Capítulo 8

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Tenía ya un rato de estar sentada con mi bebida y celular en mano, trataba de distraerme, seguro no había mejor manera que fugarme del instituto, claro que si

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Tenía ya un rato de estar sentada con mi bebida y celular en mano, trataba de distraerme, seguro no había mejor manera que fugarme del instituto, claro que si.

Decidida a marcharme, me había puesto en marcha hacia la esquina oara así, poder cruzar la calle, mi vista seguía fija en mi celular y jugaba con el sorbete.

En un abrir y cerrar de ojos mi pequeño cuerpo se había estrellado con algo -más bien, alguien-  el café junto con mi teléfono salieron volando de mi alcance;  yo, había caído de rodillas a los pies de la persona, a la que por cierto había escuchado reír.

Solté una maldición y me arrastre sobre mis rodillas para alcanzar el aparato, después solo trataba de ponerme de pie; aunque la persona con la que me tope me ayudo en el proceso, levanté el rostro para agradecerle, en ese instante pareció que el peso del mundo había caído en mis hombros cuando logré distiguir ese par de ojos celestes que me miraban con diversión.

—¿Tú?—la pregunta había salido en automático de mi boca—. ¿Qué haces aquí?—a él pareció no importarle mucho ya que, se dedicó a lanzarme una mirada de no.sé.que y esbozar una sonrisa que al instante me hizo sentir una sensación extraña en el pecho.

—. Vine por café—decía al tiempo que alzaba su mano izquierda, misma donde sostiene la bebida, me miraba como si fuera la chiquilla más torpe del mundo, por mi parte quería girarme sobre mis talones y fingir que en realidad no lo había visto.

—. ¿Por donde tu universidad no hay cafeterías cerca? O ¿es una extraña casualidad que entre todas las cafeterías de los Ángeles vengas a esta misma?—me regaló una sonrisa arrogante, quería  golpearlo, pero reprimía mis ganas de hacerlo ya que ni siquiera le conocía tanto para hacer aquello.

—. No es casualidad, un amigo trabaja aquí, vengo seguido en realidad—el tono de voz que utilizó era tan relajado que lo envidie unos instantes, quería tener esa capacidad de soltar las palabras y lucir así de segura.

En ese tiempo quizá, si le hubiera pedido una descripción mía a cualquier persona que me conociera me hubieran descrito como una chica con mucha seguridad de si misma, actitud relajada y como dicen por ahí, con el don de la palabra.

Sin embargo, lo que era y lo que aparentaba ser era algo totalmente diferente, la Madisson que la mayoría conocía y la que sólo conocía yo eran tan distintas que parecían dos personas totalmente diferentes.

—. Pues jamás te había visto—declaraba y su sonrisa de hacia más ancha.

—. Aquí lo importante es que tu palabra no es verdas absoluta, que no hallas visto tu misma una cosa no comprueba que sea o no real—había hecho una mueca.

—. Voy a caminar, ¿vas o te quedas?—no pensé demasiado una respuesta ya que él comenzo a andar y por instinto también yo.

—. ¿A dónde vas?—ni siquiera sabía porque preguntaba aquello, "no era como si me importara", o eso pensaba yo.

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