«No es sencillo ser la misma de antes cuando las personas te dejan, cuando solo se van y te dañan.»
Es lo único que no dejaba de pensar Jane, la muchacha fría y rebelde que solo quería pasar un gran rato de diversión con sus amigos, sin importar que...
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"Estoy desesperado. Realmente necesito verte. No tienes idea de lo horrible que es cargar con una conciencia sucia, principalmente sabiendo que eres tú la causa de eso, y que yo provoqué que tú fueras la causa de eso. Necesito hablar contigo, por favor, Jane, por favor no me saques así de tu vida como si nada... Te lo suplico, contesta a mis mensajes y a mis llamadas, por favor."
Alexa termina de leer el mensaje en mi celular y yo muerdo con fuerza mi labio. No he dejado de llorar en ningún segundo, una presión se crea en lo más profundo de mi pecho y me deja exhausta, casi como si hubiera estado corriendo toda la mañana sin ningún descanso. En realidad, parte de eso es lo que está pasando... No he tenido un sólo descanso desde que Gerard apareció en mi vida.
—Es un imbécil. Todavía tiene el descaro de llamarte y ponerte peor. ¡Dices que está casado! Seguramente también tiene hijos... ¡Y aun así se atreve a golpearte!
—Es... complicado —respondo con voz apagada y jugando con la servilleta delante de mí en la mesa del bar en el que estamos.
—Oh, Jane, tú adoras esa palabra, pero no es así, esto no es tan complicado como parece. Él te engañó, como tú misma dijiste, te hizo creer que había una posibilidad cuando ni siquiera estaba libre. No merece que lo vuelvas a ver en su vida de nuevo siquiera —me responde con una furia e indignación con la que no la había escuchado hablar antes.
—Ese es el problema —murmuro sin atreverme a mirarla a la cara.
—¿Cuál?
Los ojos se me humedecen lentamente y la desesperación nuevamente comienza a crecer en mi corazón.
—Q-Que yo también necesito verlo desesperadamente.
Alexa baja la cabeza y suelta un gran suspiro, un suspiro que quiere decir: «Mierda, esto es más jodido de lo que pensaba». Puedo intuirlo, en la forma en la que me ve y trata de ocultar la lástima que siente por mí al estar llorando en un bar por un chico que está casado y que, probablemente como dijo Alexa, tenga ya una familia creada.
—¿Por qué, Jane? ¿Por qué haces esto? —pregunta Alexa con voz lenta pero apagada.
Yo levanto abruptamente la mirada hacia ella y fijo mis ojos en los suyos con desesperación.
—¡No lo sé! —exclamo de pronto con frustración—. ¡Maldita sea! ¿Crees que no me siento patética? ¿Crees que no me siento como la peor basura del mundo? Me golpeó cuando estaba ebrio, y en lo único en lo que puedo pensar es en que necesito verlo... hablar con él... estar con él una vez más.
—Pero, Jane... —la interrumpo.
—Me duele, duele mucho Alexa, no tienes idea de lo mucho que duele todo esto. Pensé que él era diferente, pensé que él no me iba a lastimar de esta forma, pensé que él de verdad se preocuparía por mí. Y me duele saber que todavía lo necesito, todavía necesito estar cerca de él para sentirme mejor, todavía lo quiero cerca. ¡Demonios, Alexa! ¡Es que simplemente no puedo evitarlo!
