Es lunes, un triste y ajetreado lunes, un lunes con la peor mañana en la que Alexa y yo hemos despertado. Todavía hacía un frío increíble en ese momento, pero fue mucho peor cuando escuchamos que alguien entraba a fuerzas a la cabaña. ¿De quién se trataba? Pues nada más y nada menos que del padre de mi amiga, el señor Williams.
Bueno, era claro que algún día nos iban a encontrar. Aunque por un momento creo que una semana fue demasiado para que el padre de Alexa comenzara a buscar en todas sus propiedades, luego pienso en la cantidad enorme que debe de tener alrededor de todo Nueva York y lo veo todo más razonable. Sí, es cierto, todas las cosas buenas en algún momento deben terminar.
Pero la forma en la que se llevó a Alexa y me dejó a mí a un lado de una parada de autobús no fue para nada cortés. Tuve que tomar un montón de autobuses para poder llegar a penas a la segunda hora en la escuela. Tampoco quise llegar a casa, seguro a mí también me iban a recibir con un montón de gritos y regaños, incluso de Luca, ya que esta vez no le avisé absolutamente nada de a dónde iba o con quién, o siquiera si estaba bien. Así que creí que lo mejor era llegar simplemente a la escuela como si nunca hubiera pasado nada.
Aunque era obvio que nadie en el instituto iba actuar así, porque seguramente todos se enteraron del intento de suicidio de Alexa, del golpe que le propinó Axl a Gerard y de todo el drama de la desaparición de mi amiga y yo durante una semana. Así que no, sucedía todo lo que yo evitaba que pasaba. Y aun así, lo único en lo que pensaba era en Gerard... ¿Cómo estará? ¿Estará todavía herido por el golpe? ¿Estará enojado? ¿Decepcionado? ¿Aburrido de mi comportamiento inmaduro? No lo sabía, y las entrañas se me revolvían a cada paso que daba en el interior del instituto, ya que temía por si veía a Gerard y descubría que sí, que en realidad estaba así, se sentía de esa forma, o si de plano ya ni siquiera se acordaba de mí.
Sin embargo, no lo vi en toda la mañana, y, por desgracia o por suerte, las clases que me tocaban a esa hora no las compartía con él. Así que lo único que hice fue sentarme en el pupitre e ignorar las miradas raras que me lanzaban algunos compañeros.
Que se jodan... ¿Quieren saber qué es lo que pasa dentro de mi cabeza? Pues tendrán que imaginárselo, porque yo no voy ni siquiera a mirarlos.
Así es como pasé el tiempo, viendo las nubes en el cielo azul, perdida en mis pensamientos, dándome cuenta de lo poco que a veces volteamos a ver el cielo... Es pacífico, magnífico, también hermoso. Aunque supongo que muchas personas considerarían insignificante mirar el cielo, yo en cambio creo que es realmente tranquilizador. Las únicas veces que he visto el cielo de la forma en la que lo he visto toda la mañana han sido cuando estoy ebria o bajo los efectos de alucinógenos. Sin embargo, ahora solo estoy aburrida y, sinceramente, creo en la posibilidad de que toda esta fascinación y alboroto por algo que siempre ha estado ahí es solo porque estoy tratando de matar el tiempo pensando en algo más que las clases.
Ufff. Será mejor que siga pensando, porque ahí viene el profesor de Idiomas.
Deja su gran maletín marrón de cuero sobre el escritorio y fija la mirada en mí.
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Reckless and Dangerous (Gerard Way)
أدب الهواة«No es sencillo ser la misma de antes cuando las personas te dejan, cuando solo se van y te dañan.» Es lo único que no dejaba de pensar Jane, la muchacha fría y rebelde que solo quería pasar un gran rato de diversión con sus amigos, sin importar que...