Capítulo 39

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Supongo que podría describir lo que vi en la expresión de Clay ante mi confesión, ¿sinceramente? No quiero hacerlo.

Sus manos dejaron de tocarme, se alejo de mi unos pasos mientras se daba ma vuelta.

No quisé ni siquiera preguntarle nada, no necesitaba saber con certeza que pasaba en su cabeza en esos momentos porque tenía idea de ello y que me lo confirmara solo terminaría de destrozar lo que siempre estuvo roto.

Me di vuelta y comencé a caminar por las calles sintiendo como a cada paso que daba la armadura estúpida que tanto me había costado trabajo crear a mi alrededor caía pieza por pieza.

Tomé un taxi ese día, después de cierto tiempo estaba de nuevo sola en una mansión que fue creada ridículamente grande para tres personas, en ese instante acepté que en realidad siempre fue para una.

Quité los zapatos de mis pies y los arroje mientras subía hacia la segunda planta, donde estaba mi estudio; al abrir el aire me dio de lleno en el rostro, abrí ese pequeño balcón para que ese mismo viento se pudiera sentir en cada rincón.

Tres de mis cámaras favoritas estaban en la mesa que utilizaba para analizar mis fotografías; la pared vacia que un día me prometí llenar por fin estaba completa, al fin pude ver algo bueno entre tanto daño.

Tomé mi laptop y me senté en el umbral del balcón, lo que comenzó como un intento para distraerme terminó en algo que me ayudo a quedar dormida.

(...)

Los toques en la puerta me despertaron, esa noche la luna estaba tapada por nubes, parecía que en cualquier momento podría comenzar a llover. Deje la laptop de lado cuando los golpes se volvieron más insistentes.

Abrí la puerta sin esperar que fuera una persona en específico, cuando mis ojos dieron con los suyos quería cerrar de nuevo, traté, pero no me lo permitió.

—No sé que haces aquí cuando tu novia te necesita—nego y se adentro cerrando detrás de él.

—¿Y no interesa lo que yo necesito?—mis ojos ardían por las lágrimas que quemaban dentro, no pude controlar el impulso de golpearlo.

—Te faltaron pantalones para defender eso que a escondidas dices querer pero delante de todos ni siquiera volteas a ver—abrí la puerta—Lo que sea que comenzaba se terminó, no quiero verte ya...—cerro dando un portazo.

—Vas a escucharme aunque no quieras hacerlo—tomó mi rostro entre sus manos.

—Lo hice, le conté todo a Lara y lamentó no haberte defendido de todo lo que te dijo pero no tuve opción—quisé quitarme de su agarre pero él no me lo permitía—¡Escúchame maldita sea!—lo miré con todo el resentimiento que pude.

—Siempre tenemos opciones, tu la elegiste a ella y... ¿cómo no ibas a hacerlo? En algún punto estúpido de todo esto pensé... pensé que podrías elegirme a mi, que lo que me habías dicho, todo, era real, bien, solo confirmo que soy la mayor de la estúpidas—negaba de nuevo.

—Tengo un acuerdo con ella Madisson—lo miré de nuevo—Va a actuar como si nada de esto hubiera pasado, me ofreció callar todo, prometió que tu padre no se enteraría—me liberé de su agarre—Lo que pase conmigo ciertamente no me interesa, no quiero que nada te pase a ti—trataba de acercarse y yo de alejarme.

—¿A cambio de qué?—desvío su mirada.

—Quiere que le proponga matrimonio al terminar mi carrera—una lágrima rebelde se deslizó en mi rostro, asenti comprendiendo.

—Pero claro que si—me limpie lo más rápido que pude.

—Si tienes que atar tu vida a lado de alguien que no quieres prefiero quedarme en la maldita calle, Dylan—aún no dejaba que me tocase—Lo que tú no ves es que se puede todo, podemos hacerlo todo, ambos—a este punto podría ser una jugada de mi cabeza, pero juraría que en mi mente se pinta su rostro con la luz de la noche y sus ojos azules cristalinos.

—¿Estas dispuesta a irte al infierno conmigo si todo esto se sabe?—sin dudar ni pensar mucho, con solo sentir demasiado mi respuesta fue simple.

—Si—porque una persona capaz de sentir lo que es querer a alguien hace muchas estupideces.

Deje que se acercará a mi, nos miramos unos segundos para después besarnos, con ternura, después con desesperación, con todo lo que habíamos guardado el uno para el otro durante ese día.

—Nunca pensé demasiado, tal vez ese fue mi error desde el inicio, ¿no?—hablaba con la respiración agitada—No consideré que lo tenemos no es bueno, no esta aprobado, a los ojos de todos es un pecado—acariciaba mi mejilla.

—Eres un pecado, lo supe desde aquella fiesta donde te golpee la cabeza por curiosa, ahí estabas, con tu rostro de inocencia con ese vestido negro que estaba seguro, todos querían arrancar—sonreí con tristeza—No pensamos, tal vez, esto es un pecado, quizá, pero estar a tu lado me a enseñado más que como ser mejor fotógrafo o como no abrir una puerta del auto... sé, por como tus ojos brillan que, a veces un pecado es la entrada al paraíso.

No hubo más charla, solo besos desesperados, urgentes y necesitados más, caricias suaves, de a veces más torpes.

Bajo el tirante de mi blusa, besaba mi cuello, el punto donde mi pulso late. Mis manos actuaban solas, me lleve su camisa de un tirón, el la mía de igual manera, sus ojos brillaban de deseo y podría apostar que los míos hacían igual.

Desabotono mis jens, tocaba en puntos claves que hacían de mis piernas temblar. Baje el cierre de su pantalón, aproveche para tocar donde en secreto, siempre quisé. Gruño en mi oído, mis piernas se anclaron en sus caderas pero no dejaba de tocar con la mano que tenía libre.

Su tamaño unos segundos me hizo Cohibida, pero no duraba nada cuando sentía como rozaba mi feminidad con sus dedos. No recuerdo el momento en el que mis jeans calleron al piso, menos cuando mis bragas también.

—Madd...—era la primera vez que escuchaba que me llamaba de aquella forma, no pude pasarlo por desapercibido.

Dejo de tocarme y me miro a los ojos.

—¿Estás segura de esto?—asentí al instante.

Caímos en el sofa, el aire frío que entraba me ponía la piel de gallina aunque no puedo asegurar si era eso.

Cuando mi sostén dejo de estar en mi pequeño cuerpo, deje de pensar, mi ser de dediacaba a sentir y nada más que eso. Saque sus boxer y sentí su miembro descansar en mi, nuestras respiraciones estaban agitadas pero nada nos detenía.

Cuando por fin estuvo dentro de mi todo lo veía de un color diferente, fue invasivo y abrumador al inicio, aunque después todo se volvió mejor; mis uñas se clavaron en su espalda, lo besaba con la misma desesperación que él a mi.

Así fue y puedo jurar que me entregue a él de la manera más sincera que jamás logré hacer con nadie más, no, no fue la primera vez, pero si fue la única real.


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Epaaa, no saben todo lo que me tarde escribiendo la parte hot, o no o no, JAJAJ, así que no sean muy duros al respecto; espero hayan disfrutado el capítulo, saben que me encanta saber su opinión.

Nos leemos pronto.

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