Capítulo 25 -•- Percabeth

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        Llevo recorriendo el jardín hace varios minutos y no encuentro a nadie, ni dentro ni fuera del Castillo, solo desperté entre las flores... No sé ni siquiera donde han quedado los demás. Me quedé admirando las rosas de distinto tonos, tengo que entretenerme en algo en lo que aparecen ¿No?

         —¿Te gustan?

         —Son hermosas —me giró lentamente— ¿Has visto a los demás? Pareciera que me han dejado aquí botada —lo dije con gracia.

         —Ven conmigo, tienes que esperar pero antes te cuento algo. —¿Estoy soñando?

         —No sabía que esto era un sueño.

         No recibo respuesta y ella caamina por delante, me apresuro para alcanzarla, se quitó la capucha de la capa dejándome ver su hermoso cabello castaño claro, está sujeto atrás con una hermosa trenza, se gira para mírame con la elegancia que nunca tendré. Por fin puedo mirar cómo es, su piel parece de porcelana, ni una arruga o alguna marca que arruine su piel, sus ojos son color miel ¿Cómo puede ser alguien tan perfecto?

          —¿Por qué nunca me habías dejado mirarte?

          —Me gusta mantener el misterio. —Sonrió— Caroline... —suspiró— lograste increíbles cosa corazón, pero terminas haciendo un caos después de todo aunque también los has salvado en varias ocasiones. Bianca, tu madre biológica no te dejara tranquila... Todas las madres son así —dijo en un susurro lleno de tristeza—. Para no hacer esto más largo te diré cómo es; intentarán acabarse los unos a los otros, no podrán estar juntos tanto la magia como los que no la posean... Me equivoqué de nuevo con la profecía, siempre pasa lo mismo, siempre... Así es el resumen de esto, no hay salidas.

       —¿En qué te equivocaste? —me miró, no estoy segura de haber escuchado bien.

        —No... Ahora no te lo voy a decir, tal vez después pero ahora no es tiempo, aún se puede cambiar. —Se acercó a mí y acarició mis mejillas con sus nudillos, su tacto es frío pero delicado.

       —Me recuerdas a mí... —Sonrió con amargura— Es momento de despertar.

        —Dime de una vez lo que tienes que decir.

        —No hay suficiente tiempo, si no despiertas ahora tal vez no podrás después.

        —¿Por qué siento que me mientes para no decirme?

         —A veces sentimos cosas que no son. —Saco algo de su tobillo y retrocedi al ver lo que es— ... No tengas miedo, no te haré nada. —La dejó en el piso y extendió y mano para que la tomara ya asi lo hice.

       Me jaló hacia ella con fuerza, apareciendo la daga en su mano y clavandola en mi costado, apreté sus brazos al sentir la daga quemar atravesando mi piel.

       ¿Pero en serio estoy dormida? Siento el dolor tan real. Poco a poco voy terminando en el pasto con ella ayudándome para que no caiga de golpe.

        ¿Quién me asegura que no estoy muriendo? Comienzo a entrar en pánico pero un pensamiento se hace presente haciendome tranquilizar un poco.

       ERES UN VAMPIRO CAROLINE, IDIOTA, SANAS PRONTO.

        —Estoy muriendo... —dije con un hilo de voz llena de pánico.

        —No, no lo haces, estás soñando, despierta. —Insistí con eso, no puedo despertar y ya estoy dudando de poder hacerlo.

        —No estoy soñando.

El bosque lll •Sacrificio•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora