Pasaron los tres días, y Shiro y Keith se dirigían hacia el hospital donde se realizaría la operación.
Ambos estaban nerviosos. Krolia les había dicho que iba a ir al hospital ni bien saliera de trabajar.
Estaban solos, con miedo. Aunque Shiro intentaba ocultarlo, sólo por su hermano.
Keith, en cambio, fingía despreocupación y desinterés mientras miraba por la ventana. Shiro lo miraba de reojo, intentando no perder de vista la carretera.
Quería conducir con las manos que pertenecían a su cuerpo desde hacía 25 años. Era como una despedida, por muy estúpido que suene.
Cuando llegaron, estacionaron el auto a una cuadra del hospital, y caminaron. El mayor iba temblando, y el menor iba mirando al piso, ambos en silencio.
Llegaron y fueron a la recepción. Keith volvió a mirar su entorno, a ver si volvía a toparse con el chico del otro día.
Pero no fue así.
Su campo de visión se llenó de pacientes y doctores, haciéndole imposible ver más allá de eso.
Se cruzó de brazos, intentando ocultar los nervios que agitaban su cuerpo.
-Keith- dijo Shiro, tocándole el hombro- , debemos esperar al doctor, está atendiendo otros asuntos.
-Está bien- dijo, mientras empezaban a caminar.
Se sentaron a esperar y Keith seguía buscándolo con la mirada, pero seguía sin ver rastros de aquella mata de pelo castaña.
-Buenas tardes, chicos, disculpen la demora- dijo el doctor, acercándose a los hermanos y pasando sus manos por el uniforme. A Keith le gustó pensar que el profesional estaba nervioso, aunque sabía que no era así -. Shiro, sígueme, iremos a cambiarte la ropa y luego vamos a la sala de operaciones- clavó sus ojos grises sobre el menor-. Keith, tendré que pedirte que esperes aquí, no puedes entrar a la sala.
-Entiendo- se puso de pie-. Luego nos vemos, Shiro- dijo, abrazándolo.
-Gracias por todo, Keith- le acaricó la espalda y se separaron. Miró al doctor con seguridad, y él torció un poco la cabeza, invitándolo a caminar.
Se comenzaron a alejar del menor hasta que desaparecieron doblando uno de los pasillos.
Suspiró, y agarró su celular, poniéndose los auriculares.
Se iba a hacer largo.
Lance, por su parte, odiaba cada maldito minuto que pasaba allí, en el hospital, ¿por qué simplemente no lo dejaban ir? Ya estaba curado del todo.
-Mamá, ¿cuándo voy a poder salir de este infierno?- preguntó, harto de estar acostado en esa incómoda camilla y con el suero en el brazo que limitaba todos sus movimientos.
-El doctor dijo que mañana podrás irte, pero debes salir a caminar de vez en cuando por el hospital, tienes que agilizar las piernas.
-Bien, saldré ahora- dijo, aunque ya sabía eso. Se lo habían dicho el segundo día que despertó.
Se levantó con ayuda de su madre y tomó el atril, nuevamente.
Al salir, caminó solo, siendo esquivado por la gente que pasaba apurada, por los familiares y acompañantes de los pacientes y por los doctores. Odiaba ese lugar, era horrible.
Dobló. Lo único bueno es que estaba en el primer piso y que no tenía que tomar ascensores (también los odiaba). Miró al frente, encontrándose con un pasillo deshabitado a excepción de un chico cabizbajo, sentado en uno de los asientos de espera.
Su pulso se aceleró.
Keith.
El chico con el que había estado soñando y vio por primera vez hace tres días.
Se acercó lo más rápido que pudo, pero caminando en silencio, y se quedó mirándolo fijamente.
El chico de ojos morados levantó la vista, viendo por primera vez los ojos del chico que había visto hacía unos días. Le regaló una leve y suave sonrisa.
-¿Keith? ¿Realmente eres tú?- dijo el cubano, esperanzado.
-¿Cómo sabes mi nombre?
La cabeza de Lance estuvo a punto de estallar en un trillón de pedazos, al igual que su corazón, que comenzó a ir más rápido por la decepción. No quería decepcionarse de Keith, ¿qué esperaba? ¿Que lo reconociera? Era la primera vez que hablaban en su vida.
Respirando profundo,
pudo controlarse.Miró fijamente aquellos ojos violetas que, en sueños, lo traía hipnotizado. Estuvo tentado en apartar la vista pero no lo hizo, eran demasiado bonitos. Eran más lindos en persona que en sueños.
Keith lo miró confundido. ¿De dónde sabía su nombre? No era un chico muy popular ni nada.
Miró sus ojos celestes, perdiéndose en ellos. Y comenzó a ver su rostro, su pelo y sus pequeñas pecas.
Lance, pensó, poniéndose de pie, sintiendo su cabeza palpitar por la aceleración de su corazón.
Era más lindo en persona. Delgado, altura normal, piel con bronceado natural, nariz respingada y fina, y labios delgados.
Sintió morir ahí mismo. No lo podía creer.
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Mullet 2 [KLANCE]
FanfictionDonde Lance debe encontrar a Keith, y Keith extraña a un desconocido.