Mis ojos tienen un color verde claro, un color que varios días podría cambiar de forma impredecible. Mi cuerpo es pequeño, mis brazos y mis piernas son delgadas, mi altura no es mucha, ni tampoco mi fuerza. Mi rostro es suave, como toda la piel de mi cuerpo, mi cabello cae alrededor de mi cabeza de forma algo rebelde. Por dentro soy un desastre, no puedo contar con exactitud todas las veces que he tenido lagunas mentales por causa del alcohol, o he despertado en camas de hoteles desnuda, o he aparecido tirada sobre el suelo de algún lugar en donde la noche anterior hubo la mejor fiesta de la vida. La mejor fiesta de la vida... Así es como mis amigos me describen.
Nunca me interesó más que eso, mi niñez fue una locura, mi hermano y yo destruíamos cada cosa que veíamos, cada cosa que nos parecía curiosa o bonita la quemábamos o la partíamos en pedazos. Éramos así y hasta la fecha seguimos teniendo ese mismo comportamiento rebelde y destructivo. Dentro de mí no hay nada más que eso, y a pesar de que de verdad me importan mucho las personas que más quiero, fuera de eso los sentimientos siempre han sido irrelevantes, siempre han sido innecesarios y molestos. ¿Por qué la gente se molesta en crear drama cuando la felicidad es una cosa que puedes conseguir bailando sobre la mesa de un local sucio y oscuro junto con tu mejor amiga ebria? Así he pensando siempre, sí, pero últimamente... no ha sido así.
Mi mente está absorta entre dos ojos del color de las avellanas, un claro que llega a ser verde muchas veces, entre el brillo del color oscuro de su cabello que cae sobre su frente y se mueve con la brisa fresca del verano, entre esos labios finos que se arquean para formar y mostrar una tierna y tímida sonrisa amable a la chica con la que habla en frente de él. Sí, últimamente es en eso en lo que he estado pensando.
—¿Me estás escuchando? Jane, mis padres se divorciaron y me están dejando a mí la decisión sobre con quién voy a vivir... ¿No te parece lo suficientemente importante para siquiera escucharme?
Vuelvo la vista a Alexa que habla apresuradamente delante de mí con algo de nerviosismo y mucha preocupación.
—Claro que te escuchaba —aseguro encogiéndome de hombros y volviendo la vista a la libreta de Inglés que está sobre la mesa del local en el que ambas estamos pasando el tiempo del receso.
—Claro que no, si de verdad me estuvieras escuchando ahora me darías un consejo sobre con quién quedarme. Te dije que mi padre era demasiado frío y casi nunca estaba en casa, eso podría beneficiarme para cuando necesite salir a una fiesta en la madrugada y volver la tarde del día siguiente... Sé que él nunca lo notaría. Aunque por otra parte a mi madre no le importaría, podría salir a las 5 de la mañana y ella nunca diría nada, el problema es que ella siempre está en casa, ya que su trabajo está delante de una mesa de escritorio en esa vieja máquina de escribir, y además es mucho más sensible que papá, o eso me he dado cuenta... ¿Quién diablos pasa todo el día sintiéndose deprimido solo porque su querido personaje está sintiéndose de la misma forma? ¡Es una completa loca! Suerte que esos estúpidos cuentos de amor para chicas pre-adolescentes sacan un poco de dinero, sino estaría deprimida y en bancarrota —se queja Alexa mientras termina de dibujar el boceto sobre mi rostro.
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Reckless and Dangerous (Gerard Way)
Fanfiction«No es sencillo ser la misma de antes cuando las personas te dejan, cuando solo se van y te dañan.» Es lo único que no dejaba de pensar Jane, la muchacha fría y rebelde que solo quería pasar un gran rato de diversión con sus amigos, sin importar que...