XLIV

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Algunas veces he estado fuera de mi mente, como si estuviera en un mundo completamente diferente

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Algunas veces he estado fuera de mi mente, como si estuviera en un mundo completamente diferente. Las estrellas y las lunas estaban ahí en ese mundo, también las risas y los escenarios nocivos y caóticos. Algunas otras veces era en otros panoramas cuando en mis labios se instalaba una sonrisa, como cuando Luca y yo solíamos hacer travesuras cuando éramos pequeños, cuando mis amigos y yo hacíamos enojar a los maestros, cuando hacíamos espectáculos en la calle y más de una vez terminamos en la correccional.

Siempre eran momentos que me daban una felicidad que, si bien no era permanente, sí era real... El momento que duraba. Y era suficiente porque era la única felicidad que conocía y que quería en esos momentos.

Había descubierto otra en el pasado, pero esa, sin embargo, me había dejado un profundo dolor en el corazón al desaparecer.

Así que aquí estaba yo, recostada en la camilla del hospital a un lado de un chico que me mira con ojos brillantes, con una sexy sonrisa que me quita el aliento y con la mirada más atractiva que había visto antes, a pesar de los moretones que tiene en el rostro y que le dan un aire autodescructivo que no creo que tenga. Y el tiempo parece que no corre, que las horas de la noche que se acaban en cuanto pasan los segundos no tienen importancia, que el frío del fin de mes que se acerca no nos molesta y que los ruidos y los problemas preocupantes de los demás no nos interesan.

Estamos sólo nosotros dos en un lugar donde nadie más puede entrar, un lugar del que no me quiero ir nunca, por más aterrada que esté de estar ahí.

Y mientras miro ese par de pupilas no puedo creer todo lo que hay en mi interior, cada sentimiento que tengo por él. Percibo tantas emociones dentro de mí que no puedo ni siquiera reaccionar. Vuelvo al pasado cuando estoy con él, la sensación de cada pequeño logro que obtuve en mi vida vuelve a estar presente, la sensación de cada risa y noche de diversión que alguna vez me hizo feliz antes ahora estaba de nuevo aquí, y ardía en mi interior, y me emocionaba, y también me tenía completamente paralizada y sin aliento. Todo eso es lo que soy capaz de sentir cuando estoy con él.

No se puede describir la sensación de vacío en el estómago, el corazón palpitando con fuerza, la cabeza que te da vueltas y la sonrisa que no se borra de tu rostro. No hay nada más que eso, tampoco necesitas más que eso.

Había probado varias drogas en el pasado, pero ninguna... como esta.

—Lo siento. —Vuelve a disculparse en voz baja—. Lo siento tanto, estaba tan ebrio y tan desesperado por volver a verte que...

—Está bien, no sigas más —lo interrumpo rápidamente y cierro los ojos con fuerza al recordar el momento—. No me hagas pensar en nada más, por favor. Estos momentos son tan pocos en la vida, y sé que cuando la noche termine todo esto habrá desaparecido.

Gerard ladea ligeramente la cabeza y acerca su mano a mi rostro para tocar con delicadeza el moretón que ya casi ha desaparecido

—¿Como en los cuentos de hadas? —pregunta, aún en voz baja.

Reckless and Dangerous (Gerard Way)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora