Veinticinco

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Con el sonido del agua cayendo, nada podía perturbarlo. Era un momento reparador y analgésico que lo hacía distraerse de los ruidos más allá del cuarto de baño. Era el agua y él, tranquilizándolo y haciéndolo alejarse de los murmullos y ruidos en el comedor y el patio. Todo lo demás se difuminaba.

Taehyung amaba los baños con agua caliente, extrañaba tomarlos en su baño, en su —enorme y alejada— casa que se encontraba en medio de la nada. Era una ventaja cuando tenía ganas de ver el mundo exterior sin que alguien lo molestara. En esa casa sólo estaban él y su hija. Ambos vivían felices... hasta el día en que fue arrestado. Taehyung no permitió que la policía se llevara a Suni, así que cuando uno de sus jefes de seguridad le avisó sobre la policía en camino a su casa, llamó a su madre —a quien no había contactado en años— y le pidió, le rogó que cuidara a su hija. Le dijo que no había tiempo para explicar.

"¿A dónde vamos, papi?" —le preguntó Suni cuando Taehyung empezó a hacer sus maletas.

Taehyung no se detuvo a mirarla y explicarle calmadamente, porque si perdía tiempo y ellos lograban llevársela nunca se lo perdonaría.

"Papi tiene que irse, tú tienes que obedecer a tu abuela, ¿sí?" —dijo cerrando la maleta rosada— "Volveré, cariño" —En serio lo intentó, pero no pudo. Tuvo que abrazarla, aspirar su olor a shampoo de fresa y mantenerlo con el para nunca olvidarlo. Era curioso; Taehyung odiaba la fresa, pero Suni la amaba.

"Pero yo no quiero que papi se vaya" —su voz sonó frágil. Taehyung sabría que lloraría, y él no podría con eso.

"Yo tampoco quiero irme, bebé" —la apretó más contra él, y no quiso soltarla, pero tenía que hacerlo. Ya había perdido mucho tiempo.

Él podría ser torturado, ir a prisión y ser golpeado hasta la muerte, pero nunca, nunca dejaría que alguien tocara a su hija. No permitiría que la llevaran a un centro de infantes; la perdería para siempre. Y en un mundo así, donde Taehyung no tenía nada, no estaba dispuesto a perder su único tesoro. La razón por la que se levantaba todos los días y seguía adelante.

Si no fuera por Suni, Taehyung estaría muerto.

Es curioso, porque los padres cuidan a sus hijos, pero en este caso Suni era la que cuidaba de su padre. Ella lo animaba y lo abrazaba cuando sentía momentos depresivos.

Suni era un sol. Taehyung muchas veces pensaba que no la merecía.

Y bien, su madre llegó y se llevó a la niña consigo. Ni siquiera quiso ver a Taehyung, no le dirigió mucho la palabra, ni Taehyung lo hizo con ella. Habían ciertos resentimientos familiares entre ellos, pero si había un lugar donde Suni estaría protegida era con su madre. No cabía duda.

Cuando vio el auto marcharse, su preocupación desapareció. Se dispuso a destensar sus hombros y bajar la guardia. Iba a ser capturado, lo sabía, y no había algo que pudiese hacer; si intentaba huir era muerte segura. Así que sólo se sentó en dirección al enorme ventanal frente a su sala y se sirvió un vaso de whisky. Disfrutó de la vista por última vez, escuchó los pájaros y la soledad que reflejaba aquel lugar tan tranquilo. No pasaron muchos minutos cuando las sirenas policiales hicieron acto de presencia. 

Taehyung le dio un trago a su vaso, no sintió miedo ni ansiedad, él sabía que era hora.

Los policías salieron de sus autos.

"¡Las manos donde pueda verlas!" —gritaron al otro lado del cristal.

Taehyung bajó el vaso tranquilo, no sin antes acabárselo. Le echó una mirada divertida a los oficiales y levantó las manos. No podía creerlo, realmente sucedía.

Make yourself harder to kill |vhope|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora