XXVIII

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Soy una persona rara

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Soy una persona rara. A veces pienso que pienso demasiado. Otras veces creo que no he nacido para lo que los demás han nacido, y eso me crea un pequeño e insignificante problema de personalidad que inmediatamente olvido cuando salgo con mis amigos. Mi madre piensa que es una etapa que me pasará, justo igual como cuando estaba en preescolar y lo único que yo quería era salir a jugar por el simple hecho de que eso ponía de todos los colores a las maestras. Era divertido, creo que siempre me ha parecido divertido.

Tal vez nunca he sido como todos los demás, porque incluso en esa época en la que se supone que todo lo que es importante para ti es ser un simple niño y jugar, para mí era todo un poco peculiar, porque ser una niña y tan sólo jugar podía tener muchos significados. Era niña, pero no deseaba ser adulta, eso no. Siempre he estado muy conforme con mi edad y siempre me he mantenido firme a mi única personalidad.

Aunque, claro, las personas van cambiando conforme las experiencias y los aprendizajes a lo largo que los años van pasando, es por eso que solo puedo ver atrás en los años y reír por mi actitud. Era una niña, sí, pero una niña rara y problemática.

Bueno, tal vez eso no ha cambiado demasiado.

Aunque nunca es lo mismo, porque las situaciones son completamente diferentes, los sentimientos, todas las nuevas emociones y las personas. Y, como dije en un pasado, solo tú decides quién te va a herir, es por eso que yo solo elijo personas que piensan del mismo modo que yo y evitan otras personas que puedan herirlos. Es complicado, es por eso que todos somos tan buenos amigos.

¿Por qué soy así? Dios, podrían haber tantas respuestas, pero la única que responderé y la que más adoro es: porque es divertido.

—¡¿Te besó?!

—No, Alexa, en realidad yo lo besé. Fue... súbito. Fue... —Me quedo callada pensando en la palabra que logre explicar todos los sentimientos que me hizo sentir su beso, pero realmente no puedo encontrar alguna.

Alexa lanza la colilla de cigarrillo al suelo cuando ya ha acabado con él y lo pisa con la suela de sus tenis negros.

—¿Estúpido? —contesta ella con disimulado disgusto y cruza los brazos mientras se recarga en la pared detrás de ella.

Yo ruedo los ojos y soplo el humo del cigarro por la boca mientras vuelvo la vista al cielo.

—Oye, dijiste que si Gerard me parecía peculiar yo podía hablar contigo de él abiertamente —me quejo.

Alexa alza una ceja y se acerca más a mí.

—¡Pero no pensé que lo ibas a besar! —exclama con algo de ira escondida en su voz.

Yo lanzo mi cigarro al suelo y también lo aplasto con el pie.

—Oh, no, tú no puedes estar haciendo esto, Alexa. ¿Acaso me dijiste algo que yo quería escuchar? Porque no me puedes estar diciendo que me vas a apoyar en esto si en realidad todo te parece una mierda. ¡Sé sincera conmigo! Ya sé que todo esto es ridículo, ¡me siento ridícula! Pero no puedo hacer nada para cambiar lo que siento. Además, que él empiece a despertar en mí sentimientos que no había sentido antes por nadie no significa que voy a hacerte a un lado. Eres mi amiga, y quiero pensar que después de que descubra que todo esto es una tontería irreal tú estarás ahí para mí. En ese momento, por supuesto que puedes decirme «Te lo dije», porque, sinceramente, yo también me lo diría.

Reckless and Dangerous (Gerard Way)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora