Capítulo 15

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Según Freud, a veces las personas tendemos a protegernos a nosotros mismos con mecanismos de defensa de situaciones aversivas. Y supe que estaba pasando por un mecanismo desde el momento en que comencé a comportarme de manera infantil con Aiden, para así tratar de olvidar lo que había visto en Nébula.

Entonces, mientras lo estoy besando, sé que mi mecanismo de defensa me llevó al límite de todo esto. Sin embargo, no logro separarme ni un centímetro de Aiden. Y por el contrario, enredo mis manos en su cabello y lo acerco más a mí. Aunque él no me esté tocando en lo absoluto, porque tiene sus manos a cada lado de si cuerpo, eso no parece importarme ni un poco.

Sus labios me envuelven en una burbuja de éxtasis; el contacto se siente tan suave y puedo sentirlos tibios. El sabor de la cerveza también se siente en su boca, quitando el rastro de la menta. El beso se siente calmado, pausado, sin ninguna prisa y aunque mi yo racional me diga que debo alejarme, mi yo irracional me grita que me quede un ratito más disfrutando de aquel momento.

"No soy una pecadora, él no era el indicado. No tenía idea de en qué nos convertiríamos. No hay arrepentimientos, solo pensé que era divertido".

Cuando quiero rodear su cuello con mis manos, Aiden las toma y me aparta. Nuestras respiraciones están demasiado agitadas y cuando me fijo en sus ojos, puedo notar que está furioso.

—Súbete al auto, Tessa.

Ordena para después soltar mis manos y montarse al auto. Yo, por mi parte me quedo paralizada en mi lugar sin saber qué hacer. Todo esto es demasiado confuso hasta para mí y cuando me doy cuenta, el arrepentimiento me golpea y me llevo una mano a la frente.

Sí, has metido la pata bien hondo.

Así que recojo todas las latas del suelo y una vez termino rodeo el auto y me monto. Aprieto las latas contra mi cuerpo una vez Aiden pone el auto en marcha.

Deseo decirle que me disculpe, que lo que he hecho está demasiado mal y que siento haber pasado mi especie de despecho con él. Pero la vergüenza me invade y decido callar todo el camino. Mi mirada se queda fija en la ventana y solo escucho a Aiden teclear en su móvil.

Una vez llegamos a mi casa, él da una nueva orden:

—Bájate del auto.

—No, Aiden —me giro para encararlo, un poco enfadada—. Sé que yo cometí un error y te pido disculpas, pero deja de comportarte como un maldito idiota.

—Bájate del auto —repite mientras me mira—. Ahora.

Respiro resignada y me bajo sin siquiera mirarlo o darle las gracias por haberme traído. Una vez pongo mis pies en el suelo y cierro la puerta, él arranca y desaparece en la esquina de la calle. Así que me acerco a la canasta que tiene el símbolo de reciclar y echo las latas de cerveza para después entrar a casa.

Una vez adentro subo con sumo silencio a mi habitación, no sin antes sostenerme del barandal para no caerme y cuando estoy apunto de entrar a mi pequeño dormitorio, la voz de mi madre irrumpe el silencio.

—Fallaste a tu palabra, Tessa —se queja ella a mis espaldas y yo me volteo para darle la cara—. Son las dos y media de la mañana.

—Lo sé y lo siento, mamá.

Ella da un respiro y estira su mano. Sé lo que significa eso, así que pongo mi móvil en su mano. Ella se queda mirando la pantalla.

—Tienes 29 llamadas de Olivia, Izan y un tal Alek —avisa mi madre y me mira con preocupación—. ¿Está todo bien?

—Sí, mama, no te preocupes.

Deposito un beso en su mejilla y le doy un abrazo. El olor de mamá me hace sentir bien conmigo misma. Me despido de ella y entro a mi habitación. Me quito el cárdigan y los botines y me tiro en la cama con el vestido. Coloco las 3 mantas encima de mí y caigo dormida en un profundo sueño. Todo es mejor cuando no tienes pensamientos atormentando tu cabeza antes de dormir.

Ese mismo día en la mañana, me levanto con un dolor de cabeza inaguantable. Me levanto para dirigirme al baño una vez siento el vómito subir por mi garganta y cuando llego allí, me arrodillo en el frío piso y expulso todo en el inodoro. Una vez termino me levanto y me cepillo la boca. Mi garganta arde y me siento un poco débil. Puedo notar mi palidez en el espejo y el desastre en mi cabello y ojos. Así que decido darme una ducha.

Una vez salgo de la ducha fría, me envuelvo en una toalla azul que me queda grande y salgo del baño. Entonces veo a Alek sentado en la orilla de mi cama.

—Aiden y tú deben dejar esa costumbre —protesto—. No pueden seguir entrando así a mi habitación.

—Pérsik...

Alek me mira afligido y mi corazón no puede evitar enternecer. Inhalo y exhalo antes de sentarme a su lado. Pero no puedo mirarlo a la cara por mucho, hasta yo tengo algo de lo que debo sentirme culpable.

—Tomate esto —Alek abre una de mis manos y pone una pastilla—, te servirá para el malestar.

Asiento con mi cabeza y le pido que me alcance el vaso con agua que se encuentra en mi mesa de noche. Siempre tengo un vaso con agua allí. Me tomo la pastilla y dejo el vaso en el piso.

—Soy toda oídos, Alek.

Él respira de manera pesada y su boca se curva en una sonrisa. Entonces me mira y mis piernas se empiezan a sentir endebles. Alek roza con su dedo índice mi mejilla, tomándose desprevenida y parpadeo varias veces antes de alejarme de su caricia.

—Lo siento, Pérsik, sé que te herí y que ni siquiera debes perdonármelo. Pero ya no puedo con esta culpa y quería ser el primero en venir a hablar contigo.

—¿Cómo te sientes? —mi pregunta toma desprevenido a Alek, ya que su confusión se hace notar en su cara.

—¿Sobre qué?

—Ya me pediste disculpas sobre lo que hiciste, pero la verdadera pregunta es... —lo pienso por un rato, pero me animo a culminar—. ¿Te gustó lo que pasó con Olivia?

Mi pregunta lo saca de órbita y abre la boca para decir algo, pero automáticamente la cierra. Se pasa una mano por su cabello, desesperado  y me mira. Puedo ver que esa pregunta es demasiado díficil para él, pero creo saber la respuesta.

—No te mentiré, porque la respuesta es que sí —admite y mi corazón da un pequeño salto—, pero no pasará de ahí. Todo esto no debió pasar.

—¿Por qué se besaron? —inquiero mientras me acomodo mejor en mi puesto.

—Ciara e Izan nos retaron. Dijeron que no fuéramos aguafiestas, que sería divertido, pero Olivia y yo nos negamos. Sin embargo, las personas a nuestro alrededor se dieron cuenta y como si fuera una película, empezaron a gritar: beso, beso.

Se me escapa una pequeña risa. Eso si que era demasiado peliculón. Alek toma una de mis manos y juega con mis dedos. Aquel chico es demasiado guapo y por varios días me hacía sentir demasiado bien para mi gusto. Al principio me pareció de lo más irritante, pero debo admitir que es un irritador muy agradable.

—¿Me perdonas, Pérsik? —es una pregunta demasiado anhelante que me quita el aliento.

—Te perdono, Alek.

Él suelta todo el aire que tenía guardado y me sonríe. Así que se acerca a mí y deposita un beso en mi mejilla.

—Yo también debo pedir disculpas por algo, Alek —él me mira confundido—. Estaba herida y no sé qué ocurrió, entonces terminé besando a Aiden.

Pero Alek no parece para nada sorprendido.

—Lo sé, Aiden me lo contó. Estaba furioso cuando llegó al apartamento. Echaba chispas por todos lados.

—Creo que me odia —bromeo.

—No te odia, aunque si me dijo una vez que le fastidias.

Aquello duele, pero lo oculto. No quiero fastidiarle a Aiden.

—¿Por qué?

—Porque eres demasiado curiosa e inquieta. Le caes así desde que nos descubriste en el bosque.

Él me mira en modo de disculpa. Pude notar el cansancio en su cara, como si no hubiera dormido.

—Yo no tengo la culpa de haberlos pillado en un momento de estupidez —replico con amargura.

Alek ríe y lleva un dedo a su boca para morder la puntita.

—Pero no le prestes atención, eso te hace demasiado adorable —menciona él, con una sonrisa demasiado bonita—. Además, me parece genial que tu mente sea demasiado inquieta.

Quiero chocar mi cabeza con la puerta porque siento que estoy botando la baba ahora mismo. ¿Desde cuando los papeles se habían invertido? Ahora Alek es todo amor y Aiden es todo complicado.

—Ya debo irme, Pérsik —avisa Alek mientras se levanta.

Lleva una pantaloneta negra y una camiseta del mismo color, con una sudadera roja encima. Me pongo de pie y él se acerca a mí.

—Prepárate, porque ahora viene Olivia.

Sonrío y asiento con mi cabeza. Él me regala una última sonrisa antes de salir por la ventana, como todo un delincuente.

Busco algo que ponerme y elijo lo más cómodo posible. Tanto así, que decido ponerme una pijama de pantalón y camisa de tirantes. Una vez estoy vestida me pongo a organizar mi cuarto, pero antes elijo poner música en la portátil, ya que mi madre me castigó quitándome el móvil.

Entro a mi lista de canciones de Spotify y las pongo al azar. Entonces me volteo para alzar los zapatos que tengo regados por el piso y la canción que empieza a sonar me deja estática en mi lugar, con una mano extendida en el aire y mi pulso agitado; la canción que sonaba cuando me besé con Aiden es la que está sonando. Una pequeña y dulce tortura.

Me giro y pongo en pausa la canción. Llevo las dos manos a mi cara y suelto una risa.

—Esta canción será mi tortura en el infierno, ¿si o no, Lucifer?

Cambio de canción y ahora sí organizo todas mis cosas. Empiezo a echar toda la ropa sucia en una canasta para llevarla abajo y ponerla en la lavadora, pero un fuerte ruido que viene de la calle llama mi atención. Me acerco a la portátil y pongo en pausa la canción. Corro las persianas de la ventana para ver qué sucede y se me escapa la risa cuando veo de que trata.

Olivia está con Aiden allí abajo; ella lleva una ukelele y Aiden lleva una maraca en cada mano. Sé que Olivia ha impulsado a Aiden a tal cosa. Los veo discutir porque mi mejor amiga le dice al chico que ni agitar bien las maracas sabe y él solo rueda los ojos para decirle que no lo obligue a hacer eso. Entonces veo al señor Bigotes montando encima del hombro de Olivia como si fuera un loro pirata.

Me pongo unas sandalias y una chaqueta para salir. Mamá está en el primer piso y me mira exigiendo que le explique qué pasa afuera.

—Después te contaré todo, mamá.
Ella asiente con la cabeza y se mete a la cocina. Yo salgo y Olivia al verme empieza a cantar.

—Perdóname, perdóname, perdóname, si hay algo que quiero, eres tú.

Me río ante la locura de esta chica. Olivia era de una personalidad demasiado extrovertida. Ella tiene el poder de convertir una cosa aburrida en algo extraordinario. Yo tengo toda la confianza de poder decir que tengo una de las mejores amigas que una persona pudiera tener; aunque todo esto que está haciendo es para disculparse de algo que se ve como una falla, el hecho de que está aquí disculpándose me hace asegurar lo que pienso.

—Yo la guitarra y él las maracas, para que me puedas perdonar, como cuando teníamos 16.

El cambio de canción me hace reír en una carcajada y me acerco a ella para abrazarla; corresponde mi abrazo y me hace sentir en paz. El señor Bigotes maúlla cuando lo aplasto con mi cuerpo. Alzo mi mirada y Aiden me sonríe. Estoy a un paso de pensar que él es cíclico, esos cambios de humor no son normales.

Me fijo en lo que lleva puesto y está vestido igual que Alek, solo que su sudadera es azul oscuro. Sus mejillas están rosadas por el frío y su cabello está desordenado; algunos mechones castaños caen por si frente, dándole un toque más relajado. Pero mis ojos recaen en su boca y aunque intento apartar la mirada no lo logro. Sus labios están rojos y quisiera tocarlos con mi dedo pulgar para comprobar si están tibios como cuando lo besé.

Agito mi cabeza para borrar aquel pensamiento y le separo de Olivia.

—Perdóname, Tessa. Lo siento un montón. Sé que te herí de la peor forma, porque conozco tus sentimientos por Alek. No le echaré la culpa al alcohol, porque yo pude haber parado pero no lo hice y eso me hace culpable. Solo pido que me disculpes, por favor.

Coloco un mechón de su cabello detrás de su oreja y le sonrío.

—¿No recuerdas? —inquiero. Ella me mira desconcertada—. Primero tú antes que cualquier chico.

—Primero tú antes que cualquier chico —sonríe mientras une su pulgar con el mío.

—Estás loca, todo esto que hiciste es demasiado.

Ella ríe y agarra al señor Bigotes entre sus brazos. El gato se lame la patica.

—Conmigo todo siempre será exagerado —asegura—. Vamos adentro, ¿si?

—Vamos.

—Vamos, Aidi —dice Olivia mientras coge del brazo a Aiden.

Entramos a casa y subimos a mi habitación. Olivia se sorprende cuando encuentra mi cuarto ordenado y se sienta con Aiden en el sofá.

—Ya Alek me contó lo que pasó —comento y me siento en la cama.

—Todos empezaron a decir esas cosas, pero fue Alek el que dio el primer paso. Así que me tomó del rostro y me besó y no hice nada para detenerlo.

Asiento con la cabeza y miro a Aiden. Yo tampoco soy tan inocente. Me aclaro la garganta y exhalo antes de hablar.

—Oli... —la llamo y ella pone su atención en mí—. Yo también debo pedirte disculpas por algo.

—¿Por qué? —pregunta, confundida.

Aiden me mira con detenimiento, esperando ver qué tengo por decir. Se inclina hacía adelante y me alza una ceja. ¡Quiero borrarle esa maldita expresión!

—Por besarme con Aiden —suelto de manera brusca.

Olivia y Aiden me miran sorprendidos; Olivia por lo que acabo de decir y Aiden me imagino que porque creyó que no lo iba a decir. Mi mejor amiga tiene la boca un poco abierta pero se empieza a reír. Me saca de órbita cuando la veo reír y hago una señal con la mano para que me diga qué pasa.

—¿Y te gustó? —indaga ella y yo me atoro en mi propia saliva.

Empiezo a toser hasta ponerme roja y Olivia se acerca a mí para golpearme la espalda. Cuando mi tráquea se calma y el oxígeno vuelve a llenar mis pulmones, miro a Aiden para que diga algo, pero él está súper relajado de la vida. De hecho, también me mira expectante ante la pregunta de Olivia.

Una idea divertida se me cruza por la cabeza y me siento derecha.

—No, Oli, nada qué ver —respondo finalmente—. Aiden besa fatal.

Olivia suelta la risa y Aiden me mira enfadado. Sonrío victoriosa cuando veo que por fin borré esa cara de hostilidad. Pero no me dura mucho cuando noto que él está sonriendo.

—Mira qué extraño, porque si más no recuerdo, tú eras la que me pedía otro beso —replica él y yo abro mis ojos de par en par.

—Mientes —objeto. Ahora si me siento enojada mientras mi pecho sube y baja.

—¿No te acuerdas, Tessa? —inquiere con una fingida inocencia—. Oh, cierto, estabas tan borracha que ya no lo recuerdas.

¿Quiere jugar así? Pues vamos a darle.

—Oh sí, sí, ya recordé —finjo seguirle el hilo—. También acabo de recordar cuando me dijiste que era la primera chica que no salía huyendo por lo mal que besas.

Olivia explota en risas y Aiden se levanta mientras se acerca a mí. Olivia se calla y nos mira con la boca abierta, como aquel meme de Pikachu del 2018. Hasta el señor Bigotes nos mira como si pudiera entender todo.

—Dime en la cara que beso mal —exige Aiden y yo me pongo de pie.

La cercanía ya no me hace valiente. Su aroma me envuelve y me siento atraída; huele a limpio, masculino y menta.

—Tú... —me callo, sin poder decirle nada.

—Iré a traer palomitas —notifica Olivia—. No se vayan a tirar mierda sin mí.

Olivia se baja de la cama y sale corriendo de mi habitación, así que me alejo de Aiden. Él me sigue con la mirada y yo me cruzo de brazos.

—Ahora que estamos solos, quiero preguntarte algo —murmuro y él me mira confundido.

—¿Qué?

—Seré clara y concisa.

—Soy todo oídos —bromea él en una risa amarga.

—¿Estás enamorado de Olivia? —indago, sin rodeos—. Tu comportamiento con Olivia te delata, no trates de negarlo.

Aiden suelta una pequeña risa y se acerca a mí. Yo me ubico a un lado de la puerta y él llega hasta ponerme frente a mí. Sus ojos azules se oscurecen un poco y deseo con muchas ganas apartarle un mechón de su frente o tocar con un dedo aquellos labios. Me rehúso a pensar que aquel chico podría llegarme a gustar en algún momento.

—No estoy enamorado de Olivia —su voz suena fría y cortante—, pero ella me recuerda a una chica que una vez amé.

Es lo último que dice antes de salir de mi habitación, para dejarme con un montón de dudas.

Holaa, Leapers

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Holaa, Leapers

Iba a actualizar capítulo ayer, pero he estado un poco enferma y no había terminado de corregir las faltas ortográficas al capítulo.
¡Pero aquí lo tienen!

Tantas preguntas hay por hacer, pero las dos más importantes podrían ser:

1. ¿Qué carajos en lo que piensa Aiden del beso? Porque se puso bien enojado.
2. ¿Quién es la chica a la que Aiden una vez amó?

Espero les haya gustado el capítulo.

Hasta el próximo capítulo,

Lu💕⚛

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