Capítulo 4 -•- Dos rosas

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         Lo único que se escuchaba eran los pasos entre la nieve, Dante caminaba delante de Caroline, ésta ocultaba su felicidad en ese momento, el frío se colaba por su ropa y capa, su nariz se enfriaba a más no poder pero era un frío agradable, tal vez no era el frío el que era agradable, sino el acompañante que tenía en ese momento, sus ojos se desviaron al anillo de Dante dejando que llegarán las escenas de cuando se lo había dado.

         —No sé ni porqué te sigo en esto —Dante no estaba molesto con ella, al contrario, estaba molesto con el mismo por dejarla salirse con la suya, pero al verla de aquella manera y su forma de decir las cosas... No le quedó más que aceptar, simplemente no tenía fuerza de voluntad, no con ella.

        —Oh por favor, mi compañía no es tan mala.

         —Eso crees tú, donde quiera que vayas los problemas son más que obvios, eso todos lo saben, hasta el que no te conociera lo sabría.

           —Deja de ser tan pesimista —caminó a su lado— todo va a ir bien.

           —Si tu padre se da cuenta... —Esas palabras ya la habían hartado de tantas veces que las había escuchado.

           —No lo hará, será un secreto.

           —Debes de tener en cuenta que se dará cuenta tarde o temprano. —Su miedo crecía, no por que su padre se enterará, sino las consecuencias que esto tuviera y terminarán alejándola nuevamente de él.

         —Tú sólo goza antes de que nos corten la cabeza y ya, fácil y simple.

          —A veces quisiera tener esa despreocupación que tienes tú y así poder hacer muchas cosas —no es que Caroline estuviera despreocupada, lo que pasaba es que no lo podía ver, pero en ese momento no le importaba mucho por una simple razón; Dante le ayudaría en algunas cosas y estaba feliz por ello.

         —¿Y que te impide hacerlo?

         —Las consecuencias de las consecuencias —contestó.

          Si en ese momento tuviera el valor de  actuar de esa forma, besaría a Caroline, y temía que si lo hacía Caroline lo golpeara y por si fuera poco que despues de eso menos  le permitiera estar cerca suyo y no solo unos días sino para siempre.

           Caroline no entendío la referencia pero optó por no preguntar más.

           Se pusieron las capas al llegar a un  pueblo, la mayoría de los habitantes ahí vestía de negro y tenían un dije ya sea en un collar, una pulsera o donde fuera; era un círculo con tres picos abajo y una línea por el centro dejando los bordes sobresaliendo un poco. En cuanto cruzaron las grandes enredaderas llenas de espinas todos ponían sus ojos sobre ellos curiosos, no harían nada contra ellos si no lo hacían ellos antes. Habían llegado dónde podían encontrar lo que sea que ocupara magia negra, los chicos sentían como si pudieran ver más allá de lo que todos podrían, sentían que sus secretos ahora eran suyos. Sus facciones eran duras, nadie sonreía pero eso no quería decir que no lo hicieran, solo eran más reservados, ahí no había platica como en los demás Reynos y lo preferían así después de todas las emboscadas por parte de algunos por acabar con ellos.

          —¿Aquí nadie sonríe? —susurró Caroline a Dante ganandose algunas miradas.

           —Mejor cállate ¿quieres? —le susurró de vuelta.

           Date solo había visitado ese sitio una vez que quería encontrar a su padre y había olvidado lo frío que era, pero sabía perfectamente dónde estaban las rosas negras, las había visto una vez.

El bosque lll •Sacrificio•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora