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-Bien, Kogane Shirogane, ¿verdad?- preguntó el doctor, mirando unos papeles.

Keith entrelazó sus propias manos debajo de la mesa y las apoyó en su regazo. A partir de ahí, él sería invisible y se limitaría a escuchar y a ser fuerte. Por Shiro.

-Sí.

-Bien- comenzó diciendo el doctor -. Huh... Es bastante complicado. La situación de tu brazo no hace más que empeorar y empeorar, ningún tratamiento hasta ahora lo mejoró y él mismo lo ignoró. La enfermedad es muy fuerte, Kogane.

Keith tragó duro, y miró a su hermano. Estaba más pálido, se veía más débil. Todo su semblante fuerte y de liderazgo se quebró, dejando ver a un hombre inseguro y con _miedo_.

-Dígame, doctor- dijo, queriendo ir más rápido, queriendo saber más. Se aclaró la garganta bajo la fija mirada del profesional y su hermano -. ¿Hay que amputar mi brazo?- preguntó, alzando su brazo derecho. Vio de reojo a Keith, y él le devolvió la mirada.

Ambos miraron al frente cuando el doctor comenzó a hablar:

-Temo que tendremos que amputarlo, Shiro... El tratamiento sólo fue una pérdida de tiempo, y, si lo continuamos, haría que la enfermedad se propague más rápido, como lo hizo hasta ahora. Inútilmente nos dimos cuenta hace poco, pero aún así seguiríamos sin poder hacer nada. Así que... tendremos lista una prótesis para luego de la operación.

Keith volvió a ver su hermano, y unas pesadas lágrimas caían de sus ojos. Apretó sus manos hasta volverlas puños, otra vez enojado. Odiaba tanto estar ahí en ese momento, quería tomarlo y largarse corriendo de ahí, pero él sabía que Shiro necesitaba esto, que necesitaba esa operación para vivir.

Shiro necesitaba esperanza, mierda. Y Keith no podía dársela.

Se sentía tan inútil.

Se enderezó en su asiento. Si Shiro no se operaba, moriría.

Maldijo mentalmente, y volvió la vista a Shiro cuando vio que se movió.

Él se sacó las lágrimas y respiró hondo.

-¿Cuándo será la operación?- dijo, sin mirar al médico.

-La haremos dentro de 3 días, lo antes posible, sino... La enfermedad seguirá propagándose y podrías perder otra extremidad- contestó el doctor, acomodando sus anteojos y dándole una receta a Shiro. Él miró su brazo suspendido durante unos segundos y luego la tomó -. Estas pastillas te van a aliviar el dolor hasta que llegue el día de la operación.

-Está bien- dijo el mayor, poniéndose de pie. Su hermano lo imitó, y se acercó a él cuando vio que temblaba -, gracias, doctor, nos vemos.- Estrecharon sus manos y abrieron la puerta.

Salieron de aquella pequeña sala. Keith se estaba asfixiando con su propia respiración, no sabía qué hacer. Miraba desesperado a su hermano, y él tomaba su brazo y miraba para abajo.

Pasó su brazo por su cadera, intentando sonreírle, pero él ni lo miraba.

En ese momento, recordó la persona que había llamado tanto su atención, ¿seguiría ahí hasta el día de la operación? Quizás hasta podían hablar.

Quiso golpearse. En vez de eso, soltó un pesado suspiro. Debía centrarse en su hermano, no en su "amor del hospital".

Le acarició la cadera, con cuidado, y agarró las llaves del auto.

-Yo manejo- dijo, y abrió la puerta del acompañante.

La mirada de Shiro se iluminó un poco más e, ilusionado, se sentó en el asiento de copiloto.

Keith, mientras rodeaba el auto, sonrió. A veces parecía un niño en un cuerpo de adulto.

Mullet 2 [KLANCE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora