¡Capítulo Extra!

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-Dylan-

3 años después.

Al entrar a la habitación de mi princesa Hillary es lo primero que mis ojos pueden ver, parece que juegan a las muñecas, ríen mientras escucho como eligen el vestido que se pondrán para "ir al baile del príncipe azul".

Ver sonreír a mi niña es la mejor parte de mi día desde que ella nació, siempre ha de ser algo de lo más bello que me pudo haber pasado aunque ni siquiera su llegada fue planeada.

-. ¡Papi!-grita mi pequeña cuando nota mi presencia, se lanza a mis brazos, Hillary observa la escena con una sonrisa de boca cerrada.

Hillary. Creo que no pudimos hacer una mejor opción para compañero del otro, hace mucho tiempo hablamos del amor que ya no está, que, probablemente, nunca estuvo; acordamos seguir juntos por el bienestar y felicidad de Mia, nuestra pequeña.

Pues con el paso del tiempo Hillary había dejado de intentar que mis sentimientos cambiarán, ella estaba enterada que mi mente y cuerpo podrían estar a su lado, pero, una parte de mi corazón se lo había llevado ella, justo cuando la obligue a marcharse para no volver.

Supuse también que el tiempo sería la cura para todas y cada una de mis culpas, como de costumbre, estaba equivocado.

Lastime a la única persona que fui capaz de amar de la manera más extraña, quizá, menos sana, pero puedo jurar que la más real.

-. Solo estábamos esperando a que volvieras, Mia tiene que dormir, mañana irá al jardín de niños y no quiero lloriqueos acerca de dormir otro rato-mi pequeña niña arqueaba una rubia ceja y me veía.

-. ¿Puedo faltar un día a la escuela?-asentí y sus ojos brillaron.

-. Podrás faltar dos, ¿te parece bien Sábado y Domingo?-asentía repetidas veces y aplaudía.

Miró con arrogancia a su madre para después reír de alegría, ella es toda la alegría que necesito en mi vida.

-. Pero mañana tendrás que ir para que puedas faltar esos dos días-se cruzo de brazos y nego-. Mia-pronuncié su nombre con algo de advertencia, ella asintió.

-. Bueno-suspiro-. ¿Van a leeme un cuento?-Lara fue la primera en asentir-. ¿Los dos?-Hillary me miro y yo afirme con la cabeza-. ¿Puede se el de la capeducita roja?-reímos.

-. El que quieras será-tomó a ambos de la mano para guiarmos a su habitación.

Al llegar ella sola es quien corre a su cama para esperar que la arropemos, no para de sonreír en el proceso y no puedo evitar sentir feliz porque lo está siendo ella.

Leemos el cuento una página cada quien hasta que los bellos ojos azules que tiene se cierran, hasta que dejamos de escuchar su vocecita para en su lugar oír sueves ronquidos. Depósito un beso en lo alto de su cabeza, supongo que ahora saldré a fumar.

-. Espera, ¿crees que te has salvado de mi felicitación de cumpleaños?-escucho decir a Lara a mis espaldas mientras cierra la puerta de la habitación de Mia.

-. Gracias, extraña-me da un abrazo del que no me niego a responder.

A pesar de todo, siento que ahora solo Lara puede entenderme, se ha convertido en mi mejor amiga.

-. No pensaste que no lo recordaría, ¿o si?-niego mientras evito reír.

-. Escuche por la mañana que le dijiste a Mia y por eso fue a nuestra recamara acompañada de el panqueque con una vela-asiente con una linda sonrisa.

-. Mia te dio su obsequio, es mi turno-mi entrecejo se frunce y niego.

-. Sabes que no hace falta-ella es la que niega ahora.

-. Sé que te hace falta-tiende una carpeta en color amarillo hacia mi, tiene un pequeño moño en color rojo, el mero gesto me hace sonreír-. No sabía como envolver carpetas, así que, solo improvise-rié por lo bajo-. Abrelo-quito el pequeño clip y abro la carpeta.

No entiendo nada, hasta que comienzo a leer y siento el suelo temblar a mis pies.

Alzo la vista solo para ver los ojos de mi mejor amiga llenos de lágrimas no derramadas.

-. Feliz cumpleaños, Mejor amigo-no entiendo nada, porque no puedo creer lo que veo, lo que leo, lo que tengo ahora en mis manos.

-. ¿Por qué?-se encoge de hombros.

-. Supongo que no quiero que las palabras que te guardas en el pecho te amarguen cuando llegues a viejo-una lágrima la abandona-. Supongo que quiero regresarte algo de lo que te quite sin querer, supongo que no quiero que te quedes con el "¿qué hubiera pasado?"-sonríe con tristeza.

Me siento agobiado por tantas emociones juntas, trato de controlarlas aunque no me es muy fácil; sé donde está, sé a donde se ha ido y de solo pensarlo siento que podría correr hasta ella aunque me tarde semanas en llegar.

-. Supongo que se los debo, más a ella-no puedo evitar el impulso que tengo de abrazarla.

-. Ve con ella Dylan, yo me haré cargo de todo mientras vuelves-no digo nada, nos separamos y me mira a  los ojos-. Ve con ella-repite-. Vete ya.

Beso su frente y tomando lo que necesito para manejar hasta Las Vegas, salgo sin pensarlo mucho porque sé que si lo hago, podría arrepentirme y es justo lo que no quiero que ocurra.

El día que todo ocurrió llega a mi cabeza como si de una película se tratase, me siento imbécil y sé que lo soy, jamás voy a perdonarme todo lo que hice sufrir a la única persona a la que en realidad le importaba yo, no las cosas que pudiera obtener por mi.

Una estúpida amenaza por parte de mi padre fue la que desato todo, una estúpida amenaza a la que para iniciar jamás temí, solo, fue la excusa que quisé darme para no sentir que era un maldito cobarde, porque eso es lo que era. Tenía miedo de iniciar de cero con Madisson, tenía miedo de nuestro futuro juntos, de lo que dirían las personas, de lo que afectaría a terceros, como a Lara, la amenaza solo fue el pretexto que me di para evitar aceptar la realidad de lo que en verdad temía.

Ella nunca mereció dudas y yo las tenía todas.

Hillary aceptó tomar unas copas esa mañana aunque fuera temprano, le conté mis miedos y apesar de todo estaba dispuesta a ayudarme si elegía estar con Madisson; no tuve el valor, me faltaron pantalones para amar sin condiciones ni dudas a la chica más maravillosa de este jodido mundo.

Le pedí ayuda pero no la que ella me ofrecía, le pedí que me ayudara a separar a mi chica de mi lado, porque tampoco tenía el valor de alejarme, era egoísta, solo iba a permitir que se fuera si era su elección y la única manera de obtener eso, era lastimandola.

Conduzco hasta que los ojos me duelan, paro en un motel, duermo con la idea de todo lo que quiero decirle cuando la vea, me pregunto cómo será, quién será ahora, si habrá cambiado tanto como para no reconocerla, me pregunto también si tendré el valor para hablarle de lo que quiero, o si, para empezar, tendré el valor suficiente para acercarme cuando miré que siguió y que lo hizo sin mi.

Voy a encontrarla y cuando lo haga, de nuevo, me sentiré completo.

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Feliz Martes eh;)


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