Capítulo 47

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El miedo suele ser una tortura letal para muchas personas, aprendí poco a poco a entender que el miedo te ayuda; a través de él comencé a asimilar mejor las cosas a mi alrededor. En creer todo lo inimaginable como lo eran Valtiel y Aamon, uno al cual quería y el otro al cual temía pero el riesgo era solo mi decisión, seguí adelante para superar mi miedo.

Ya estaba listo para ir a la universidad, sujeté el pomo de la puerta de mi habitación pero la mano de Valtiel sobre la mía me impidió abrirla; levanté la mirada desconcertado recibiendo un lento beso en mis labios que complacido seguí sin dar respuesta alguna.

—Estaré abajo esperándote—. Avisó separándose sonriente.

Con un ligero calor en mi rostro salí de la habitación para bajar las escaleras, mi padre se hallaba en la cocina desayunando y su rostro lucia algo cansado por desvelarse en sus turnos nocturnos en su trabajo; de cierta manera me daba tristeza que se la pasará mucho tiempo fuera de casa. Lo saludé con normalidad pues no quería que sospechara tomando solo mi mochila, me acerqué para despedirme y cuando me separé para marcharme su voz me detuvo.

—¿Ya te vas Jace? ¿No vas a desayunar?—. Dijo mirándome atento y extrañado.

—No, se me hace un poco tarde—. Mentí piadosamente pero intentando verme discreto.

Fue en ese momento en el que la imagen de mi pesadilla había resurgido nuevamente, un escalofrío recorrió mi espalda haciendo erizar los pocos vellos de mis brazos.

—Come algo cuando llegues, no estés con el estomago vacío—. Ordenó sacando su cartera y dándome algo de dinero. —Escuché un golpe arriba, ¿te caíste de la cama?

—Ah... sí, cuando apagué mi alarma me caí—. Murmuré avergonzado al pensar la verdadera razón.—Prometo comer bien después, me iré ahora, te amo—. Le sonreí.

Después de aquella pequeña explicación a mi padre salí de casa para encontrar a Valtiel esperando pegado a la acera con su moto, cuando me acerqué me tendió mi casco dibujando una sonrisa de lado. Subí a la moto mientras abrochaba las correas que aseguraba el casco, la ligera risa de Valtiel llamó mi atención por lo que acerqué mi rostro para saber qué le causaba gracia.

—Tu papá se asomó a la ventana y nos vio—. Profirió otra carcajada mientras empezaba a arrancar hacia la universidad.

Aunque hubiese deseado que la tierra me tragara en ese instante decidí sujetarme rodeando la cintura de Valtiel y esperar a que llegáramos finalmente a la universidad, en el transcurso estaba pensando en las explicaciones que le diría a mí padre sobre Valtiel o como él lo conocía, Evan Hudson. Al menos el casco cubría la notable expresión de vergüenza y pena en mi rostro.

—¿Porqué tardaron?—. Preguntó Cosette cuando estacionamos la moto junto a ella, nos había esperado en la acera al lado de su vehículo.

Le hizo una seña al conductor que solía traerla en ocasiones, éste encendió el motor y se marchó. Se giró a vernos con una pícara sonrisa en su rostro y al hacerlo noté que se había pintado las puntas de su cabello rubio en color plata, realmente se veía bien.

—No pusimos ninguna alarma.—. Respondió Valtiel mientras bajábamos de la moto.

—Buh, entonces solo vayamos a clases antes de que sea aún más tarde, por cierto chicos ¿Acaso no han notado mi nuevo look?—. Dijo mientras comenzaba a caminar, siendo seguida por nosotros unos segundos después.

—Te ves muy bien Cosette, lo digo en serio—. Comenté con una sonrisa.

—Jace tiene razón, creo que te ves un poco más bonita—. Completó Valtiel con sarcasmo recibiendo un golpe en el brazo por parte de la rubia.

Ellos marcharon a las clases que compartían mientras yo me dirigía a mi salón, ocupé mi asiento esperando que el aula se terminara de llenar. Logré completar un par de clases cuando en un momento recordé que no había desayunado; cuando la campana sonó salí para ir directamente a la cafetería y ver si tenía suerte de alcanzar algo comestible.

Seguí caminando sin prestar atención hasta que llegué al recinto donde solíamos comer de vez en cuando. Ocupé una de las mesas que estaba vacía cuando ordené mi comida, ya iba a atacar mi sándwich con una mordida por tercera vez cuando noté la mirada de Valtiel, al desviar la mirada a su dirección dejé el resto de mi comida tendida en la mesa.

—¿Qué pasa?—. Le pregunté mientras sutilmente limpiaba mi boca con una servilleta, no quería pensar en que tuviese algo de comida embadurnado alrededor de mi boca...

—No, sigue sigue. Solo miraba tus ojos enfocados en tu desayuno—. Contestó sin borrar esa sonrisa.

Me limité a verlo mientras le respondía con la misma sonrisa, Cosette llegó desde atrás de él con prisa y cansancio.

— El profesor Bachman sí recibió mi tarea atrasada.— jadeó Cosette haciéndonos reír, aunque hubiese matado el momento con su comentario.

Habíamos pasado la mayoría de la tarde juntos, después de la escuela Cosette se dirigió a una cita médica mientras que Valtiel y yo caminabamos por el parque al que solíamos ir cuando aún eramos solo un par de conocidos. Después de varios minutos caminando mientras él posaba su brazo detrás de mí cuello decidí hablar sobre mi inquietud.

—Oye , Val, ¿no sientes algo extraño con las cosas que ha estado haciendo Aamon?—. Pregunté sin verlo.

—¿Crees que tengo miedo?—. Respondió fríamente.

La caminata había perdido rapidez y ahora caminabamos con más lentitud. La tensión de su brazo me hizo sentir un ligero escalofrío.

—No me refiero a eso, mira Valtiel. Tú y él son demonios, yo no sé si puedan morir a manos del otro pero lo que si sé es que él puede hacerme daño, tú lo viste ese día en el que me arrinconó en la cocina—. Me detuve.

—¿No confías en mí?—. Me cuestionó con seriedad.

—Claro que confío en ti—. Exclamé.— Pero... yo si tengo miedo, tengo miedo de que nos pasé algo Valtiel, mi papá se quedaría solo...—. Agaché la mirada soltando un sollozo.

Sus brazos me volvieron a tomar para reconfortarme, en el fondo sentía su miedo; era como una conexión que habíamos desarrollado en la cual yo podía sentir los sentimientos que ocultaba, celos, amor, tristeza y miedo. Solo podía limitarme a humedecer mis ojos pero no ha derramar alguna lágrima, eso haría pensar a Valtiel que desconfiaba de él y no quería hacerlo sentir peor así que sequé un poco mis lagrimales y sonreí ante él.

—¡Lo bueno es que tengo a un fortachón a mi lado!—. Dije entusiasmado y dándole un golpe en el brazo.

—Y lo bueno es que yo tengo a un delgaducho que me apoya—. Me apretó con su mano derecha mis mejillas.

El Jace de antes se hubiera ofendido por tal comentario pero ahora lo tomaba con gracia, realmente había surgido una buena química entre los dos con el pasar del tiempo. De regreso a casa vimos a Jason parado en la entrada de su casa con la mirada fija en ambos, sonreía de una manera que no me cuadraba bien; parecía una sonrisa de alguien que se retiene a gritar. Hice un ademán de saludarlo pero no obtuve respuesta de su parte, lucía algo diferente a tal punto de pensar que tal vez estaba drogado o algo por el estilo; seguimos caminando hasta llegar a la puerta y tan pronto como metí la llave en la cerradura una voz nos habló desde atrás, ambos giramos con inquietud y no dimos cuenta de que se trataba de Jason sin dejar de sonreír.

—Tu padre está en casa Jace—. Comentó.

—Oh ¿En serio?—. Expresé con asombro.

—Sí, te comento para que estés precavido—. Desvío su mirada a Valtiel por un momento. —¿Cómo te va Evan?—. Preguntó.

Valtiel no se molestó en responder, solo tenía la mirada en otro lado mientras ignoraba la presencia de Jason.

—Bueno, Jace, nos vemos despues—. Guiñó el ojo antes de marcharse.

Aquel guiño había sido extraño, había jurado haber visto un brillo en sus ojos anormal solo por un segundo pero tal vez se trataba de un efecto por la luz del atardecer. Entramos sin mirar atrás.

En las garras del demonio (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora