LIII

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Veo las luces brillantes delante de mí y me cubro con más fuerza con la chaqueta de Ryder

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Veo las luces brillantes delante de mí y me cubro con más fuerza con la chaqueta de Ryder. Las cosas parecen ir como en cámara lenta delante de mí, mi cerebro parece que se ha desconectado y se ha quedado en blanco, el sonido se ha bloqueado a mi alrededor y las personas pasan de mí como si no existiera, como si fuera un fantasma o menos que eso.

Ryder se acerca a la patrulla en donde me ha dejado y frunce el ceño cuando me ve sentada en el asiento del piloto con la puerta abierta.

—¿Cómo...? —lo interrumpo rápidamente.

—Sigues dejando la llave en el maletero.

Él se acerca al auto y se recarga en éste mientras me mira fijamente de arriba a abajo, pero no con desaprobación o deseo, sino más bien con curiosidad. Es claro que él también ve que soy diferente, tal vez no sabe con exactitud en qué, pero puede notar que he cambiado mucho.

—¿Por qué estás triste? —pregunta él de pronto cruzando los brazos.

La lluvia ha parado repentinamente en el momento en el que Gerard desapareció, sí, pero las huellas que dejó en todos nosotros son casi imposibles de no notar. Todo mi vestido está mojado, he tenido que escurrirle el agua porque pesaba mucho caminar con él, mi cabello todavía está también húmedo como el de Ryder, y como todo su atuendo también.

Podría decir que esta es la calma después de la tormenta pero estaría terriblemente equivocada, la calma fue antes; esta es la tormenta.

—No estoy triste —replico con algo de irritación y sin siquiera voltear a mirarlo.

Muevo mis pies fuera del auto pero me detengo en el momento en que recuerdo que no tengo bragas. Maldita sea... ¿Dónde las habré dejado? Hace mucho frío.

—Oh, ven acá, estás temblando, te daré un poco de calor.

Trata de abrazarme pero yo me alejo de él de forma algo cortante, lo cual lo desconcierta bastante y, si no me equivoco, también lo lastima un poco.

—Por favor, Jane. Ya sé que ya no soy nadie para ti, ya sé que tú me olvidaste hace mucho tiempo, sé que no significo nada para ti y que tal vez me odies totalmente, pero por favor... déjame abrazarte esta vez —suplica con los brazos abiertos y la mirada angustiada.

Muerdo mi labio inferior y lo miro atentamente. Mi mente sigue en blanco, mi corazón sigue atrapado en un dolor constante y mi cuerpo de verdad tiembla de frío. Bajo la mirada y suelto un suspiro.

«Al diablo», pienso, y sin más salgo del auto y me lanzo a los brazos de Ryder como alguna vez lo hice antes en el pasado, con temor a que los demás oficiales me metieran en una celda con unos tipos asquerosos, o que me llevara a casa después de haber dormido en su apartamento.

Él me rodea con fuerza con sus enormes brazos y me sujeta con delicadeza y con firmeza al mismo tiempo, como solía hacerlo los días en los que Alexa tenía alguna de sus recaídas y ambos esperábamos en la sala de espera del hospital a noticias de mi amiga, y yo estaba tan decaída y tan asustada.

Reckless and Dangerous (Gerard Way)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora