XXIX

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—¡¿Galletas con marihuana?! —exclamo con gran sorpresa mientras tomo el recipiente de plástico que sostiene Cole

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—¡¿Galletas con marihuana?! —exclamo con gran sorpresa mientras tomo el recipiente de plástico que sostiene Cole.

—Shhh, calla, calla —murmura con nerviosismo mientras voltea a todas partes para ver si alguien en el salón logró escucharme.

Alexa alza una gran sonrisa y se acerca más a mí para tomar una galleta del recipiente y observarla detenidamente.

—Se ve normal —dice con intriga—. ¿Cómo las hiciste?

—Un gran chef nunca revela sus secretos —responde Cole mientras se recarga en la pared y cruza los brazos con una sonrisa algo presuntuosa.

Yo tomo otra galleta y también la examino lentamente. Esto es impresionante... ¿Quién iba a pensar que Cole pudiera cocinar algo sin quemarlo por completo?

—¿Y para quién son?... ¿Para nosotros? Porque si es así... muchas gracias, eres un gran amigo, no sé cómo podríamos agra... —Me interrumpe.

—No son para ustedes, tontos, son para...

—Buenas tardes, alumnos. Espero que hayan comido muy bien y que hayan ido antes al baño en receso, porque ya no les permitiré salir —habla la profesora de Ética y Valores entrando en el salón, interrumpiendo así a Cole.

Yo abro inmediatamente la boca con gran sorpresa en el instante en el que descubro qué es lo que Cole va a hacer, y Alexa me lanza una mirada de súplica, rogándome para que le explique esto que al parecer solo yo he captado.

Sin embargo, yo solo me quedo callada y tomo asiento en mi lugar cuando la profesora Hunter, la maestra de Ética y Valores, nos exige a todos que tomemos nuestros lugares. Vuelvo la vista hacia Cole y sonrío ligeramente antes de asentir con complicidad ante lo que está a punto de hacer. Este último imita mi gesto y segundos después se levanta de su lugar llevando consigo el recipiente donde están las galletas.

—Ohhh —dice de pronto Alexa al otro lado como entendiendo lo que sucede, y yo solo reprimo otra risa de complicidad con ella.

—Oh, Cole, vaya, esto... no te subirá puntos en mi clase —avisa rápidamente la profesora con desconfianza mientras le recibe el recipiente a Cole.

—¿Quién dijo que quería puntos? He entrado a unas clases de repostería en estos días, obligación que me han puesto mis padres, y no se qué hacer con tantos pastelillos, galletas y otras tantas chucherías más que he estado cocinando. Tan solo pruebe una, maestra, no me han quedado tan mal —le pide Cole a la maestra con una actuación casi perfecta.

De hecho, si no supiera que está mintiendo, yo también le hubiera creído.

Es por eso que, después de unos segundos de duda, la profesora solo se encoge de hombros y saca una galleta del recipiente, galleta que no tarda en llevarse a la boca y comer un gran trozo de ésta. Alexa y yo bajamos la cabeza en la mesa delante de nosotras y aguantamos la risa incontrolable que sentimos cuando la maestra cae en la mentira de Cole.

Reckless and Dangerous (Gerard Way)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora