Aquí estábamos, sentados conversando de nada en particular a las tantas de la madrugada en ma cafetería de la que era una vieja amiga, Jenna; ella me debía unos cuantos favores así que ni siquiera tuve que pedirle dos veces que se fuera tarde por ese día.
—. Veintiuno es un gran número—su edad hacía eco en mi cabeza.
—. Quiero creer que no te he asustado con eso—lo miraba mal mienteas soltaba una carcajada.
—. Estás con una menor de edad, él asustado deberías ser tú—levantaba las manos donde pudiera verlas como quién acaba de rendirse.
—. Era genial pensar que no meteríamos a la policía—fue mi turno de reír.
—.Madds—me llamaba mi amiga, me disculpé por lo bajo y me encamine a donde estaba Jenna.
—. Tengo que irme ya si quiero llegar a la universidad mañana— comprendía.
—. Ahora nos vamos—ella negaba.
—. Puedes quedarte, sólo asegúrate de cerrar bien cuanto se marchen—me tendía la llave del lugar—. Mañana, claramente la quiero de vuelta—no había podido tomar la llave, negué de inmediato.
—. Madisson, tengo que irme ya en realidad—Dylan a mis espaldas me hizo pegar un salto en mi puesto, miré a Jenna y le regalé la mejor de mis sonrisas.
—. Gracias entonces — la abracé para después tomar mi bolso de la silla y encaminarme -con el chico siguiéndome- a la salida.
—. ¿Qué hora es?—volvía a mirar su reloj y fruncia el ceño una vez fuera.
Jenna no había tardado en montarse en su auto e irse.
—. Son casi las cuatro de la madrugada —al hablar, no fue grosero, sin embargo, había algo que no terminó de gustarme.
—. Mierda—había mascullado —. No puedo creer comi es que perdí el tiempo—me levanté de golpe, me sentía tonta y como si fuera yo el chiste más gracioso de todos.
Seguía lloviendo, tenía frío y ahora la idea de pedirle que me llevase a casa sonaba estúpida e incoherente en mi mente, más en ese instante que, bueno, técnicamente me había dicho que le hice perder el tiempo.
Saqué el celular de mi bolso decidida a llamar a un taxi.
—. ¿Qué haces?—preguntaba en un tono extraño de voz, sin querer mirarlo pensaba en una respuesta.
—. Voy a llamar a un taxi—hice una mueca haciendo que era obvio lo que hacía.
—. Entonces, ¿no me pediras que te lleve a tu casa?—el tono burlón con el que lo dijo hizo que la irá se abriera paso en mi sistema.
—. No, lamentó haberte hecho perder el tiempo—decidida, caminaba lejos de él, el agua comenzaba a empaparme, la pantalla de mi celular también se estaba llenando de ridículas gotas, así que me apresure a marcar al sitio de taxis una vez más.
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Prohibido
Romance"-Y aunque tal vez sea pecado yo me siento en el puto cielo." Sé, Ambos sabíamos, que dolería, aunque lo que duró fue lo que más añoraría. A veces sobran ganas, pero faltan fuerzas. Y es que... ¿Cómo ponerle un candado al corazón? -------- #46 fuerz...