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Ya era viernes, último día de la semana escolar.

Lance suspiró esperando el colectivo. Estaba sentado en el cordón de la vereda.

Lo vio acercarse y frenar, y subió cuando las puertas se abrieron. Una vez arriba, vio que Keith ya estaba sentado.

Se dirigió hasta él y, después de saludarlo y sentarse contra la ventana, preguntó:

-¿Cómo demonios llegaste antes que yo? Tu casa está después que la mía.

-Un mago nunca revela sus secretos- contestó Keith, recibiendo como respuesta la mirada confusa de Lance. Rio-. Es broma, el chofer cambió de recorrido.

-Eso explica muchas cosas.

Ambos rieron y estuvieron charlando hasta que llegaron al colegio.

Antes de bajar, notaron que James no los había molestado en todo el viaje. Eso era algo nuevo, más que nada para Keith, quien, después de todo, se tuvo que comer una sanción por su culpa.

Bajaron y Pidge y Hunk caminaron con ellos.

-Oye, Lance- dijo Keith, golpeando su brazo con el codo para ganar su atención-, si quieres después podemos almorzar juntos- miró a los otros dos-. Ustedes también pueden venir si lo desean.

Pidge acomodó sus lentes y lo miró.

-Pon una hora y nos encontramos en la cafetería- contestó.

Keith se rascó la nuca.

-¿Les parece a las 12:30? Hoy salimos antes.

-Perfecto. Bien, ahora debo irme o llegaré tarde a mis clases- dijo Lance. Se dirigió a Keith y plantó un pequeño beso en su frente. Se separó y le sonrió con ternura-. Nos vemos, Mullet.

Keith, Hunk y Pidge se quedaron unos minutos más allí, viendo cómo la figura de Lance desaparecía entre la multitud.

-Lo amas, ¿verdad?- preguntó Hunk.

Keith se sonrojó.

-Sí...- murmuró viendo donde Lance se había ido.

Pidge hizo una mueca de asco y aferró más fuerte los libros contra su pecho.

-Son muy cursis, ven, Hunk, vámonos- dijo tomando al grandote de la muñeca y arrastrándolo colegio adentro.

Keith rio y caminó hacia su salón con cuidado de que no se le cayera ningún libro.

Miró su aula, viéndolo completamente a oscuras y en silencio.

Frunció el ceño, ¿no había ido nadie? Era raro que no hubiera movimiento teniendo en cuenta las personalidades ruidosas de sus compañeros.

Abrió la puerta. Adentro era tan silencioso como lo aparentaba fuera.

Entró y la cerró. Tanteó con la mano en la pared en busca del interruptor y, cuando lo encontró, prendió la luz.

Sus ojos se abrieron como platos.

Lance.

¡Lance!

¿Qué hacía ahí?

Vio a sus compañeros y compañeras apartados de la escena, mirándolos sonrientes.

Miró a Lance de nuevo, quien lo miraba con una sonrisa y una rosa en la mano.

Una rosa roja.

Suspiró y lo miró a los ojos. Lance le sonrió y caminó hasta él.

Extendió la rosa y Keith la agarró. Lance agarró su mano y dejó un beso en el dorso.

-Lance...- susurró Keith.

Lance le sonrió y cerró los ojos, apoyándose en una pierna como si fuese a pedir matrimonio.

Keith tragó saliva y lo miró. No iba a pedirle matrimonio, ¿no? Eran muy jóvenes todavía.

Sonrió por la estupidez de sus pensamientos y se centró en el chico agachado adelante suyo.

-Esa rosa roja- comenzó a decir Lance, señalándola con la cabeza-, significa todo el amor que siento por ti, el respeto y la admiración que te tengo- agarró su mano libre y la acarició-. Quiero que todos- señaló con la cabeza al resto de estudiantes sin dejar de mirarlo- sepan que me gustas y que te quiero.

Keith se sonrojó y contuvo el aire.

Lance dejó un besito en su mano, otra vez.

-Keith Kogane, ¿te gustaría ser mi novio?

Mullet 2 [KLANCE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora