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El viernes fue el último día que Keith vio a Lance. Y, el sábado, hablaron poco y nada. Su única conversación fue por mensajes, y estos no fueron más que siete: ni bien Keith le puso "Hola", Lance le puso un "Ya estoy yendo a la fiesta. Luego hablamos".

El sábado de Keith fue aburridísimo: Shiro no estuvo en su casa porque tuvo una cita con Pidge, y su madre se la pasó todo el día trabajando. Por lo que el menor, "aprovechando" tener la casa vacía, se la pasó escuchando música, viendo películas y comiendo. Cada minuto miraba el celular por si Lance llegaba a escribirle, pero nunca le llegó algún mensaje o alguna llamada.

Para cuando se quiso acordar, era domingo, y seguía sin saber de él.

Estaba un poco preocupado porque, bueno, eran las once y media de la mañana, y Lance seguía sin dar rastros de vida.

Quizás está muy cansado, pensó. Pero igualmente intentó llamarlo varias veces, mas ninguna llamada fue respondida. Ni siquiera le llegaban los mensajes.

Frunció el ceño mirando al aparato en sus manos luego de la tercera llamada. ¿Le habría pasado algo?

Se levantó de la cama, viendo la otra punta de la habitación en la que estaba Shiro, totalmente dormido y con una sonrisa tonta.

Bajó las escaleras y vio a su madre saliendo de la cocina, atravesando una gran cortina de humo negro.

-¡Mamá! ¿Qué pasó?- gritó, corriendo hacia ella.

Ella le sonrió y le acarició el pelo.

-No te preocupes, se me quemó el desayuno- contestó con tranquilidad y rio.

Keith también rio, pero calló al recordar a Lance.

¿Dónde se habría metido?

Se sentó en la mesa y, luego de estar menos de 10 segundos sentado, escuchó a alguien bajar rápidamente, salteándose escalones.

Shiro.

-¡¿POR QUÉ GRITAS?!- exclamó corriendo hacia la cocina.

-¿Te das cuenta que también estás gritando?- contestó Keith, tomando un vaso de jugo que había sobre la mesa. Lo llevó a sus labios y bebió el contenido.

-¿Qué pasó?- volvió a preguntar.

-Se me quemó el desayuno- respondió Krolia, limpiándose las manos con una toalla-, hazme el favor de ir al supermercado- agregó, yendo a tirar la comida quemada.

-Mamá, hoy es domingo- respondió con obviedad.

Keith escuchaba en silencio.

-Está abierto todos los días- dijo, yéndose para el lavaplatos-, cómprame cosas para el desayuno, lo que quieras.

Shiro subió nuevamente las escaleras y bajó cambiado. Tomó su billetera, echándole una mirada por encima a Keith, y fue hacia el supermercado de la vuelta.

-Perdona, Keith, el desayuno va a tardar- anunció Krolia, yendo hacia donde estaba él.

Se encogió de hombros, dejando el vaso completamente vacío sobre la mesa.

-No hay problema, no tengo hambre- respondió para luego levantarse de la silla y volver a subir a su habitación.

Cerró la puerta y se miró en el espejo frente a su armario.

Estaba decidido: iría a la casa de Lance. Estaba muy, muy preocupado por el.

Y quizás parecía un insoportable de primera, pero quería asegurarse de que estuviera bien.

También le valía mierda si era muy temprano: a esas horas, él siempre estaba despierto.

Se cambió rápidamente y bajó para tomar sus cosas para salir.

-En un rato vuelvo- gritó, agarrando el picaporte de la puerta de entrada. No esperó respuesta de su madre y salió.

Comenzó a correr hacia la casa de Lance, imaginándose lo peor por alguna razón. Aunque ¿qué sería lo peor?

Que nadie supiera de él.

Demonios, Keith, ¿no puedes pensar algo positivo alguna vez en tu vida?- se regañó.

En menos de 10 minutos, estaba de pie frente la casa de Lance.

Tocó la puerta y fue recibido por Verónica, su hermana mayor.

Ella lo miró con los ojos medianamente entrecerrados, intentando reconocerlo.

-¿Sí? ¿A quién buscas?- preguntó.

Claro, ellos aún no lo conocían, pero él sí los conocía. ¿Debía presentarse como el novio de Lance o como su compañero?

Optó por la segunda opción.

Sonrió con amabilidad.

-Buenos días, soy un compañero de Lance, Keith. Estamos en el mismo grupo de tareas y, bueno, he estado intentando localizarlo pero no contesta las llamadas ni los mensajes. ¿Por casualidad se encuentra aquí?

La chica se quedó pensando unos segundos y finalmente lo miró a los ojos.

-Él no llegó anoche a casa. Seguro se quedó dormido en la fiesta o algo así. Cuando llegue le diré que te llame, ¿te parece?- respondió con una sonrisa.

Mierda.

-Está bien, muchas gracias- le sonrió, intentando ocultar sus nervios y su creciente preocupación. Hizo una pequeña reverencia-. Que tengas buen día.

-Igualmente, Keith.

Bajó los dos pequeños escalones de la entrada y comenzó a caminar de regreso a su casa.

¿Dormido en la fiesta?, pensó. ¿Eso no es... raro?

Mullet 2 [KLANCE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora