Capítulo 26

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Me dolían bastante las rodillas, no, no vayan a pensar mal por favor, estaba incada haciendo mi trabajo final de cálculo apoyándome en el piso de afuera de un aula vacía, no estaba sola, Kendra y Ana estaban conmigo, aunque ellas perdían aún más el tiempo que yo.

—¿Crees que me lo reciba si pongo mi nombre destacandolo de todo esto? Es decir, con color rosa fluorescente y brillantina en el 'Williams'?—pregunta Kendra con una paleta en su mano izquierda, arqueaba una ceja y hacía muecas graciosas tratando de adivinar si el color de la hoja combinaría bien con el protector de su nuevo celular.

—En letra negra el 'Kendra' después para darle el ultra toque tipo "ya llegue perras" en letra cursiva el 'Williams' pero claro, con el plumón dorado, después con cuidado le agregas brillantina a los bordes—sugería Ana, la castaña asentía dándole la razón.

—¿Qué piensas Morgan?—me sacaron de mi nube, su pregunta más bien, negué y comencé a jugar con el final de la trenza que me había hecho.

—En que tenemos que terminar esta mierda antes de comience la jodida clase y antes de que la vieja señora Sanderson de cuenta de que si hemos venido a la escuela sólo no entramos a su aburrida clase por terminar un trabajo que no es de su materia—asintieron dándome la razón.

—Debimos hacer el trabajo en casa de Ana como habíamos quedado al inicio, comienzan a dolerme las piernas, esta posición para sentarte en incómoda—hace un puchero y las tres reímos.

—Claro, en la casa de Ana, para que después se les ocurriera reforzar la amistad como la vez pasada, o, molestar a Isaac, pasó—dije y las chicas rieron.

No les dio tiempo a contestar ya que sus ojos se clavaron en un punto a mi espalda, mi entrecejo se frunció pero no fui capaz de preguntar nada ya que el motivo de su seriedad y curiosidad repentina se sentó a mi lado.

—Puedo ayudarles—decía pero ni siquiera me miraba, solo abría su mochila mientras sacaba que se yo cosas.

Me removi un poco hacía mi lado derecho, levanté la vista en dirección a mis compañeras, ellas miraban a Lara y a mi con curiosidad.

—Morgan, quiere ayudarnos—aclaró Ana como si obvio no fuera ese hecho, Kendra asintió y me miro con disculpa, no había necesidad alguna de explicar que Hilary y yo habíamos discutido, creo que el numerito que hicimos esa mañana y el de ese momento dejaba claras las cosas.

—Terminaremos más pronto con su ayuda—Kendra estiro la mano y alcanzó la hoja que le tendía Laraz comenzó a copiarla en silencio mientras Ana le daba los últimos toques a su parte del trabajo.

A mi ya no me faltaba mucho, pero debo aceptar que la parte que no tenía era porque no entendía absolutamente nada, por el rabillo del ojo pude ver su mano extendida hacía mi, yo trataba de ignorarla aunque sabía que su intención era ayudarme.

Al ver que no tenía iniciativa ella dejo la hoja a un lado mío, segundos después  me digne a escanearla y luego a tomarla para pasar la información en el trabajo.

Terminamos después de unos diez minutos.

Las chicas lavantaron sus cosas y le dimos nuestro proyecto a Ana, ya que las tres coincidimos en que era la más responsable.

—¿No vemos después señoritas?—asentí en respuesta a Kendra, ella y Ana desaparecieron por el pasillo, dejandome sola, bueno, con Hilary a lado.

—Creo que les irá bien—dijo, yo me dispuse a sacar mis audífonos y ponermelos para no tener que finjir que no la escuchaba y no escucharla realmente.

Cuando me disponía a caminar ella me jalo de la mochila, esta callo al suelo, mire mi pertenencia, después la mire a ella con aire de enojo y tal vez superioridad.

—¿Cuál es tu problema?—soné un poco más a la defensiva de lo que esperaba en primer lugar, pero no me arrepentí de ello.

—¡Eso quiero saber de ti! ¡Entiendo que soy la peor de las amigas! Pero dime, ¿te enojaste sólo por mi engaño o porque estoy con Dylan?—su confrontación repentina logro sacarme unos segundos de balance, pero volví a mi postura de inmediato.

—¿Tendría que tener problema con que ustedes salgan? La mierda esta con la mierda—mi mirada se pasea en toda ella con algo de repulsión, la mire con fingida felicidad, descaro—Se merecen el uno al otro—antes de que pudiera irme volvió a jalarme, esta vez, por el brazo.

—¡¿Tú que sabes de él?! ¡Ni siquiera lo conoces!—ella ya estaba molesta y no entendía el porque, lo único que circulaba en mi cabeza era que la única que tenía derecho a estar molesta era yo—¿Quién te da el derecho de juzgar a la ligera? A diestra y siniestra, ah, esperen, estamos hablando de Madisson Morgan, ¡De la niña rica más mimada, caprichosa, egolatra e intransigente del universo!—creo que muchos concordaran conmigo en que lo más sensato era irme, no tiene sentido discutir, pero, vamos, mi yo se ese entonces no sabía quedarse callada.


—¿Yo? ¡¿Es que eres estúpida?! ¡¿Se te hace poca cosa enojarme por tu traición?! ¡No necesito conocer a ese maldito interesado para saber que es un pedazo de mierda y no te conviene! ¡Quince putos años de mi vida te he dado para que me traiciones así! ¡Me metiste! Y todo para nada, porque él, Hilary, es nada, igual que tú sin mi—Me di la media vuelta dispuesta a no oír más insultos a mi persona, tampoco tenía ganas de seguir diciendo cosas que no sentía acerca de una de mis mejores amigas, de mi mejor amiga.

Me sentía como la mierda hecha persona, oh, aguarden, era de esa manera.

—¿Qué tiene mi ex mejor amiga favorita?—Isaac llegó a mi lado y me abrazó por los hombros.

—Nada, deberías irte a tu clase imbécil—una risa se le escapó, negó.

—Acabo de ver a tu Mejor amiga riéndose y charlando como si el mundo se fuera a terminar mañana con un grupo de chicas cero interesantes a mis ojos, no te vi ahí extrañamente así que me dije "Isaac, tienes que buscar a Maddie y enterarte del chisme primero que nadie" claro que, tal vez ahora esas chicas lo supieron antes que yo—hizo una mueca que me causo algo de gracia, me liberé de su abrazo y lo mire con seriedad.

—¿Es verdad todo lo que estás diciendo?—asintió sin dudar.

—Cada palabra chica ojos color moco—le di un manotazo y el estallo en carcajadas.

Me sentí tonta, demasiado como para querer demostrarlo, así que como todo, lo único que me quedaba era fingir, fingir que no me afectaba que a Lara pareciera que nuestra discusión le hubiera valido más que su última relación amorosa.

—Madds, ¿Vamos por un café?—no lo pense dos veces, asentí y me levante.

—El que llegue al final paga todo—anuncié y me puse a correr lo más que mis piernas me permitieron.

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