Capítulo 30

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-Antes de leer, aviso que actualicé el capítulo 29, hubo un error y se subió a la mitad, ahora esta completo y disponible, los invito a terminar de leer para entender este-

No tuve tiempo de preguntarle nada ya que prácticamente me obligo meterme al auto, mi cabeza aún no procesaba que diablos había pasado, ¿qué había sido eso? ¿Dónde estaban los demás? ¿Y Lara?, el alcohol en mi sistema no ayudaba en la tarea de dejar el aturdimiento atrás.

—¿Qué es esto?—no obtuve respuesta de su parte y eso me sacaba de quicio, maldición, siempre me sacaba de mis casillas.

—¿A dónde mierda vamos?—no hubo respuesta, le pegué a la ventana y así capte su puta atención—¡¿A dónde mierda me llevas?!—su mandíbula estaba apretada, mi corazón latía con fuerza y no era precisamente por la velocidad con la que el idiota conducía.

—¿Dónde dejaste a la muñequita de tu novia?—su mandíbula estaba tan apretada que temí que pudiera romperse.

Nos detuvimos en la nada, no veía nada que no fuera el camino de la autopista, ni casas, ni luces, ni autos, la alarma de mi cabeza comenzaba a sonar, el pánico amenazaba, pero algo en mi sabía que él no era capaz de lastimarme, ¿o si era capaz?, ¿iba a dejarme aquí tirada?

Bajo del auto dando un portazo, comenzó a caminar sin rumbo fijo, no iba a quedarme ahí así que hice lo que creí la decisión más inteligente, salir detrás de él.

—¡¿Por qué me trajiste aquí?! ¡¿Por qué...—se dio vuelta y mi pregunta quedó en el aire, me miraba con ferocidad, con irá contenida y tal vez algo más.

—¡¿Por qué putas te metes con el primer estúpido que te hace promesas aún más estúpidas?!—estaba furioso, furioso conmigo, estaba ahí gritandome.

—¡¿Por qué mierda te importa?! ¡si yo me quiero meter hasta con el cocinero es mi puto problema! ¡estoy soltera! Y ¿sabes algo? ¡soy dueña de mi puta vida! ¡hago y destrozo en ella tanto como quiera y tú no tienes derecho a meterte!—se acercó a mi, me tomó del brazo con más fuerza de la debida haciendo que nuestros pechos chocaran, casi estaba de su altura pero él seguía siendo más alto.

—¡¿Te metiste con ese estúpido?! ¡¿Con ese estúpido de la bebida?!—jamás me había sentido tan avergonzada por algo que hice, quería regresar el tiempo y no haberlo hecho, pero lo hice y no había vuelta atrás.

—A. ti. no. te. importa.—escupí cada palabra con desprecio e irá, ¿quién se creía? Yo no era su muñeca, no podía solo echarme mis errores en cara y hacerme este tipo de escenas para después hacer como si nada hubiera pasado.

Me tomó con más fuerza del brazo y chille porque apesar de que todavía no me estaba haciendo daño, tenía miedo de lo que hiciera si ejercía más fuerza.
—No puedes—contesto como si su respuesta fuera la más coherente de todas, como si por arte de magia fuera a entender su maldito coraje.

—Puedo y si quiero siempre lo haré—me safe de su agarre y camine hasta la camioneta decidida a buscar mi celular y llamar a un taxi a si tuviera que esperar sola a mitad de la nada.

Pero antes de hacer nada sentí su cuerpo presionando el mío junto al auto, su aliento chocaba con mi cuello y aquello me estremecía, su mano se poso en mi espalda baja haciendo leves caricias.

—¿Q-Qué estás haciendo?—pregunté algo tartamuda y sus labios besaron mi cuello, me doble ante su tacto, hizo que me girará y viera fijo sus ojos.

—No puedes y no lo harás más—me dijo hablandome al oído, me asustaba la manera en la que mi cuerpo reaccionaba a su contacto, me sentía estúpida por querer tenerle más cerca de lo que ya estaba.

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