En las garras del demonio (EDITANDO)

Capítulo 22

—¡¿Qué crees que haces?! Estamos en público... —Miré a los alrededores.

—¿Te da miedo que nos vean abrazados? —Metió sus manos a los bolsillo.

—Tú si que eres un idiota, preferiría mil veces ser abrazado por un indigente que por ti. —Me crucé de brazos por su gesto egocéntrico.

—Puedo ser un indigente para ti... —Se acercó de nuevo a mi.

—Tú para mí solo eres un reloj que espera mi muerte, de igual manera te vas a llevar mi alma. —Me giré al recordar sus palabras cuando lo conocí.

—¿Y por qué estás tan seguro de que me llevaré tu alma? —Escuché su voz.

Dichas palabras me tomaron por sorpresa, su tono de voz había sido tan tranquilo que me hizo pensar en su sinceridad pero no podía aún confiarme de él ya que seguía siendo un demonio.

—Bueno, vámonos ya es tarde... —Comencé a caminar.

Caminaba a paso veloz pues no quería ver a Valtiel al rostro, mi comportamiento ante sus acciones que hacía últimamente me confundían demasiado; sonrojarme frente a él no era normal ni nada por el estilo pero no quería preguntarle de todo eso que me estaba ocurriendo. Después de tres minutos al cruzar un parque dejé de escuchar las pisadas de Valtiel detrás mío lo que hizo que me diera la vuelta, se había quedado parado mientras miraba dicho parque con un pequeño estanque que reflejaba la luna siendo cubierta por débiles nubes, un poco extrañado me acerqué a él.

—¿No es gracioso, Jace? —me preguntó de la nada.

—¿A qué te refieres? ¿Hablas del estanque? —cuestioné dudoso.

—No, hablo de mi relación contigo. Un demonio conviviendo con un humano como tú, sabes, he estado con muchos humanos pero esta vez me siento diferente. —Su voz cambió a algo melancólico.

—¿He sido el único que te ha cocinado o de qué hablas?

—Jace... contigo me siento distinto a tal grado de confundirme. No puedo evitarlo.

Valtiel seguía mirando el agua, no tenía intenciones de mirarme o tan siquiera hacer otra cosa; de nuevo mi corazón comenzó a latir pero esta vez era más tranquilo. Tenía aquella sensación que te da al escuchar una buena noticia o escuchar esa canción de la que nunca te podrás cansar. El viento nocturno llevaba las hojas que yacían en el suelo.

—V-Valtiel, ¿te sientes bien? —le pregunté preocupado.

—Sí... Es solo que sentía que iba a explotar si no decía eso. —Me miró con una sonrisa serena.

—Emm,  ¿quieres que nos vayamos ya? —le propuse.

—No, yo me quedaré solo un poco más, tú puedes adelantarte si gustas. —Miraba el reflejo.

—Está bien... No llegues tan tarde —le dije antes de irme.

—Pfff sólo de nuevo. —Escuché un susurró.

Cuando estaba dispuesto a irme dudé en dar el primero paso, me daba pena dejarlo solo pero tal vez eso es lo que quería; a decir verdad desde que él había llegado a mi vida había cambiado: mi actitud, mis pensamientos, todo eso había cambiado en mí.

Discretamente giré un poco la cabeza para saber si seguía ahí, sin haberse movido seguía parado mirando a la dirección de siempre solo que ahora pude notar algo distinto, de su ojo caía una lágrima que brillaba por la luz de la luna que ahora ya estaba despejada.

Sin previo aviso me acerqué detrás de él y lo abracé, comprendía su soledad además de sus ganas de llorar que ocultaba hacia los demás. Mi latidos se fueron incrementando y sentía los de él en mi mano izquierda.

—¿Q-Qué ocurre Jace? —me dijo con nerviosismo.

—No estas solo Valtiel... p-podre ser algo duro contigo a veces pero... —Mi voz comenzaba a temblar—. M-Me gusta tu presencia...

Al decir esto se giró para quedar cara a cara, sus ojos se veían sorprendidos pero peor de eso me di cuenta que mis ojos estaban al borde de las lágrimas.

—¿Por qué quieres llorar, Jace? —Limpió una lágrima que caía por mi mejilla.

—Debe de ser el viento, bueno, dejemos esta cursilería y vayamos a casa. —Me limpié rápidamente con mi sudadera y seguí caminando.

Valtiel caminaba nuevamente detrás mío apenado, por mi parte también estaba apenado por haber reaccionado así pero era como haberme quitado un peso de encima. Miré a Valtiel que seguía caminando con una decepción tan profunda que daba lástima, fui hasta donde él estaba y me puse a su lado.

—Vamos, no te hagas la víctima que eso no te queda. —Le di un ligero empujon.

Él sonrió pero seguía con una expresión triste y pensativa.

—Sé honesto conmigo, Jace, ¿cómo te gustan los hombres? —me preguntó.

Dicha pregunta fue tan directa que no sabía como responderla, por mi mente pasó Jason pero debido a la situación no quería ni siquiera mencionarlo.

—¿Qué son esas preguntas, Valtiel? —Reí nerviosamente.

—Oh, vamos, lo dices como si aún no lo supiera.

—Em, bueno, me gusta que sean varoniles, que sean amables y que sean de mente abierta... —comenté.

—¿Acaso me describiste?

—Jajaja Esa estuvo buena. —Sonrió cuando dije eso.

Estábamos a unas cinco cuadras de llegar a mi casa, decidí decirle a Valtiel que tomáramos un atajo que acortaría el  camino a lo que él accedió. Fuimos por una calle la cual estaba por ser cubierta, solo debíamos cruzar un terreno baldío y llegaríamos a la parte trasera de mi casa.

—Jace... Tengo un mal presentimiento —me dijo Valtiel desde atrás.

—¿Qué quieres de...? —En ese momento él se aventó hacia mí para caer ambos al suelo.

Lo miré asustado y extrañado por ello, una risa se escucho en un rincón oscuro que nos hizo voltear a ambos; una silueta se comenzó a mover y con él unos ojos brillantes alumbraron las sombras.

—Ese bastardo... —susurró Valtiel.

—Buenas noches, Valtiel y, ¿Jace? —habló la silueta.

Poco a poco comenzó a salir dándome cuenta que era Aamon quien nos sonreía con malicia. Dio unos pasos más para mostrarse completamente.

—Veo que están cómodos, no me digas que te haz enamorado de él. —Se dirigió a Valtiel.

—Te dije que nos dejaras en paz. —La voz de Valtiel se escuchaba seria y grave.

—Oh, lo haría, pero, ¿sabes algo? Quisiera que murieras esta noche  —Cerró los ojos un poco.

—Si así quieres jugar entonces adelante. —Valtiel se levantó de mi tomando de la mano para ayudarme.

—Pan comido, Valtiel, pan comido. —Aamon tronó los huesos de su mano izquierda.

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