Capítulo especial

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∆ El sueño de un deseo egoísta ∆

Abrí mis ojos para darme cuenta del mundo al que no pertenecía pero que poseía algo importante para mi, la penumbra de la noche con el cielo tornado de cobalto me hicieron recordar algo que se hallaba perdido en mi memoria y que debo de admitirlo, de alguna manera me traía nostalgia. Miré a un costado de mi cama solo para ver al joven humano durmiendo plácidamente, dibujé una sonrisa con los escasos tres primeros segundos.

Regresé mi vista para ver el techo mientras me preguntaba sobre aquello que había estado soñando las últimas noches, el lugar en el que había experimentado por primera vez la felicidad. Las ramas de los árboles tambaleándose con el pasar del aire y el sonido de algunos grillos sonando a lo lejos me hacían suspirar con pesadez, desperté con el sonido chirriante de la ventana que Jace abría todos los días, me miró y antes de sonreír me señaló el reloj que marcaba las 9:00 A.M.

—¿Es en serio? Necesito unos minutos más —. Dije dramáticamente.

—Ya es momento Valtiel, tengo clase dentro de 30 minutos y aún no hemos desayunado—. Musitó mientras sacaba su ropa de la estantería.

—Estaré abajo en tres minutos, me toca hacer el desayuno—. Recordé al levantarme.

Sin titubear más fui directo al baño sólo para lavarme la cara, miré por unos segundos el reflejo antes de respirar profundamente; me sentía algo estresado por todo lo que había pasado, necesitaba escapar de esa angustia por un día. Al bajar comencé a preparar el almuerzo con pesadez pues no tenia ganas de ir a la escuela además de que era viernes, no me percaté que Jace ya estaba sentado mientras me miraba con extrañeza.

—¿Qué te sucede?—. Preguntó.

—Nada, sólo no tengo ganas de ir a la escuela hoy—. Solté.

—Puedes quedarte, sí no te sientes con áni...—. Lo interrumpí.

—¿No te gustaría ir conmigo a una cita?—. Le propuse.

Con algo de confusión me miró mientras digería la pregunta en su mente, al verlo pensar tanto en su respuesta volví a hablar.

—Creo que necesitamos un respiro Jace, sólo tú y yo. Quiero despejar mi mente de todo esto que ha pasado—. Comenté.

—P-Pero Valtiel yo no puedo faltar a la escuela, si mi padre se da cuenta me va a matar—. Dijo nervioso.

—Yo me encargo de que eso no suceda, las reglas se hicieron para romperse Jace y tienes que romperlas por mi —. Lo miré seriamente.

—Ugh esta bien, siempre y cuando valga la pena el lugar—. Dijo después de dudarlo un poco.

Tras haber aceptado sonreí para poder hacer la comida que nos llevaríamos, al terminar todo le pedí a Jace que subiera conmigo a su cuarto; su expresión confusa me hizo soltar una corta carcajada que notó al instante. Una vez en su cuarto le pedí que cerrara sus ojos y sostuviera con firmeza la mochila que nos llevaríamos, siguiendo mis ordenes solo pensé en aquel lugar al que quería ir y en cuestión de segundos ya nos encontrábamos ahí. El aire fresco de aquel lugar que alguna vez había golpeado mi cara se sentía tan bien para mi, al girar vi que Jace seguía con sus ojos cerrados sin percatarse aún de donde estábamos lo que me hizo sonreír.

—Ya puedes abrirlos—. Le dije mientras acariciaba su rostro.

Con cierta lentitud fue abriendo los ojos hasta poder ver completamente, su asombro fue el mismo que aquella vez en la playa.

—Es hermoso—. Dijo dejando la mochila en el césped.

Al igual que él miré con detalle todo el sitio, desde el cielo anaranjado con morado a punto de oscurecer, los grandes pinos moviéndose y el inmenso lago que abarcaba gran parte del paisaje, como si se tratase de una metáfora estúpida todos mis pensamientos se desvanecieron tan pronto di el primer paso.

—¿En donde estamos Valtiel?—. cuestiono Jace.

—Es un bosque a las orillas de Canadá—. Le respondí.

—¡¿Estamos en Canadá?!—. Exclamó.

—Sí, es un lugar al que sólo había venido una vez pero eso bastó para querer volver—. Comenté.

—No me conviene molestarme contigo, si lo desearas me dejarías aquí—. Se cruzó de brazos.

—No quiero eso, sólo quiero pasar un poco de tiempo contigo a solas—. Me acerqué a él.

Estaba a unos centímetros de él dispuesto a besarlo pero eso fue interrumpido por su celular lo cual me desconcertó un poco.

—Es Cosette—. Musitó después de ver su nombre en la pantalla.

—Te va a preguntar para saber donde estas, le diré después. Este momento es sólo nuestro—. Bajé su celular.

Unos minutos después comenzamos a sacar las cosas de la mochila, la noche se aproximaba y era la mejor parte de aquel lugar pues quería recordar un poco ese sentimiento primerizo que me hizo soltar unas cuantas lágrimas.

—Valtiel ¿Por qué es de noche aquí? —. Preguntó Jace.

—Adelanté el tiempo un poco, la fase lunar aquí es sorprendente. Puedes sentir la luz de la luna arrullandote lentamente—. Solté.

—¿Por qué conoces este lugar Valtiel?—. Dijo dándole un mordisco a si emparedado.

—Fue hace ochenta años, estaba caminando en un atardecer por aquí y decidí quedarme para ver el lago, fue una sensación extraña en ese momento. Silencio, monotonía, todo eso me invadió en esos momento; un poco vulnerable de mis sentimientos lloré sin darme cuenta, mis lágrimas caían en mis manos y no entendía porqué —. Intentaba recordar cada detalle de aquella vez—Minutos después comprendí el motivo de esas lágrimas, la soledad era mi compañera pero al mismo tiempo mi perdición.— Suspire.

— ¿Y como te sientes ahora?—. Preguntó con discreción ya que sabía que algo no estaba bien conmigo.

—Un poco triste de recordar pero feliz por tenerte a mi lado y disfrutar esto—. Le sonreí —Sabes, una pequeña esperanza iluminó ese atardecer y fue una visión que tuve.

—¿Una visión?—. Interrogó Jace con interés.

—Sí y ahora la comprendo, mi visión fue de este día. Reía con una persona que desconocía, yo tenia la misma ropa pero no comprendía de que se trataba pero era contigo Jace—. Lo tomé de la mano.

—¿En serio puedes tener visiones? ¿Eso quiere decir que ya estaba predestinado contigo?—. Cuestionó.

—Sí, es extraño pero creo que ahora todo tiene sentido para mi.

No pude contener las ganas de acercarme a él y darle un abrazo, un abrazo que me hizo ver más allá de mis visiones. Me di cuenta que aquel sueño que había tenido no era más que un deseo que quería resurgir de mi memoria y aunque es un poco rudo de decir, ese deseo era algo egoísta de mi parte.

Aquella noche se quedó navegando en un mar de recuerdos que tiene mi mente sólo con las imágenes de Jace sonriendome, el aroma de los pinos, el sabor dulce de los emparedados, la sensación del viento golpeando mi cara y el sonar de las grillos entre la oscuridad.

En las garras del demonio (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora