.
—Yo no soy un juguete, no puedes usarme y botarme cada que te venga en gana, no vas a darme una muestra de cariño para después mandarme a la mierda y yo me sienta como una estúpida por querer volver a ti, no te lo voy a permitir más, ya no—me miraba con evidente sorpresa, la rabia corría por mis venas así que no importaba.
—No soy tu puto premio de consolación Dylan, que te quedé claro—respiraba hondo—Lárgate y ahora de verdad mantén tu palabra, aléjate de mi, cumple lo que un día me prometiste.
Se llevó las manos al rostro con frustración, golpeo la pared, retrocedí unos pasos por si las dudas.
—¡¿Qué quieres maldita sea?! ¡Dime que quieres! —ni aún su voz subida de tono lograba ponerme nerviosa, me estaba acostumbrando tanto a su temperamento que ya casi nada podía espantarme.
—Dijiste que te estás enamorando de mi...—las palabras dichas por mi me asustaban, porque en mi cabeza solo podían ser una idea, algo irreal, pero dichas... las convertían en verdad, verdad que extrañamente no creía.
—No voy a dejarla, Madisson...—mis ojos se envontraron con los de él, mi expresión se había vuelto dura—No puedo hacerlo—era todo lo que necesitaba escuchar.
—No veo sentido que estés aquí y que me hayas dicho todo eso, no entiendo, no me entiendes, lo mejor es que te vayas—caminó hacía mi y retrocedí a su vez.
—Yo...—le calle haciendo un movimiento desdeñoso con la mano.
—Ya sé cual es el problema—reí, me miraba con atención—¿Qué va a decir el mundo si se entera de que los hermanos Morgan se enamoraron?—reía de nuevo sin humor—¿Qué va a pasar con el brillante futuro que papá ya vio para ti? Todo se irá a la mierda junto con nosotros, no voy a irme a la mierda Dylan—tomó mi mano pero me aparte—No por ti... y tú no por mi.
Sus ojos se clavaron en los míos y miles de sensaciones me invadían, el corazón me latía tan rápido que temía que fuera a salirse de mi pecho, me sentía tonta y desequilibrada, sus ojos eran el infierno, su ojos eran el mismo cielo.
—¿Siempre te ha gustado lo prohibido?, ¿es por eso que no me dejas?—negó varias veces.
—No es que me gusten las cosas prohibidas, si no que me encanta demostrarle al mundo que a mi nadie me prohíbe nada—reí sin humor.
—Así que soy una especie de reto, quieres demostrarte que nada es imposible, o no para ti—volvió a negar, volvió a tomar mi mano y mis esfuerzos de apartarme fueron en vano, se acercó más a mi hasta que nuestros pechos chocaron.
—No voy a decirte que es amor, No sé que es el amor pero... no dejes de mirarme así—podía escuchar mi corazón y la alarma en mi cabeza.
—Dime... ¿qué hago Dylan? ¿Crees que es agradable para mi verte con ella? Veo como tomas su mano, como se besan, como te mira y no puedo sentir más que asco... asco y una bola tremenda de envidia, de celos, soy una estúpida porque en primer lugar—desvíe la mirada—Jamás debí poner mis ojos en ti—negué y me encongí de hombros—No voy a decirte que me arrepiento porque no es así, hay diferencias entre los que debió de haber sido y no fue.
—Quédate conmigo—hice de todo mi valor para poder mirarlo de nuevo a los ojos.
—Acepto esta estúpida cosa, acepto este lazo que no puede llamarse unión—asentí con miedo corriendo en mi cuerpo—Acepto que me quieras y aceptó que te quiero—sin previo aviso sus labios se pagaron a los míos.
No tardé mucho en responder su caricia, lo quería, siempre fue así.
(...)
Mis ojos se abrieron lentamente, parpadeo unas cuantas veces, después me frote el rostro con la mano que tenía libre, quisé moverme pero algo me lo impedía, un agarre fuerte en mi cadera no dejaba que me moviera, entonces, recuerdo como la realidad me golpeo, fue como un cubo de agua fría callendo en mi espalda.
Sus manos estaban ancladas en mi vientre, su pecho pegado a mi espalda. Jamás había dormido con un hombre, o bueno, no sin hacer nada que no fuera eso, solamente dormir.
Me giré como pude hasta quedar frente a él, su rostro reflejaba tanta paz que me era contagiosa, sus facciones duras se suabisaban, sus pestañas hacían sobra en sus pómulos de lo largas que eran, sus labios estaban rojos he hinchados, era tan guapo. Fue casi imposible pasar la llema de mis dedos por cada línea de su casi perfecto rostro, lo único que no encajaba era la burda cicatriz en su barbilla que en si no era notoria, pero sl estar demasiado cerca era inevitable no verla, era lo único que hacía intento por opacar lo bello que era todo lo demás, pero aún así, ni esa cicatriz extraña lograba opacarlo.
Me pregunté unos instantes cómo llegó a hacérsela, sin embargo la pregunta no duró más de unos instantes en mi cabeza ya que de pronto abrió los ojos.
Me veía de una manera tan particular, que hacía que creyera que en verdad pueden habitar mariposas dentro del estómago de una persona. Me sonrió y casi puedo jurarles que sentí como perdía lo poco que me quedaba de cordura.
—¿Cómo dormiste?—preguntó con la voz más ronca de lo usual, recuerdo como aquello me hizo sonreír aún más, era sexy aún sin querer serlo.
—Si quitamos que casi me aplastas, pues, bastante bien diría yo—contesté entre risas.
Acercó su mano a mi rostro y retiro algunos mechones reveldes de cabello en mi frente. Sonrió.
—No voy a disculparme por abrazarte toda la noche si es lo que esperas—la verdad era que, lo único que esperaba era que no se olvidará de lo que ocurrió antes de quedarnos dormidos, que no se olvidará de que me quería.
—Idiota—rodee los ojos al cielo y escuché como se reía.
—He comenzado a aceptarlo, después de casi un año sería más idiota no aceptar que soy un idiota, pero soy exclusivo, tuyo—fue mi turno de reír.
—Creo que debemos...—me calló con un casto beso en los labios.
—Hoy vamos a hacer lo que tú quieras, tú eliges—mis ojos debieron brillar de la emoción—Hablo completamente en serio—casi por inercia acaricie un lado de su cara, antes de que pudiera retroceder, se acercó más a mi, buscando mi caricia, mi corazón se lleno de pura alegría.
—Quiero ducharme, después, cuando esté vestida, te digo a donde iremos—asintió riendo.
—Tu ganas—me encogí de hombros.
—Siempre es así—sonreí victoriosa.
(...)
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Prohibido
Romance"-Y aunque tal vez sea pecado yo me siento en el puto cielo." Sé, Ambos sabíamos, que dolería, aunque lo que duró fue lo que más añoraría. A veces sobran ganas, pero faltan fuerzas. Y es que... ¿Cómo ponerle un candado al corazón? -------- #46 fuerz...