Cuarenta y seis

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Era su pasado oscuro el que lo atormentaba. Las cosas que había hecho y que no podía borrar. Todos los rostros de la gente que había asesinado, sus voces cortadas, suplicándole que no lo hiciera. Claro que él lo ignoró y asesinó sin tomarse un segundo en sentir misericordia. 

Jugó a ser Dios, y terminó enterrado en su propio infierno.

Era la seguridad con la que arrebataba vidas, la agresividad de sus jugadas silenciosas que terminaban con la gente inocente. El sonido de su arma siendo disparada una y otra vez le hacía palpitar las sienes. Ver como caían los cuerpos sin vida por su culpa en algún momento lo llenaron de satisfacción. Era el dueño de su propia vida, pero poco a poco empezó a perder el control, y dejó que sus demonios ganaran. Se dejó vencer sin darse cuenta.

Se sintió tan bien llegar a la cima que no supo como bajar sin morir. Se dejó consumir por el egoísmo y la crueldad, castigando a quien fuera.

Taehyung ya no dormía, ya no se detenía a recordar quien era. En cambio, se dejaba llevar por el sabor único del whisky en aquellas solitarias noches.

Ahora que estaba con Hoseok, no podía comprender por qué. ¿Por qué Hoseok está conmigo si no lo merezco?

No se trata de merecer, se trata de aprovechar.

Taehyung se asustó de su propio recuerdo. Recordó como solía ser su rostro antes; duro e inexpresivo. Recordó como es que sin dudarlo apretaba el gatillo del arma, sin mirar quien estaba frente a él. 

Para ser sinceros, ambos tenían pasados mórbidos que cada cierto tiempo les pateaba el presente, din dejarlos dormir sólo por el recuerdo. No, ni Hoseok ni Taehyung eran santos, ninguno era esa clase de hombres que merecía una segundad oportunidad, mucho menos se arrepentían. Se sorprendían de como solían ser, pero no eso no significaba que de alguna manera lo borrarían. No podían hacerlo, y no lo harían.

Hoseok recordaba como solía adorar meterse en problemas. Recordaba que a los trece años robó una tienda sólo por diversión, y que a los dieciséis se tatuó por primera vez con un ex convicto. Se tatuó los nudillos junto a una "x" en el cuello, del lado izquierdo.

No había motivo para hacerlo, pero esa madrugada Hoseok regresó a casa con tinta en el cuerpo. Ahí fue cuando sus padres parecieron no soportarlo, cuando se dieron cuenta de que su actitud no era la de un chico juguetón y rebelde, sino la de un futuro criminal.

La primera vez en prisión fue cuando tenía diecinueve, todo por apuñalar a otro chico. Recuerda como los policías lo sujetaban con fuerza en camino a la estación. Hoseok posó para la cámara, con un ojo morado y una mirada oscura que ocultaba lo que su mente retorcida guardaba. Ahí sus padres lloraron por él. Fue cuando ellos dejaron de temer por Hoseok y empezaron a temerle a él.

— ¡Enorgullecete de mí mientras puedas, madre! —dijo Hoseok azotando la puerta de entrada, con un paquete de cigarrillos en su bolso derecho del pantalón.— Porque no volverás a verme.

Su madre corrió tras él.

— ¡Déjalo irse! ¡Ese bastardo no es nuestro hijo! —su padre la detuvo. Hoseok inclinó la cabeza, de alguna manera retándolos— Nosotros no criamos a un criminal, él no es Hoseok.

Hoseok ignoró la sensación de destrozo en su corazón. Endureció su rostro y lamió sus labios.

— No, te equivocas —soltó una risa cínica— Soy Hoseok, tu pequeño Hoseok, ¿Recuerdas? —le apuntó— Lamento haberte decepcionado, lamento haberlos decepcionado, a ustedes y a mi hermana —sacó su paquete de cigarrillos— Ustedes no criaron ningún monstruo, a ningún bastardo. Ese se creó solo. —sonrió, abriendo los brazos, con un cigarrillo entre los labios.

— Estás ebrio, Hoseok —dijo su madre en llanto— Necesitas ayuda.

— La necesitaba. Ya no más. —sacó el cigarrillo de su boca y lo puso detrás de su oreja— Es un poco tarde ahora.

 — ¿Qué hicimos mal? —su madre se acercó— ¡¿Qué hicimos para que fueras así!? —le tomó de la camisa y lo jaloneó. Su padre tuvo que detenerla.

Hoseok sonrió triste, acomodándose la camisa.

— No hicieron nada. Eso es lo que hicieron.

Su madre se quedó con las palabras en la boca. Miró a Hoseok como si no pudiera sostenerse más en pie y no cambió su expresión hasta que Hoseok se fue.

— ¡¿Y a dónde crees que vas a ir?! ¡Porque si cruzas esa puerta no podrás volver, te lo advierto! —gritó su padre.

Hoseok tomó de nuevo su paquete de cigarrillos y se los lanzó.

— No me olviden como soy ahora, porque seré jodidamente peor en el futuro. No querrán imaginarme así —Claro que estaba ebrio como el demonio, pero aún así se fue. Cruzó la línea de la propiedad y desapareció, sin dejar rastro.

Su silueta fue desapareciendo, y así fue hasta la actualidad. Sus padres no supieron de él nunca más, fue como si Hoseok nunca hubiera existido. Su hermana, Jiwoo preguntaba por su hermano, y sus padres no sabían que responderle.

"Él está bien, Jiwoo."

Y ahí acababa la conversación acerca de la persona que alguna vez fue Hoseok.

Ciertamente ambos habían nacido para conocerse. El universo lo hizo de nuevo; juntó a dos de los peores desastres en la faz de la tierra y los hizo enamorarse. ¿Quién fue el que pensó que sería buena idea? Ciertamente no era inteligente. Porque lejos de conquistar el mundo, se volvieron débiles y blandos. Ambos empezaron a necesitarse.

Hoy en día, Hoseok y Taehyung estaban bien. Ninguno de los dos era el mismo y habían aprendido a controlarse, no siendo mejores personas, pero si suprimiendo los demonios que cargaban.

¿No sería peligroso que volvieran a ser como antes? Sólo imagínenlo; ambos siendo los mismos monstruos de antes, pero esta vez juntos. ¿Qué creen que pasaría primero? ¿Que ambos se intentaran asesinar o que pusieran al mundo de cabeza? Tal vez las dos al mismo tiempo.

Tal vez serían obligados a cambiar y ser las personas que ocultan en el fondo de sus deseos más oscuros. Tal vez los antiguos monstruos tendrían que volver.

— Por el futuro próspero que nos espera, señores —dijo levantando su copa al aire.— Hemos decidido que el premio gordo es pequeño, así que iremos al siguiente nivel. —sonrió— Daremos todo de nosotros, y muchos morirán, pero hay algo seguro; —sonaba tan convencido que no cayó en cuenta de lo peligroso que era— Ganaremos esto.

Todos alzaron sus copas.

— Por nuestra noche, caballeros. —dijo otra voz.— Que no se pierda la costumbre de ganar.

— ¡Salud! —dijeron al unisono.

Henry tomó de su copa rápidamente, y a pesar de eso sus ojos seguían viéndose sedientamente enfermos. La idea de acabar con el impero Kim era llamativa y placentera que su rostro no podía ocultar cuantas ganas tenía de hacerlo. Cuando terminara todo esto, ellos serían los más ricos de América y Kim Taehyung dejaría de existir. 

— Esta es la noche en que tomaremos el control. Nos bañaremos en la sangre de ese bastardo si es necesario —sonrió— Los papeles cambiaron, caballeros. Vamos a cazar. —Taehyung no imaginaba lo que vendría. Habrá sangre derramada, habrán vidas que se perderán. Y ellos atacarían cuando menos lo esperara. ¡Esta era la noche del renacimiento! ¿Puedes sentirlo en tu piel?

Los papeles se invirtieron, cariño. Ahora el cazador sería cazado.

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pied piper

Make yourself harder to kill |vhope|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora