XXI

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Dicen que los padres suelen fastidiar la vida de sus hijos de alguna forma, que hacen algo que les marca la vida y la define hasta el fin de los tiempos

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Dicen que los padres suelen fastidiar la vida de sus hijos de alguna forma, que hacen algo que les marca la vida y la define hasta el fin de los tiempos. Los padres crean a sus hijos, los hacen crecer hasta convertirse en alguien y después los ven marcharse con gran orgullo y melancolía... La mayor parte del tiempo.

¿Mis padres me crearon? Indudablemente. Cada decisión que mamá tomó yo la observé y la estudié como si fuera una ciencia, e hice su decisión como si fuera mía, y me pregunté... ¿Qué es lo que haría si yo estuviera en su posición? Y yo respondí...: Al diablo, no, yo no estaré nunca en su posición, o, por lo menos, trataré de evitarlo.

Así que muchos niños quieren ser lo que son sus padres, pero yo... yo evito eso a toda costa.

—¿Dónde estamos? Es temprano, pero aquí parece que te pueden asaltar a cualquier hora del día —dice Gerard mirando alrededor con gran desconfianza.

Yo río levemente y solo me limito a rodar los ojos como usualmente hago cuando alguien dice una estupidez.

—Calla y ven conmigo.

Tomo su mano sin pedir permiso y cruzo la calle hasta el bar de enfrente. Gerard mira nuestro agarre con curiosidad y luego vuelve la mirada hacia mí. Tal vez piensa que no noto la forma cursi en la que me está mirando, pero oh, por supuesto que lo noto, así también como noto esa imperceptible sonrisa que se ha pintado en su malditamente apuesto rostro.

Sin embargo, dejo que él haga lo que quiera hacer con sus gestos y yo sigo adelante con el plan que tenía en mente desde que salimos corriendo de la escuela, como si fuéramos esas tontas parejas a las que sus padres no aprueban su amor y deciden huir de todos antes que separarse uno del otro.

Vale, creo que mejor dejaré de pensar en este momento.

—¡Jane! ¡Preciosa! —exclama inmediatamente Sean cuando me mira del otro lado de la barra.

—¿Preciosa? —pregunta Gerard con confusión en voz lo suficientemente baja para que solo él pudiera escucharse, pero al parecer no logró ser así.

Aunque decido ignorarlo por completo y corro hasta la barra para subirme a ésta y poder abrazar correctamente a Sean del otro lado. Él abre completamente los brazos y me atrapa con agilidad y alegría.

Sean ha sido como otro hermano para mí. Bueno, en realidad no como un hermano, pero sí como un gran, gran amigo. Perdimos el contacto hace unos años cuando ambos decidimos romper... Sí, correcto, éramos una pareja en el pasado. Pero todo ahora es muy claro entre nosotros y decidimos seguir siendo mejores amigos.

—¿Cómo estuvo Boston? Escuché que todo era una locura por allá —digo con entusiasmo cuando ya me he separado de él.

Aunque aun así permanezco sentada encima de la barra sin importar cuán irritado se sienta Gerard con todo este reencuentro.

Reckless and Dangerous (Gerard Way)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora