—¿Qué tienes? Parece que el rimel se te corrió un poco, ¿lloraste?—las preguntas de Anna sólo me hacían enfadar, sabía que ella no tenía nada que ver con lo que tenía, sin embargo siempre me parecía sencillo desquitarme con quien tuviese enfrente.
—Nada, no, no lloré ni pienso hacerlo, ¿otra pregunta?—el tono de voz que utilice pareció sacarla de balance unos minutos, pero no le tomo importancia ya que se encogió de hombros.
—Siempre me pregunté porque estabas con Clay, ¿qué tiene el de especial que no tenga otro chico? O... incluso yo—me gire para verla, montada en un lado del lavamanos me observaba, la blusa de escote que tenía se le pegaba al cuerpo y resaltaba sus atributos, me veía con curiosidad mientras sonreía y daba otro trago, estaba borrachisima.
—Clay era mi mejor amigo—dije recordando la vez que en jardín de niños fue por mi al salón para inviarme a jugar, yo estaba triste, tanto que tenía ganas de llorar, pero nunca me gusto hacerlo en público.—Era especial, nuestra relación lo era... y no, no me refiero a nuestra relación amorosa, si no a el lazo que desde hace mucho deje de sentir con él, fui una...—escucho como se rié y me callo.
—Fuiste una total perra con él Morgan, todos en el instituto dicen que se fue por ti, ¿es verdad que lo mandaste a la mierda y se cambió de preparatoria para evitar verte la cara?—definitivamente, ella estaba demasiado borracha y sus comentarios no ayudaban para contener la furia que comenzaba a hacerse paso, estar ebría no era una excusa para ser estúpida e imprudente.
—Lo fui, ¿Y sabes qué es lo peor?—me mira con sus ojos color ámbar bien abiertos— Lo peor es que no me siento mal por ello, ma consciencia no me reprende por lo que hice con él ni con nadie, tampoco lo hará si hago algo para que otras personas dejen de meterse en mis asuntos—bajo de donde estaba para encaminarse hacia mi.—Ahora, respecto al chisme ese que oíste, Anna, querida, deberías saber a estas alturas de la vida que las personas que no tienen nada interesante que hacer se dedican a inventar estupideces, eso responde tu pregunta—me miré en el espejo, ya casi estaba lista.
—Eres una perra, Morgan—ríe de nuevo y me tiende un labial en color vino tinto que tomo casi de inmediato.
Sonreí con suficiencia, tal vez Danae tenía algo de razón, vivir de apariencias era lo que me quedaba, ¿o no?
—Morgan, Smith, afuera las buscan, debería salir ya si no quieren que comience el rumor de que entre ustedes pasa algo—la risa de Kendra podía escucharse aún con el sonido de la música que comenzaba por primera vez a hacerseme odiosa.
Tome mis cosas y salí con Anna detrás mío, al vernos, Kendra sonrió con suficiencia se giró para emprender camino hasta las escaleras.
—Siempre es bueno verte Morgan—la voz de Isaac casi me hacía pegar un brinco en mi puesto, pues escucharla justo en mi oído me causo escalofrío.
—Lamento no poder decir lo mismo—hago una mueca de fingida pena y él se echó a reír para negar repetidas veces después.
Me tendió un vaso rojo con un líquido que enseguida distinguí como cerveza, me la bebí toda casi de un trago y podía escuchar como todos alardeaban, no me interesaba, sólo quería seguir bebiendo hasta que el cuerpo ya no me diera para seguir andando.
—Este es como el décimo vaso que te doy Morgan, ¿alguna razón por la cual quieras ponerte más borracha que de costumbre?—lo miré entre cerrando los ojos e Isaac rió mientras alzaba las manos donde pudiera verlas a manera de rendición.
—Tengo polvos mágicos, ¿quieres subir a la alfombra de Alddin conmigo?—tomé la mano que me ofrecía y dejé que me guiará a no se donde, si les soy sincera a este punto estaba muy ebría como para recordar detalles.
Cuando menos los espere estaba sentada en el piso con él a mi lado, Isaac ponía el polvo blanco en la mesa y lo alineaba con una tarjeta, aún borracha notaba como brillaban sus ojos de sólo ver aquello.
—Diría que las damas primero, pero juro que necesito hacerlo ya, al diablo la caballerosidad—entonces casi hundió su cara en la mesa aspirando, cuando volvió y me miro, me indicó que era mi turno, por supuesto no replique, también quería hacerlo, sentía que necesitaba hacerlo.
Así paso unas tres veces más aún con la entrada de más personas.
No puedo decir con certeza cuanto tiempo paso, hace rato había dejado de escuchar la risa de Isaac y la mía retumbando en el lugar, sólo escuchaba el latir de mi corazón, parecía que iba a salirse de mi pecho en cualquier segundo, mi respiración se me hacía más dificultosa y al intentar ponerme de pie caí al primer intento.
Pude salir de donde estaba, cuando lo hice la música se escuchaba más lejos de lo que en realidad estaba, las luces me mareaban más y me sentía como una estúpida, esa no era la primera vez que consumía esa droga pero parecía que lo era y aquello no podía dejar de enojarme como en ese momento.
¿Sólo había consumido cocaína? Ya no estaba tan segura.
Me constaba demasiado estar de pie, tenía que sostenerme de todo lo que estuviera a mi alcanzo, trate de bajar pero antes de que lo intentara volví a caer, no dolía, aún cuando vi que mi mano tenía sangre pensaba en que si me dolía o no, ignore eso e intenté de nuevo, justo antes de volver a caer escuche gritos y risas a lo lejos, o tal vez estaban cerca, no estaba segura de nada.
Me quedé quieta esperando algo aunque no supiera que cosa con exactitud, me senté en un lugar que parecía más fresco que el resto de la casa y comencé a cantar algo que ni siquiera se si una canción verdadera sólo para no sentir que me ahogaba.
Un tirón a mi brazo me sacó de mi burbuja, de nuevo estaba de pie, pero no podía enfocar a la persona detrás mío, unos labios se estamparon en los míos y quisé vomitar su aliento sólo me provocaba eso.
—Te vas a divertir como nunca preciosa—reí aunque en realidad aún con mil efectos encima no parecía gracioso.—Ven—tiro de nuevo de mi pero yo me libere de su agarre y negué como si fuera una niña pequeña.
—Me voy a casa—di media vuelta pero el tipo me tomo por la cintura, sentí su anatomía en mi trasero y la repulsión volvió a mi.—No quiero que te acerques—ni siquiera estaba segura de quien era pero estaba cansada, por eso no le quería cerca.
—Ahora resulta, les das sexo gratis a ese montón de estúpidos sin chistar pero a mi ¿no quieres? ¡Pura mierda Madds!—de nuevo sus labios estaban en mi pero no había mucho que pudiera hacer, sentía que poco a poco me quedaba dormida así que deje de poner resistencia.
No se como paso ni cuando, solo sé que caí al piso, minutos -o segundos, quizá horas- después fui tomada en brazos de otro sujeto al que no podía distinguir, sin embargo no me resultaba desagradable estar cargada como si fuera un costal de papas, olía a cerveza con hierba, una mezcla deliciosa para mi nariz.
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Wiiii
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Prohibido
Romance"-Y aunque tal vez sea pecado yo me siento en el puto cielo." Sé, Ambos sabíamos, que dolería, aunque lo que duró fue lo que más añoraría. A veces sobran ganas, pero faltan fuerzas. Y es que... ¿Cómo ponerle un candado al corazón? -------- #46 fuerz...