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Al día siguiente, Lance decidió que iba a contarle todo a sus amigos. Pero sólo a sus amigos. A Keith... con él debía hablar a solas. Quizás a la salida del instituto.

Mordiéndose el labio y con los dedos temblando, agarró su celular y apretó el icono de mensajes. Fue directamente al grupo que tenía con Hunk y Pidge, ignorando los demás chats.

Lance: Hola, chicos. Hoy podemos juntarnos? Quiero hablar con ustedes.

Lo envió y esperó unos segundos. Pidge contestó primera.

Pidgeon: Hora y lugar?

Hunkie: Eso.

Lance: En mi casa a las 17:00 les parece?

Hunkie: Está bien.

Pidgeon: Nos vemos en un rato.

Lance los dejó en visto y bloqueó su celular, dejándolo nuevamente en la mesita de luz. Se tapó hasta la cabeza y miró al techo, pensando cómo explicarles todo.

Pasaron tres horas y cayeron las 5 de la tarde. Lance se incorporó y miró la hora en el celular -aunque ya la había visto en el reloj que colgaba en una de las paredes de su habitación-.

Se puso de pie, hizo la cama y se vistió con un jean de mezclilla común, zapatillas negras y remera azul.

Estaba acomodándose el pelo cuando llamaron al timbre.

Bajó en grandes zancadas las escaleras, ignorando cómo le temblaban las piernas y cómo le sudaban las palmas de las manos.

Abrió la puerta, viendo a sus dos amigos detrás de ella.

Intentó sonreírles pero sólo hizo una mueca. Se hizo a un lado.

-Hola, pasen.

Los chicos entraron y Pidge metió las manos en los bolsillos de su buzo.

-Y... ¿de qué querías hablar?- preguntó curiosa, dejando su bolso en el sillón.

Lance los siguió hasta el living. Por suerte sus padres estaban trabajando y sus abuelos habían ido a hacer las compras, además de que sus hermanos pequeños estaban en un cumpleaños, por lo que podían hablar con tranquilidad.

Suspiró y se sentó en uno de los sillones individuales. Hunk y Pidge se sentaron en el sillón más grande frente a él. Ambos pares de ojos se clavaron en el dueño de la casa.

-Quería hablarles del tema de la fiesta...- miró al piso, rascándose la nuca-... Verán...- suspiró-. ¡Dios, fue una mierda! Todo salió mal. Todo fue un desastre.

Miró a sus amigos como si supieran lo que quería decirles. Hunk no sonrió pero su voz salió con tono amable, como siempre:

-Lo sabemos. Te acostaste con una chica, ¿verdad?- preguntó mientras arqueaba una ceja.

Lance asintió y vio cómo Pidge lo miraba con reproche, de brazos cruzados.

-Sí... Soy un imbécil- pegó su espalda al respaldo y los miró-. Necesito algún consejo para poder hablar con Keith. Yo, no... no sé qué hacer.

Pidge apoyó los codos en sus rodillas, inclinándose hacia adelante, mirándolo seria.

-¿Le gusta el chocolate?- preguntó.

Lance asintió.

-Sí.

Ella volvió a enderezarse y se encogió de hombros.

-Bien, pues cómprale una caja de chocolates en nuestra cafetería y se los das mañana en la escuela, así te disculpas con él y le cuentas el incidente.

Lance suspiró.

-No es tan fácil- gimió.

Pidge volvió a encogerse de hombros.

-Tú la jodiste, no yo.

Hunk la miró rápidamente.

-¡Pidge!

Ella arqueó una ceja y abrió la boca para contestarle, pero Lance la interrumpió.

-No, tiene razón- se puso de pie y limpió el sudor de las manos en los muslos de su pantalón-. Entonces haré eso.

Caminó hasta una mesita y agarró unas llaves. Sus amigos no se movieron del lugar y se lo quedaron mirando.

Volteó y los miró.

-Ya vuelvo- informó, volviendo a subir las escaleras y entrando al cuarto de su hermana.

Le mostró las llaves. Ella lo miró con una ceja levantada.

-¿Me prestas el auto?

La mayor se encogió de hombros.

-Ya agarraste las llaves. Vete con mi auto. Más vale que lo cuides.

Lance asintió, cerró la puerta y corrió con sus amigos.

-Bien, ¿vamos a la cafetería? Después de todo tienen que abrirla, está cerrada- comentó Lance, girando la llave en su dedo índice.

Sus amigos se pusieron de pie y Hunk asintió.

-Vamos entonces.

Los tres se dirigieron afuera, donde se encontraba el auto estacionado.

Lance sacó la alarma, abrió las puertas y Hunk tomó asiento atrás, mientras que Pidge se sentaba en el copiloto y Lance detrás del volante.

Condujo hasta _Altea_ y suspiró aliviado cuando vio lugar frente a la entrada.

-Al parecer tuvimos suerte- comentó.

-Al fin algo bueno- murmuró Pidge.

Hunk se rio incómodo y bajaron.

El dueño subió la pesada persiana de metal que había en la entrada de la cafetería y los dejó pasar.

Entraron y prendió las luces. Pidge caminó con seguridad hacia el mostrador y se sentó en él, mientras que Lance quedaba extasiado por el aroma a café y masas que entraba por su nariz.

Caminó maravillado hasta su amiga.

-Amo tanto este olor- dijo, inhalando profundamente. Miró alrededor-. ¿Dónde están los chocolates?

Pidge señaló una de las vitrinas y Lance dio tres zancadas hasta ella. Miró las diversas cajas de chocolate que iban iluminándose a medida que Hunk subía las persianas.

-Mm... ¿Qué chocolates elijo?- preguntó, observando los dulces.

Pidge se paró al lado suyo y miró.

-¿Qué tal esos?- preguntó, señalando una caja con 18 chocolates-. Representan el amor y el sentimiento por la forma tan peculiar que tienen.

Lance asintió y los agarró.

-Los llevo, estoy seguro de que le van a encantar.

Mullet 2 [KLANCE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora