-¿Se te olvida que puedo saber lo que sienten los demás? En estos momentos tu corazón late rápidamente y estás ansioso. -Se levantó del sillón.
-Tienes razón, me debería de preocupar por mejores cosas. -Estaba por irme de la sala.
-Solo estoy bromeando, no seas aguafiestas. -Valtiel me tomó del brazo.
El sonrojo en mi rostro había desparecido por lo que no tuve problema al mirar a Valtiel quien me veía con serenidad, estaba a punto de preguntarle sobre sus golpes pero él volvió a hablar.
-¿Me extrañaste? -me preguntó con curiosidad.
-De que sirve que te lo diga yo si ya lo sabes... -Me crucé de brazos.
-Quiero escuchar de tu boca lo mucho que me extrañaste. -Metió sus manos a los bolsillos de la gabardina que llevaba para esperar una respuesta.
-No llevas ni cinco minutos aquí y ya me dio asco tu presunción. -Volví a girarme para irme.
En el momento que di la vuelta ya tenía a ese cretino a veinte centímetros de mí mirándome con diversión, el estúpido sonrojo de hace unos minutos había vuelto a aparecer en mis mejillas, no quería que Valtiel me viera así que lo aparté de un empujón que le hizo perder el equilibrio y caer al suelo soltando una carcajada estando una vez tumbado. Lo miré un poco confundido y como suele suceder sonreí al verlo.
-¿Y no piensas ayudarme? -Me extendió la mano.
-No, te mereces estar ahí. -Sonreí con malicia y fui a mi cuarto.
-A veces llegas a ser muy cruel conmigo. -Se quejó incorporándose por su cuenta.
Me quedé de pie a un lado de la escalera, lo observé acercarse y sonreí de nuevo; Valtiel había vuelto. Subí los escalones con prisa cuando Valtiel sonrió un poco desconcertado por mi buen humor, que se vaya y aparezca cuando quiera me molesta un poco, también el hecho de que no dice nada de a donde va y lo que hace.
¡Sí! Sonaba contradictorio lo que pensaba y decía, porque aunque le dijera a él que su presencia en mi casa era molesta, ya me había acostumbrado a tenerlo cerca y era inevitable no preocuparme el que no estuviera... ¡Parezco bipolar!
Entré a mi habitación, siendo seguido por Valtiel que no tardó en recostarse en mi cama, viéndome con una imperceptible sonrisa en su rostro. Por mi parte, me senté frente a mi escritorio evitando mirarle, esquivando la intensidad de su mirada.
-Tengo hambre -habló luego de cinco minutos de silencio.
Por supuesto, ¿qué más podía ser viniendo de él?
-No me sorprende -comenté, pero rápidamente giré mi rostro hacia él con una idea en mente-. Te prepararé algo solo si me dices qué te pasó -chantajee con seriedad en mis facciones.
Lo único que recibí de su parte, fue una sonora carcajada brotando de su garganta. Avergonzado volví a darle la espalda hundiéndome en mi silla.
-Necesitas un mejor soborno que ése, tampoco cocinas como un gran chef-señaló sin dejar de reír.
Lo miré mal cuando terminó su oración, cómo si hubiese dicho el peor insulto de todos, en realidad a mi parecer lo dijo.
-Si tan malas son mis habilidades culinarias entonces ya no comerás nada, puedes morir de hambre. -Sentencié cruzando mis brazos y mirando hacia otro lado.
-Jace, sabes que sólo juego contigo -murmuró levantándose y acercándose a donde estaba-. Me gusta todo lo que haces.
Ya no sabía cuantas veces me había sonrojado hoy, mis mejillas se sentían calientes y yo estaba nervioso de repente, quizá porque Valtiel estaba con sus antebrazos recargado sobre el respaldo de mi silla, y su rostro cerca del mio.
-Si creés que diciendo eso te preparare algo, te equivocas -informé ignorándolo.
-No pretendía eso, pero ya que no quieres alimentarme... -Profirió alejándose lentamente-. Debería esta vez hacerlo yo.
Lo contemplé durante unos segundos esperando sus siguientes acciones, cuando no soporté más el suspenso hablé.
-¿Vas a cocinar? -pregunté con incredulidad, mientras intentaba imaginar a Valtiel preparando algún platillo.
-¿Qué? No. -Soltó un bufido cómo si eso fuera lo más tonto que se me haya ocurrido-. Iremos a algún lugar a comer, tú y yo.
Sorprendido era poco, y más cuando dijo aquello con una gran sonrisa en su rostro, por la cual no pude negarme, así que sólo me puse mi chamarra y salimos de casa.
No había muchos locales abiertos a esa hora, que a pesar de no ser tan tarde los comerciantes preferían cerrar antes de las nueve, fuimos a un restaurante bastante bonito. Con un ambiente ameno y agradable, cenamos platicando un poco, y no pude evitar fijarme en que algunas personas se sentían atraídas a mirar nuestra mesa, lo que me hizo deducir que Valtiel era el centro de tanta admiración; porque a pesar de parecer un humano cualquiera, él era un demonio y su presencia no se podía ignorar.
-¿No quieres que vean a tu demonio? -Inquirió con egocentrismo, interrumpiendo mis pensamientos.
-Valtiel, mejor come y cierra la boca -ordené un poco molesto de que supiera lo que pienso.
Sonrió satisfecho y bajó la mirada a su plato, limitándose a terminar de comer.
De camino a casa, intenté pensar en que clase de demonio era él, tenía entendido que había distintos tipos con características diferentes, y a Valtiel lo único que le veo haciendo siempre es flojear y comer.
-¿En que piensas tanto? -Su voz me sacó de mis pensamientos.
-Valtiel... ¿Qué clase de demonio eres, él de la glotonería? Lo único que haces es cometer gula... -comenté con humor.
Una corta carcajada brotó de su garganta, y se encogió de hombros antes de contestar.
-Quizá mi hambre intensa se deba a que quiero comerte a ti -respondió dibujando una sonrisa de lado.
Frunciendo el ceño detuve mi andar, molesto por haberle escuchado hacer tal comentario y que me recordara que él quiere mi alma, y el hecho de haber pasado un rato agradable no significa que vaya cambiar de opinión al respecto.
-Supongo que lo único que los llena a "ustedes", es devorar almas... -Escupí con acidez, encarándolo-. ¡Si tanta hambre tienes, hazlo de una vez! ¡¿Qué te detiene?!
Me quedé estático cuando sus brazos me estrecharon contra su cuerpo, tan rápido que no pude verlo. Abrí la boca para hablar, pero me había quedado sin voz de repente.
-Calmate, no quise decirlo de esa forma, me mal interpretaste -dijo con suavidad, se separó unos centímetros para verme y sonreír con picardía.
Al captar el significado de su comentario anterior, atiné a apartarme con rapidez de sus brazos. Alejándome unos pasos sin decir nada, me cubrí el rostro con ambas manos, mi cara ardía. Su cercanía me estaba poniendo nervioso, además de ese comentario... Me sentía confundido.
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En las garras del demonio (EDITANDO)
RomanceJace, un simple estudiante universitario, se ha visto envuelto en la tarea de lidiar y convivir con un demonio encantador , luego de haberlo invocado una noche por una extraña ouija, poco a poco se darán cuanta que no era lo que esperaban... (No com...