XLVII

30 2 5
                                    

Las esperanzas desgarradas, el aliento perdido, la vista borrosa y la sensación de que el mundo de pronto se detuvo y se fundió en el infinito fue lo único que pude sentir en esos momentos de mi vida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las esperanzas desgarradas, el aliento perdido, la vista borrosa y la sensación de que el mundo de pronto se detuvo y se fundió en el infinito fue lo único que pude sentir en esos momentos de mi vida. Todo mi futuro se había extinguido en un segundo, en un suspiro, en un abrir y cerrar de ojos. Había planeado todo, había visto toda una vida de felicidad y sonrisas, y en un momento... ya no estaba.

Viví muerta después de eso, enterrada en su recuerdo. Juro que aún podía sentir su cabello en mis dedos cuando acariciaba sus mechones, el tacto de su mano recorriendo mi piel, el sabor adictivo a cigarrillo cuando me besaba y también su mentolado aliento. Cada pequeño detalle de su rostro todavía me atormentaba, cada pequeña hermosa palabra que me había dicho todavía me hacía llorar y cada sensación que sentía cuando me tocaba aún me recorría el cuerpo de forma impresionante. Y, a pesar de todo... él ya no estaba a mi lado.

Y fue algo tan duro, algo que de verdad marcó mi vida. Ya nada fue igual después de eso, las imágenes delante de mí ya no tenían los mismos colores, la comida ya no sabía igual, los olores ya no tenían la misma frescura ni el cielo parecía brillar como lo hacía antes. Todo era más oscuro, más opaco, como una triste imagen en blanco y negro. Y así fue, por mucho tiempo.

¿Cómo es que hice para salir de ahí? La respuesta es fácil: no lo hice. No se puede salir de eso... Lo único que te queda es continuar.

Y continúe, seguí mi camino pensando en él y olvidándolo al mismo tiempo. Pero me culpé, y culpé a la vida, y culpé a cada cosa que no tenía la culpa. Y lloré. Y grité. E hice millones de cosas estúpidas. Pero al final continúe.

Tuve muchas personas que no se quedaron después de él, pero tampoco quería que se quedaran. Nadie era suficiente para llenar el gran vacío que él había dejado dentro de mí, nada lo era en absoluto. Llegó un momento en que ya ni siquiera me molestaba en llenarlo, tampoco lo necesitaba lleno, y, muchas veces, tampoco quería que lo estuviera. Necesitaba dejarlo así, intacto, como si, de alguna forma, ese fuera mi recuerdo de él, como si esa fuera su forma de recordarme lo que había significado para mí. Y dolía, todo el tiempo, pero también me hacía sonreír.

Se había ido, pero, de alguna manera, también se había quedado conmigo todo el tiempo.

Todo pasó tan rápido, no puedo ni siquiera recordar cuándo fue nuestro último beso, siquiera el más insignificante, no puedo recordar qué fue la última cosa que me dijo o cómo me hizo sentir por última vez. El sonido de su voz a penas se oye como un susurro dentro de mi cabeza y el aroma de su cuerpo se ha ido desapareciendo junto con el tiempo.

Todo es tan distante y tan borroso ahora, todo. Y sin embargo, ahora, en este momento en el que Gerard está delante de mí y me mira fijamente, no puedo dejar de pensar en él. Pero no en sus besos -los que ya no recuerdo en absoluto-, o en el color de sus ojos, o la forma en que solía abrazarme en las noches cuando entraba por la ventana y se acostaba conmigo en mi cama, en mi habitación. No, no en eso... sino en la sensación que me dejó cuando se fue, la fuerte desolación que me dejó al marcharse, la deprimente sensación de soledad que me agobiada y me dejaba tirada llorando en el suelo de mi habitación, las noches frías y letales y todos los sentimientos que conllevaba su muerte.

Reckless and Dangerous (Gerard Way)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora