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Luego de toda aquella escena de sonrojos y sonrisas tontas, Keith dijo:

-Oye, Lance- lo miró de reojo-, ¿no quieres pasar a ducharte? Digo, estás todo sucio y sería más que nada para sacarte toda la sangre seca que tienes.- Se levantó del sillón, quedándose de pie frente a Lance.

Él analizó por 30 segundos la pregunta y asintió levemente, poniéndose de pie y dirigiéndose a las escaleras, escuchando las indicaciones del dueño de la casa.

Keith lo siguió por detrás, mirando sin disimulo ni vergüenza su trasero.

Bueno, vergüenza sentía un poco, pero no podía resistirse ni evitar aquella tentación.

Al llegar al baño, Keith entró y sacó del armario toallas secas, dejando el shampoo junto con el acondicionador y el jabón al borde de la bañera. Lance lo miraba cruzado de brazos.

Keith se volteó y lo encaró, sonriéndole con suavidad.

-Bien, te dejo todo esto aquí, cuando salgas avísame así te alcanzo la ropa limpia.

Lance le sonrió.

-Está bien, gracias, Keith- contestó mientras veía cómo el azabache salía por la puerta.

Una vez solo, cerró la puerta y abrió el grifo del agua caliente, esperando unos minutos a que tomara la temperatura adecuada mientras se desvestía.

Una vez que alcanzó la temperatura perfecta, se adentró a la ducha, sintiendo cada una de las gotas calientes recorriendo su cuerpo, haciéndolo reflexionar sobre las cosas que pasaron horas antes.

Luego de 15 minutos, cerró el agua, salió de la ducha y tomó una de las toallas que había dejado Keith encima del inodoro, secándose todo el cuerpo y aferrándola a su cadera.

Abrió lentamente la puerta del baño y, escondiéndose detrás de ella, gritó:

-¡Keith! ¿Podrías traerme algo de ropa, por favor?- aguardó en silencio por una respuesta pero nunca llegó-. ¿Keith?- volvió a decir.

Y nada.

Se amarró la toalla nuevamente y bajó las escaleras.

Frenó en el pie de ellas cuando lo vio. Estaba profundamente dormido en uno de los sillones individuales. Estaba acurrucado, parecía incómodo, pero al mismo tiempo se veía extremadamente hermoso y tierno.

Lance sonrió y se acercó lentamente a él, escuchando el aire que salía por su boca como suspiros.

Optó por subirlo a su habitación, recordando dónde estaba. Lo tomó en brazos, sin antes amarrar aún más fuerte la toalla a su cintura, y comenzó a subir las escaleras.

No pesaba nada.

-Hmmm... No me dejes nunca, Lance, quédate conmigo- murmuró Keith, aún dormido.

Lance lo miró fijamente con ternura y dejó un suave beso en su frente mientras abría la puerta de la recámara.

Una vez dentro, acostó a Keith en la cama y le sacó las zapatillas. Recorrió la cama y se dirigió al otro extremo para acostarse junto a él.

Una vez acostado, suspiró y miró hacia la derecha, estudiando el cuerpo agotado de Keith.

Su pelo caía finamente sobre sus ojos cerrados. Lance sonrió: parecía sacado de un cuento de hadas.

Mientras pensaba en la mezcla entre sexy e inocente que se veía Keith dormido, él también se dejó llevar por el sueño y cayó dormido, sin recordar que aún vestía sólo la toalla en su cintura.

Mullet 2 [KLANCE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora