Veinticuatro

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Esa tarde pasó lentamente castigadora para Hoseok. No podía dejar de pensar que odiaba su nuevo yo, no le gustaban los pensamientos que había tenido últimamente, ni mucho menos tener que ver lo mismo todos los días. Parecía que la vida se burlaba de él cuando salía al patio; podía ver la ciudad, pero estaba tan lejos que nunca podría llegar a ella ni siquiera con su imaginación.

Extrañaba al antiguo Hoseok, pero había una gotita de esperanza que le decía que todo se debía sólo al estar encerrado. ¿Quién no se deprimiría por eso? Bueno, Taehyung estaba todo menos deprimido, pero Hoseok era diferente a él; no era tan fuerte ni tampoco imaginaba las cosas que Taehyung había hecho antes. Ambos eran criminales, pero Taehyung estaba a otro nivel de insensibilidad.

Hoseok nunca había matado a alguien, ni le gustaba la idea. Taehyung sí, había matado a tantas personas que no podría contarlas con todos sus dedos si llegara a acordarse del número exacto. Hoseok no era uno de los criminales más peligrosos de América, ni había sido el más buscado antes de quedar preso, Taehyung sí. Hoseok no era tan jodidamente atractivo como Taehyung, él no tenía fanáticas enfermas de la cabeza que le mandaban cartas a la prisión.

Aún recordaba la risa que le daba a Taehyung cuando recibía las cartas.

"Chicas estúpidas e irresponsables que no tienen idea de a quien le escriben, deberían madurar; no sé en que mundo viven, pero matar gente no es algo digno de fanáticos. Algún día alguien les dará una lección, y no seré yo" Decía con las cartas a la mano. Era tonto, pero Taehyung sí las leía —No había mucho que hacer en prisión, más que leer el mismo libro todo el día o hacer trabajo forzado— Aunque llegaba a un punto que resultaba agotador, así que simplemente las tiraba. Leía alrededor de unas cinco o diez cartas y luego llegaba a la conclusión de que todas decían lo mismo. Todas eran de chicas enfermas y soñadoras que creían que los criminales eran atractivos y no peligrosos. "¿En que puto mundo viven estás idiotas?" decía Taehyung a carcajadas. Y tenía razón, alguien debía bajarlas de su nube. ¿En serio creían que un criminal se detendría para seducirlas y tener una historia de amor como la de Bonnie y Clyde? Por favor, esto era la vida real, no una novela romántica.

— Al menos tienes a alguien que te mande cartas —Hoseok dijo con una risa triste.

Taehyung lo miró y paró de reír.

— Tú no necesitas a alguien que te mande cartas ridículas para sentirte mejor. Eres un chico fuerte que fue capaz de proteger a su mejor amigo diciéndole que no te contactara. Eso no lo hace cualquiera. —le dio una mirada menos fría a las que normalmente daba, pero sin nada de pena, Taehyung odiaba la pena o la lástima. Como si lo dijera de corazón.

Hoseok le sonrió. Taehyung sintió algo en el estómago cuando los hoyuelos de Hoseok aparecieron, lo hizo sentir algo diferente. Alejó la mirada de él y volvió a las cartas.

Esto había pasado hace unas semanas. Cuando Taehyung parecía más amigable, cuando Hoseok le empezó a tener confianza.

Ahora en el presente, Hoseok no estaba tan seguro de querer ver a Taehyung. No quería hablar del beso, ni mucho menos quería tener que pasar toda la noche junto a él en la misma celda, pero eran las reglas —Una de las pocas que no podía romper.

Entonces escuchó una pequeña alarma; eso indicaba que era hora de cenar, pero en cuanto se levantó un guardia apareció con Taehyung esposado frente a él. Tenía la cabeza gacha y los cabellos le cubrían el rostro, también tenía sangre en su ropa. Hoseok se asustó.

El guardia lo metió a la celda y miró a Hoseok.

— Ponga las manos donde pueda verlas. —dijo el guardia. Hoseok miró a Taehyung asustado.

Make yourself harder to kill |vhope|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora