Capítulo 23

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—Prefiero la opción número dos, la cual acabó de inventar y es "si no me dejas salir voy a gritar que me quieres hacer algo"—sonreí con desdén y de nuevo intenté pasarlo de largo, otra vez, no me lo permitió.

—¿Escuchas la música? ¿Escuchas a toda esa gente hablando? No seas tonta cielo, nadie va a escucharte—bien, si, si tenía algo de razón.

Me recargue en una pared, cerré los ojos y bufé esperando a que todo lo que tuviera que decirme fuera rápido para poder largarme.

-—Tienes cinco minutos, si no terminas no me interesa, prefiero saltar por la ventana a tener que escucharte—dije y como si lo que hubiera dicho fuera un chiste, soltó una carcajada.

—Bueno, entonces si no quieres oírme ¿por qué esperar? Puedes tirarte de una vez ¿no?—jodido idiota.

—Voy a escucharte porque hay una cosa llamada educación—soné seca al contestar, aunque no pareció tomarle mucha importancia.

—Necesitó que no comentes a nadie que tú y yo nos conocíamos de hace tiempo—mis ojos se abrieron como platos, lo miré con incredulidad, cualquier abismo de esperanza que tuviera sobre la teoría que mi cabeza había formado fuera mentira se esfumó con esas palabras, quería golpearlo, después quería que alguien me golpeará por ser tan estúpida.

—Genial, ¿es todo? Tengo que irme ya—negó.

—Nunca fue mi intención que todo lo que paso pasará, sólo ocurrió—no pude contener una carcajada, me acerqué a él y ahora si pareció sacarse de balance.

—Eres un hipócrita, un mentiroso y el peor de los idiotas, ¿qué querías? ¿Jugar conmigo? Sabías que éramos hermanos, ¿Por qué nunca me lo dijiste? ¡estás enfermo! ¡Dios! ¡deje que me besaras en más de una ocasión!—casi como imán mi mano se pego a su mejilla de un golpe.

Me ardía la palma, su rostro apenas estaba rojo.

—Eso no es lo peor, juro que no—los ojos se me llenaron de lágrimas así que tuve que parpadear varias veces—Lo peor es que quisiste utilizarme, jamás me dijiste que salías con otra chica aunque te lo pregunte, en lugar de hablarme claro decidiste darme señales confusas, lo peor, Dylan, no es que me hayas mentido, si no que tú seas mi hermano, mi mejor amiga tu novia y yo este sintiéndome como la estúpida más grande de la historia — no dijo nada, sólo me miraba de una manera tan extraña que no quisé descifrar.

Salí del lugar y caminé lo más rápido que mis pies me permitieron hasta la salida, de verdad no pertenecía ahí, de verdad no quería ponerme a lloriquear como cuando era una niña.

—¿Ya te vas?—la voz a mis espaldas me hizo girar y poner mi mejor cara, no, no porque quisiera, si no porque la apariencia era lo que ne quedaba.

—La verdad que no me siento muy bien—Elías, él hijo mayor de los Jones —los cuales eran millonarios empresarios—arrugó lo frente y me vio con diversión.

—Es que seguro no te han ofrecido bebida—rodee los ojos al cielo sin poder -ni querer- evitarlo, ante mi reacción a su comentario él volvió a reír.

—El tiempo ha hecho maravillas en ti, todavía te recuerdo siendo una chiquilla tonta con quince años, nunca me pareciste fea, ¿sabes? Pero ahora...—sus ojos barrieron todo mi cuerpo—No tengo palabras para describir su belleza, Señorita Morgan—tomo mi mano y depósito un beso en el dorso.

—Déjate ya de tantas cosas Elías, tengo prisa—se acerco más a mi, al punto de tener que encorvarse un poco sólo para que sus labios estuvieran a pocos centímetros de mi oreja, su respiración me daba cosquillas.

—¿Pues que hacemos aquí?—me separé solo para mirar sus curiosos ojos color verde que me miraban con curiosidad y otra cosa más, me ofreció su mano y no dude mucho en aceptarla.

Caminamos a paso decidido a la salida, él lanzaba comentarios tontos que en su momento me hicieron reír, sin embargo, antes de subir a su gran coche me tomaron por el antebrazo haciéndome volver hacia la persona dueña de aquella acción.

—El brindis ya va a comenzar, tus padres te están buscando—no pude mirar de otra manera que no fuera con furia al idiota de ojos celestes frente a mi.

—Pues, discúlpame si quieres, di que me sentía mal o que me drogue en el baño y me sacaron, o no digas nada, has lo que quieras, yo me largo—me quisé librar de su agarre pero éste, no sedia.

—¿Cuál es tu problema amigo?—había olvidado que estaba acompañada, bendita -no tan bendita- distracción.—¿Quién es él Madd? Y ¿Por qué mierda se cree que te puede llevar así porque si?—me aparté de Dylan y mire a Elías mientras negaba restando importancia a lo que estaba haciendo y diciendo el idiota de ojos celestes.

—Él ya se iba—aseguré, me volví hacia Dylan, esboze la mejor de mis sonrisas y complete—Y nosotros también—tome la mano que me ofreció Elías, pero antes de subir al auto, de nuevo me interrumpieron en el proceso.

—Buenas noches caballeros—saluda mi madre—Madisson, Dylan, es hora, haganme el favor de acompañarme—¿Hubiera sido buena idea subirme al auto igual y dejarla? ¡claro! Pero no quería tentar mi suerte, así que disculpe por lo bajo con el chico con el que planeaba irme y entré con Dylan siguiéndome.

La mesa principal resaltaba entre todas, mi padre y el Señor Baker estaban justo a lado del otro, en el centro, la mamá de Lara estaba a su lado, justo a la izquierda, le seguía Hilary, quien jugaba con sus dedos impaciente.

Sólo faltabamos mamá, Dylan y yo.

Dylan se posicionó justo a lado de papá, como si ya supiera que hacer y como hacerlo, mamá le seguía y claro que si, yo iba a su después.


—Primero que nada agradecemos la presencia de todos aquí, esperamos estén disfrutando la velada tanto como el champán—bromea el Señor Baker  muchos de los presentes ríen, pero su esposa lo fulmimaba con la mirada desaprobado totalmente lo que dijo, Lara parecía sumida en su mundo, de vez en cuando alzaba la cabeza y supongo que sólo era para comprobar que Dylan seguía ahí.

—Estamos sumamente orgullosos de este gran proyecto que ahora ya esta en marcha, estamos más que seguros de que esta función de empresas, de que Morker, será un rotundo éxito—fue el turno de papá para hablar y todos aplaudían.

—Hace unos años Erick y yo trabajábamos en lo que en ese momento fue una pequeña idea, una que ahora... bueno, ustedes ven en lo que se ha convertido—decía el padre de Lara.

—Éste, es más que un negocio, será parte de un legado, de nuestro legado—asegura papá.

Levantan sus copas con vino y comiezan a hablar de nuevo.

—Brindemos por este nuevo comienzo lleno de éxito para ambas partes, esperando que esto siga hasta después de que Gael y yo nos hayamos retirado del negocio, que nuestros hijos mayores, Dylan, Hilary...—él estómago se me revolvió, juro que quisé salir corriendo a vomitar—Sigan con el—

—Y sus hijos después de ellos claro, y así por generaciones—Completo el padre de Hilary, Dios Santo, quería vomitar en verdad.

Tomaron sus copas y después de estrellarlas con los demás alrededor beben, en mi caso hasta terminar todo el contenido.

—Aquí frente a ustedes, con ambas familias completas y reunidas en este sitio...—seguía hablando papá.

—¡Damos por inaugurada Morker company!—completa el Señor Baker y todos los presentes aplauden mientras se ponen de pie.

Cuando el ridículo liston enorme y rojo fue cortado por papá y el Señor Baker salí del lugar y podía asegurar que nadie me había visto.

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