Capítulo 41

1.3K 65 11
                                    

Esta sentada en el pasillo con la luz tenue de una lámpara que había, esperaba que llegará, miraba el reloj cada que sentía que había pasado una eternidad aunque solo fueran cinco minutos.

Las cinco treinta, él no iba a venir.

Me levanté de donde estaba y caminé hacía mi habitación con vergüenza que no podía compartir con nadie.

Daba vueltas y vueltas, más vueltas todavía en la gran habitación que me pertenecía; papá y mamá de nuevo no estaban, solo quedaba el servicio, los guardaespaldas repartidos por toda la mansión, era como la princesa encerrada en una torre esperando a su galán mientras era custodiada por dragones, excepto por la parte de la princesa, no era una princesa, no lo soy ahora, pero si esperaba que alguien llegará a rescatarme aunque no fuera precisamente un príncipe azul.

Necesitaba a alguien que me rescatará, ese era un problema y uno bastante grande; la única persona capaz de salvarnos completamente somos nosotros mismos y yo no era capaz de darme cuenta.

—. Pensé que ya no estarías aquí—su voz a mis espaldas me había paralizado por completo, sentía su cercanía, después sus labios plantar un beso en lo alto de mi cabeza.

Había tomado mi mano y jalado de mi para guiarme a mi habitación, casi siempre pasábamos la noche ahí; esta vez, me solté dem agarre que ejercía en mi.

—. Siempre estoy y eso es el problema, mi problema—desvíe la mirada hacía la pared, tomé valor para después de unoa segundos poder verlo a los ojos—. Ya no quiero vivir de este modo—sus ojos celestes enrojecidos por alguna razón me miraban tristes, como si el peso que cargaba le estuviera acabando de a poco.

—. Sabes que...—negaba.

—. Dylan, yo ya no sé nada, ya no puedo creer en nada que salga de tu boca—me llevaba la manos a la cabeza revolviendo mi cabello.

Intentaba cerrar los ojos para calmar el mar de sensaciones que nacían en mi ser, mi respiración se volvía dificultosa y eso siempre habría de asustarme.

—. Tiempo Madisson, dame un poco más de tiempo y juro que resolvere todo— mis ojos se llenaron de lágrimas.

—. ¿Y después?—su boca se abrió pero no salía nada de ella—. ¿Cómo vas a lograr que el mundo nos vea juntos sin que nos tachen de enfermos? ¿Cómo harás que papá no quiera separnos o enviarnos a una maldito manicomio?—una lágrima rebelde calló de mi ojo, la limpie tan rápido como lo hizo.

—. No lo sé—asentía con resignación.

¿En qué punto de mi vida pensé que esta clase de sentimiento podría ser compartido algún día? ¿Cuándo pase a tener esa necesidad de que el mundo viera que en realidad no era de acero? El amor, el amor es amor, pero jamás lograremos que todo el mundo lo comprenda del todo.

—. Solo sé que intentaré todo, si estás conmigo para derribar cualquier barrera—tomana mi mano con delicadeza.

—. Este amor a escondidas me está matando—solté el agarre.

—. Somos imposibles pero aquí estamos, siendo eso, imposibles juntos y dejando lo posible para otro día—dio un paso, yo retrocedía dos.

—. Yo no quiero un imposible para nosotros y sé que pido demasiado, podríamos hacer lo que sea, juntos, pero cada día me alejas más—negaba y yo hacía lo contrario—. Entiende, que si te busco es porque me importas. Y si me alejaré ahora es porque no me dejas otra opción—di vuelta para ir al pasillo y bajar hacia la sala.

—. ¿Es muy difícil para ti entender? ¿Te parece complicado pensar unos segundos en alguien que no seas tú?—la rabia empezaba a nacer, pero dentro de mi habitaba algo aún más poderoso.

Decepción pura.

—. Pensé por mucho tiempo en alguien que no fui yo y mírame, eso me trajo aquí—trataba a toda costa de retener todo lo que sentía en la bodega de mi pecho—. No quiero competir con Lara por un poco de tu tiempo, no quiero pas migajas de el amor que le das a ella, no quiero, ya no. Entiendo que lo que quiero es una locura pero ¿lo que sentimos no lo es? Si no estás dispuesto a luchar por nosotros, esto no tiene sentido, no lo tienes tú, no lo tengo yo y mucho menos un nosotros.

—. Quiero hacer esto, porque la idea de que no estés conmigo me vuelve loco, te amo Madisson y tal vez no de la mejor manera pero lo hago—tomó mi muñeca para impedir que me marchará—. Quiero a Lara, lo hago, le agradezco todo lo que ha hecho por ambos, tiene un lugar importante en mi vida, pero... ella no es tú—no sabía que podría decir o hacer—. Haré esto porque no merece vivir engañada más tiempo, porque está vida sería miserable sin ti en ella—me abraza sin más.

—. No quiero palabras—me separé—. Quiero que simplemente lo hagas aunque el mundo explote en contra nuestra, estoy yo aquí y siempre he sabido que estás tú allí—tomé mi distancia—. Quiero pensar que solamente estoy poniendo una pausa y no el punto final a nuestra historia—me miraba desde su puesto—. Pero si no es así, te he dicho siempre lo que quiero decirte, quiero que seas feliz, donde sea y como sea—di vuelta y baje las escaleras ignorando su voz llamándome desde el segundo piso.

(...)

Todo el día me la había pasado en cama, mis padres habían vuelto hacía unos días, quería pensar que había pasado una semana o tal vez un poco más de mi charla con Dylan, pero la realidad era que tenía un mes sin verle ni siquiera un cabello.

Ni papá ni mamá, ninguno de los dos se había molestado en subir para ver como me encontraba.

Clay hablaba de cosas a las que no prestaba mucha atención, mi mente iba y venía, a pesar de estar recostada sentía que podría desmayarme de un momento a otro.

—. No te sientes bien—afirmaba, yo solo asentía tratando de restarle importancia a mis síntomas.

Me levanté a tomar agua para demostrarle al castaño que de enferma solo debía tener la cara, al primer trago, las piernas me fallaron, me desplome en el piso.

—. Madds—recibía golpecitos en el rostro para evitar que callera en la inconsciencia total—. Madds—la voz era insistente, Clay era así.

Abrí los ojos, estaba en la sala a y ni cuenta me había dado, me incorporé y sobre mi lecho estaba una bolsa blanca.

—. Traje esto—apuntaba Clay la bolsa para después pasarmela.

—. ¿Qué es...?—mi pregunta quedo en el aire en cuanto la abrí.

—. No quiero insultarte, no quiero que pienses mal de ninguna manera, solo quiero que estemos seguros de que no es lo que creo—negaba con desesperación.

—. Es que no—reía nerviosa—. No puede ser—el miedo se colaba en mi sistema.

—. Tu papá llamo al medico, no tardara en llegar y creo que es mejor que si esto es lo que creo, lo sepas tú primero que nadie—se encogió de hombros—. Vamos—negaba, los ojos se me llenaron de agua.

—. O puedes solamente llamarme imbécil y aclararme que no has tenido que ver con tu hermano ya, que todos tus síntomas pueden deberse a otra cosa, diarrea, deshidratación... que se yo—el corazón me latía más fuerte que nunca.

—. No puedo decirte lo que quieres escuchar y lo que quisiera que fuera verdad... es tarde para eso—contesté y desvió la mirada.

—. Voy a estar para ti aunque prefieras que no lo esté—mis manos temblaban.

Lágrimas caían de mis ojos, una a una.

—. Embarazada—repetía—. No puedo estar embarazada, no ahora...—exhalaba—. Un bebé de Dylan y mío—negaba—. No puedo—La puerta se abrió, Clay se había levantado de el sofá donde estaba y yo pegué un brinco en el.

Sus ojos azules estaban rojos, tal vez por aguantar las lágrimas dentro de ellos, sus puños estaban apretados y me miraba como jamás lo hizo.

Mi padre estaba justo allí.

>>>>>>>>>>>>>>>>>>>

Capítulo nuevo, espero les haya gustado, estamos a nada de llegar al final, gracias por tanto.

Prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora