Capítulo 4

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(***)


Una vez que llegamos al edificio donde viven Alek y Aiden, que es como de unos cinco pisos, mi mejor amiga y yo comenzamos a subir las escaleras rumbo al apartamento de ellos, que según lo que recuerda Olivia que Aiden le dijo, su apartamento se ubica en el cuarto piso.

Cuando vi a Alek parado frente a la casa del chico que acababa de fallecer no se me hizo extraño, tal vez pasaba por ahí y quiso acercarse, pero ¿por qué desapareció de la nada cuando me volteé por menos de un segundo? Un momento estaba ahí sonriéndome y al otro había desaparecido. Así sea un estupidez necesito averiguarlo y tal vez muy dentro de mí, verle de nuevo.

—Necesitamos practicar más actividad física —farfulla Olivia, agitada una vez que hemos llegado al cuarto piso.

—Estoy de acuerdo —respondo mientras me apoyo un momento de espaldas contra la pared.

Olivia pone su dedo índice en el lector de huella que se encuentra al lado de la puerta del apartamento número 49. Hace poco menos de 8 meses, las personas empezaron a reemplazar los timbres por los lectores de huella. Cuando alguien viene a tu casa sólo debe poner su índice en el lector de huella y te llegará la imagen de la persona con sus datos personales a tu móvil, tv o portátil, sea cual sea que estés usando. Fue implementado como medida de seguridad, para que antes de dejar entrar a alguien a tu casa en caso de conocerle, puedas saber si es seguro o no.

La puerta suena y aparece Aiden detrás de ella. Nos invita a seguir un poco extrañado y Olivia parece no notarlo, ya que entra con toda la confianza del mundo.

—¿A qué debemos el placer? —inquiere Aiden muy curioso.

—Hemos venido porque Tessa quiere saber si...

—Si ya tienen algo en mente para la actividad que debemos realizar en parejas —completo rápidamente para evitar que Olivia de que nos eche al agua. Ésta me mira como preguntando qué pasa y le hago un gesto de que se calle.

—Oh, eso —murmura Aiden—. Pues la verdad es que no, bueno, no sé Alek.

—¿Y dónde está él? —le pregunto sin llegar a sonar desesperada.

Él me hace un gesto con la cabeza, señalando hacia la habitación que se encuentra medio abierta. Le doy las gracias y me dirijo a ella, observando todo el lugar como si fuera una inspección.

Abro la puerta con cuidado y cuando estoy completamente adentro veo a Alek sentado en la cama. Éste me mira sonriendo, él siempre está sonriendo, como si no se cansara. Entonces cierro la puerta detrás de mí, porque no quiero que ni Olivia ni Aiden escuchen nuestra conversación y Alek me pone cara de picardía.

Oh por Dios, las hormonas rusas.

—Hola, Pérsik —saluda en un tono bajo, casi inaudible. Y su acento recorre cada parte de mí columna.

Detesto que me diga así y siento que él lo sabe. Así que me siento en una de las sillas que se encuentran al lado de su escritorio y empiezo a hablar.

—¿A dónde fuiste? —digo finalmente, sin rodeos.

Alek sonríe y se acomoda mejor en su puesto.

—Sabía que eras curiosa, pero nunca tanto —replica él.

—Te vi frente a esa casa y entonces me volteé un momento y cuando miré de nuevo hacia la casa ya no estabas.

LEAPERS I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora