Treinta y siete

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Corregiré mañana jajsa, perdón si hay palabras feas por ahí.

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De nuevo. ¿Qué estaba haciendo?

Si no era su debilidad haciéndole una mala jugada, no sabía que era. Bien pudo dejar a Jimin ahí, pero algo en él le decía que no sería correcto. Se puso a pensar que si el fuera Jimin, le gustaría que un amigo pensara en él.

No supo como, pero vio a Xian en él. ¿Y si hubiera sido él? ¿También lo hubiera abandonado?

No.

— Maldita sea —dijo con las manos sobre sus rodillas, con la cara al suelo y con la respiración acelerada. Estaba cansado de correr, sentía que su cuerpo no daba para mucho más, pero no podía quedarse ahí. Estaba a unos metros de la oficina.

Levantó la vista y endureció su rostro.

— El antiguo Hoseok se estaría riendo de ti. —se dijo a si mismo— ¿Tan rápido te cansaste?

Negó con la cabeza. Se enderezó y caminó por lo que quedaba de pasillo. No escuchaba a los guardias, pero no debían estar muy lejos. Debían de estar buscándolo, otros debían de estar afuera, tratando de acabar con el equipo de Taehyung.

No tenía mucho tiempo, la guerra de balas allá afuera no podría mantenerse para siempre.

Aceleró el paso y llegó a la puerta. La abrió sin pensarlo primero —lo cual hubiera sido jodido si alguien estuviera ahí— pero afortunadamente estaba solo. Corrió hacia el escritorio y abrió todos los cajones, esperando que las llaves estuvieran ahí. Tenían que tener el número trece; esa era la celda de Jimin.

Si el destino quería que todo saliera bien, encontraría la llaves.

Habían muchos papeles y cosas sin sentido que no lo dejaban llegar al fondo del segundo cajón, pero hubo una hoja en particular que le llamó la atención. Se veía conocida.

La tomó y le dio la vuelta para buscar algún texto.

"Gwangju, Corea del Sur. Familia Jung "

Sus ojos se paralizaron.

Miró debajo de su mano, al fondo del cajón. Había otra carta.

"Busan, Corea del Sur. Familia Park."

— Maldito bastardo —dijo en voz baja. 

En su mano tenía la carta que había escrito a sus padres, y debajo de ella estaba una carta de Jimin. Aquellos idiotas no habían hecho ni el esfuerzo de entregarlas al correo, simplemente se las dieron al encargado y este las guardó.

Hoseok apretó el papel, arrugandolo. Su rostro se veía más enojado, porque lo estaba. Podía escuchar las risas de los guardias mientras leían su carta, una carta muy personal. Tomó las dos cartas y no las soltó, no iba a dejarlas.

Levantó su vista a la pared y vio un cristal con llaves de repuesto, cada uno con el número de cada celda. La suya no estaba porque la tenía Namjoon. Entendió que lo guardias habían tomado el manojo de llaves, pero afortunadamente existía esa linda pequeña estantería. Parecía que susurraba su nombre.

No tenía tiempo para encontrar algo con que romper el cristal, así que usó el codo. Sintió un dolor agudo en el, posiblemente algún pequeño pedazo se le había enterrado, pero no le prestó atención. Metió la mano y sacó la llave número trece.

Bingo.

Salió de la oficina sin hacer ruido y corrió por el pasillo hasta donde estaba Jimin. Conforme más se acercaba, el sonido de las balas y los gritos se hacían más fuerte. Fue un golpe de adrenalina que le dijo "Se te acaba el tiempo." Hoseok apresuró sus pasos. Estaba consiente de que sólo perdía energía, pero el tiempo era crítico, no había tiempo de caminar.

Make yourself harder to kill |vhope|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora