Capítulo 6

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Había pasado ya un tiempo considerable en el que por fin, estaba en el lugar en el que habitaba el chico de ojos celestes.

—. Trata de no romper nada—trataba de decir en un tono burlon mientras yo intentaba sanar sus heridas.

—. Yo no soy idiota—contesté sin mirarle, estaba sumida en mi trabajo de curación.

—. ¿Insinúas que yo si?—preguntó con fingida indignación, yo me limitaba a sonreír y dejar que el silencio hablara por mi.

El lugar me parecía tan impersonal, todo se sentía ajeno incluso para él mismo.

—. Termine—lo miraba desde mi ángulo asegurándome de que todas y cada una de sus heridas estuvieran bien tratadas.

Guardé lo que había utilizado y volví a tomar asiento frente a él para mirarle con fija atención, en mi vida había imaginado que alguien que tuviera golpes en la cara podría verse así de bien aún con ello.

Se acercaba más al extremo del sofá donde estaba y ahora él parecía analizarme a mi, una escalofrío me había recorrido entera, pero traté de no hacérselo notar.

—. ¿Esta es la parte donde te agradezco y me besas?—susurró más cerca de mi, muy cerca, una risita estúpida se me había escapado.

—.Con el agradecimiento bastará—dije en tono arrogante levantandome del lugar donde estaba.

Mi vista recorrió el lugar una vez antes de ir al baño a buscar mi celular, que minutos antes había puesto a cargar, no tarde en encenderlo y mirar que eran las cinco con diez minutos de la mañana; desconecte mi móvil y tomé camino de nuevo a la pequeña estancia.

—. Es muy, muy tarde—decía captando de nuevo su atención, ya que tenía la vista fija en la ventana—. Fue divertido, tengo que irme—tome mi bolso y me encamine a la salida, pero él casi corrió para alcanzarme.

—. En realidad, es muy, muy temprano—me miraba de una manera extraña—. Es Sábado, son las cinco de la mañana, no me digas que tienes hora de llegada o algo mejor que hacer-soltó con ironía.

—.Ciertamente...—cerré la boca, mifaba al techo como quien piensa algo—. No te importa—su sonrisa se hacia más ancha ante mis palabras.

—. Bien, yo te llevo entonces —dijo y fue mi turno de sonreír.

(...)

-. ¿Por qué a casa de tu tía?-preguntó por quinta vez en el trayecto.

-Das vuelta a la izquierda y te detienes en la puerta color blanco, por favor-contesté evadiendo su pregunta.

Pasados dos minutos me encontraba fuera de casa de mi tía Rose.

-. Gracias...-no sabía que más podía decir-. Por traerme-concluía.

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