LIV

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-¿Que es lo que estás haciendo? -le pregunto a Gerard, tratando de ocultar el dolor que siento por dentro

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-¿Que es lo que estás haciendo? -le pregunto a Gerard, tratando de ocultar el dolor que siento por dentro.

Sus ojos no me miran, tiene la mandíbula tensa y sostiene la mano de Roxane con firmeza.

Esta es la segunda vez, la segunda vez en una noche... ¡Maldita sea!

Ryder se acerca rápidamente a mí y me toma de la mano, con la intención de alejarme de la pareja casada y sacarme de una buena vez de aquí, sin importar qué digan sus compañeros en su trabajo o su superior.

Aunque yo me separo con fuerza de él y me pongo justo delante de Gerard. Y me quedo ahí por un segundo que parece una eternidad, un segundo en el que el tiempo nuevamente se detiene y sólo él y yo existimos en un lugar apartado del mundo que conocemos, y de las demás personas también. Aunque él, de forma inesperada, aleja la mirada de mí y nos saca de ese mundo inexistente de forma brusca e imprevisible, y da un paso hacia adelante.

-¿Te haces a un lado? Mi esposa y yo vamos a ir a nuestra casa -espeta entre dientes y mirándome fijamente a los ojos con furia.

Me siento pequeña ante su mirada, y no tan sólo por la forma en la que me habla, sino también por todos los sentimientos con los que dice cada palabra. Y su forma de mirarme... me está matando a cada segundo, pero no en un buen sentido.

Y duele verlo ahí delante y saber que ahora es él el que quiere que me aparte de su camino, duele como el infierno ver que está tomando la mano de una chica y que la va a llevar a su casa, duele saberlo e imaginar que hay una posibilidad de que la bese de la manera que me besó esta noche, que la toque como me tocó, que le hable de la forma tan especial como me habló a mí. De verdad que duele horriblemente.

Y sin embargo sigo ahí parada como si tuviera una armadura de hierro, un escudo y una espada, cuando en realidad estoy hecha un desastre por fuera -y por adentro también, indudablemente-. Y alzo el mentón y cruzo los brazos, sin dejar que él sepa que su actitud, la forma tan furiosa o indiferente con la que me está mirando y la manera en la que sostiene la mano de esa chica castaña me está destrozando por dentro.

-Tu maldita esposa es un chiste -digo con firmeza, y la chica inmediatamente alza las cejas y da un paso hacia delante.

-¿Disculpa?

Aunque Gerard rápidamente la aleja de mí y la pone detrás de él.
Él siempre ha sido más alto que yo, es por eso que su mirada desde arriba ahora me parece intimidante, y sus ojos no dejan de arder con coraje antes de comenzar a hablar frente a mí.

-No, tú eres un chiste, Jane, un chiste que comienza a volverse irritante. Y no tan sólo irritante, sino que problemático e innecesario. Y también hiriente. Eres ese maldito chiste negro que nadie quiere escuchar, eres ese maldicho chiste que me ha puesto en millones de situaciones autodestructivas, que me mandó al hospital, que me causó hematomas. Eres un chiste malo, Jane, un chiste que no vale la pena escuchar -dice mirándome directamente a los ojos, con esa misma firmeza con la que sostenía la mano de la chica.

Reckless and Dangerous (Gerard Way)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora