Capítulo 45

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Me mantuve estático por unos momentos mirando sus ojos grises como el cielo de una tarde lluviosa en otoño, el sonido del segundero en mi reloj de pared hacía eco por toda la habitación con un incómodo y lento transcurrir. Quería abrazarlo pero me limité solo a sonreírle un poco forzado antes de salir de la habitación; mis mejillas se encontraban cálidas y con un ligero tono rojizo que era visible en mi piel por lo anterior ocurrido. Gran parte de mi cuerpo latía al ritmo de mi corazón y pensaba que se trataba de una taquicardia pasajera pero era obviamente lo contrario, un estúpido pensamiento cruzó mi mente y me hizo esbozar una sonrisa un poco tímida a pesar de que me encontraba solo.

Después de un par de segundos de estar meditando en el pasillo recordé a mí invitado por lo que bajé con prisa hacia el comedor, ahí se hallaba Jason sentado en una silla mientras jugaba con sus pulgares en silencio, al verme su atención se posó solo en mi provocándome algo de nerviosismo.

—Creí que ya no regresarías jajaja—. Comentó con una risa al final que no era más que una estrategia para aligerar su comentario.

—Fui a cerrar mi laptop y a apagar las luces, no me gusta desperdiciar energía—. Le sonreí mientras me dirigía a la alacena. —¿Gustas algo de tomar?—. Pregunté.

—¿Podría ser un café? Es solo que la temperatura bajó un poco—. Noté como experimentaba un escalofrío.

—Claro—. Tomé la tetera con delicadeza para llenarla de agua y ponerla al fuego.

Miraba la tetera en silencio esperando aquel agudo ruido que siempre me gustaba por unos segundos antes de apartarla del fuego, aunque no tuviese poderes como Valtiel sabía lo que Jason estaba haciendo en esos momentos; mirando mi casa con detenimiento y aprovechando que me encontraba de espaldas sin mirarle, yo mismo lo hacía en casas ajenas pero solo para matar un poco el tiempo y mi creciente impaciencia. Al cabo de unos minutos el silbido comenzó a emitirse y fue la señal para colocar el agua hirviendo en las tazas que ya tenían el café soluble y el azúcar previamente agregados.

—Espero te guste, soy bueno haciendo el café—. Tomé la taza para entregársela.

—Gracias, yo soy un poco tonto haciendo cualquier cosa en la cocina. Tengo una tostadora y ni siquiera sé cómo se usa—. Su comentario nos hizo reír a ambos.

—Bueno ¿De qué quieres platicar?—. Por alguna razón mi pregunta regresó el inquietante silencio.

—Hmm... podrías decirme cómo has estado, claro, si gustas—. Tomó un poco de su taza.

Sabía que Jason estaba de alguna manera apenado e inquieto por lo que había pasado días antes en el cine y posteriormente en mi casa cuando él se despertó de su desmayo, tenía los ojos puestos en el interior de la taza y de vez en cuando me miraba sin aguantar siquiera cinco segundos pero finalmente hablé con normalidad.

—Bueno, me ha ido un poco mejor en la escuela, Cosette y yo salimos a un antro con Eva...—. Me detuve y proseguí con otra anécdota.— También soñé el fin de semana extraño, los dientes se me caían y al mirar había un gran charco de agua—.

—Creo recordar que si soñabas eso significaba que alguien que conocías iba a morir, pero son solo cosas que ha dicho la gente por décadas. No creo que sean reales—. Soltó un ligero soplido de incredulidad.

—¿Y tú qué has estado haciendo?—. Pregunté sin curiosa intención.

—Entré a una cafetería como trabajo de medio tiempo, estoy  a unos meses de matricularme de la universidad y quiero hacerlo de la mejor manera—. Sonrió levemente.

—Tus padres deben de estar orgullosos—. Dije dándole un sorbo a mí taza.

Se disipó la tensión, mi comentario había provocado en Jason una pausa perceptible, como si hubiera apretado el botón de reiniciar de algún control. Noté como las pupilas se le habían encogido y la piel se comenzaba a palidecer poco a poco, mi instinto de alerta se activó haciendo levantar de mi asiento para acercarme a él con rapidez.

—Por dios ¿Estas bien Jason?—. Cuestioné apretando sus hombros.

No respondía en absoluto, me comenzaba a poner más angustiante la situación y dudé si debía o no abofetearlo para sacarlo de su trance, levanté la mano con inseguridad y sin mirarle le propine el golpe en su mejilla para ver si había alguna reacción de su parte.

—Jason, Jason, por favor responde—. Lo moví frenéticamente hasta que pudo volver a pestañear.

Unas cuantas gotas se escaparon de sus lagrimales, no sabía si era por el tiempo en el que sus ojos se mantuvieron abiertos o por alguna cosa que estaba pensando. Lentamente giró la mirada hasta encontrarse con mis ojos.

—¿Estas mejor?—. Le dirigí una mirada de preocupación.

—¿Jace? ¿Qué pasó?—. Preguntó confundido.

No comprendí al principio su reacción pero después pensé en aquellos lapsos de ausencia que las personas con grandes traumas tenían, se llamaban lagunas mentales. Volví a mi asiento sin apartar mi mirada de él en caso de que volviese a ocurrir uno de estos episodios.

—¿No lo recuerdas?—. Me mostré curioso.

—No... La verdad no. Había pasado mucho desde que no me pasaba ¿Qué me habías preguntado?—. Arqueó una ceja.

No respondí, tenía miedo de que en caso de volver a preguntar él hiciera algo peor.

—Emmm dije que si gustabas un trozo de pan de elote, mi padre lo hizo ayer—. Me levanté y me dirigí al refrigerador.

—No, dijiste que mis… mis padres estarian orgullosos de mi—. Escuché con una voz temblorosa.

Ahora yo fui el que no respondió, quería fingir demencia y seguir cortando el pan pero volvió a hablar.

— Tenía mucho tiempo en no pensar en mis padres...creo que desde que ellos...—. Se detuvo.

Me giré con cautela y noté que tenía la mirada perdida como antes lo cual me volvió a alertar pero esta vez parpadeaba así que me tranquilice un poco extendiéndole el plato con su rebanada.

—No quiero que hables de algo que no quieres Jason—. Le acaricié la mano.

—Jace ¿Por qué nunca hablas de tu mamá?—. Preguntó sin mirarme.

Aquella pregunta había sido algo aleatoria y formó una ligera expresión de sorpresa en mi.

—Bueno...mi mamá falleció hace varios años. Tenía cáncer—. Dije con ligera tristeza.

—¿Y no te duele?—. Expresó.

—No—. Me vió con asombro.—Al principio fue algo que no podía superar, mi mamá fue un pilar importante en mi vida y me dolió demasiado su partida pero ella me dijo el día en la que la diagnosticaron que no me preocupara, que siguiera con mi vida y lo hiciera por ella y para ver a mi padre feliz—. Le expliqué.

—Por lo menos tienes tu papá—. Soltó un suspiro.

—Sé que no es de mi incumbencia Jason pero tienes que sacar lo que te tiene así, es malo que te lo guardes para siempre—. Argumente.

—Lo sé pero nunca se lo he contado a nadie...—. Bajó la cabeza.

—Te prometo que no se lo diré a nadie—. Le sonreí con amabilidad.

En las garras del demonio (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora