Capítulo 28

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Mis pulmones arden mientras me encuentro frente a la puerta de Olivia. Mi cuerpo se siente acalorado y el corazón late un pelín furioso. Pongo el índice en el lector de huella y espero a que Olivia me abra.

Después de que la Hummer se fuera, Ciara siguió con su camino y tuve que esconderme entre la gorra y mi cabello cuando ella pasó por la esquina en la que yo estaba. Fue un momento de adrenalina que casi me hace vomitar, ya que no quería que ella me viera. Ciara por su parte se veía tan campante de la vida, como si ya llevara mucho tiempo haciendo aquellas cosas.

Y ahora mismo pienso en Izan. ¿Qué pensará él cuando le cuente? Sé que eso romperá su corazón. A mi amigo se le nota en los poros el amor que siente por ella y ella le paga de esa forma tan injusta. No entiendo nada ahora mismo. Caigo en cuenta en el hecho de que en realidad, no sabemos muchas cosas de ella. Aunque Izan sí debe hacerlo.

Olivia me abre la puerta y yo entro abruptamente, sin saludar ni pedir permiso. Me siento en unos de los sofás, con el señor Bigotes a mi lado mientras se lame sus patas. El gato alza la vista para mirarme, con la pata en el aire y luego maúlla.

Sí, ese es su modo de saludar.

—¿Qué pasa? Estás pálida —pronuncia mi Olivia sentándose frente a mí. Centra su atención en mi ropa, confundida y pregunta—: ¿A quién le robaste esa ropa?

—Aiden.

Un monosílabo.

Pero montón de sentimientos dentro de mí.

Olivia abre la boca pasmada, sin poder creer lo que acabo de decir. Incluso empieza a pestañear con rapidez, como si estuviera teniendo un tic nervioso. Se lleva las manos a la cara y la mueve en señal de negación, pareciendo decepcionada de mí. Y pues sí, hasta yo estaría decepcionada de que mi mejor amiga no tome en cuenta mis consejos.

—Por lo menos dime que follaste con él —quita las manos de su cara para verme con picardía.

—¡No! —niego automáticamente alzando la voz, mirándola como si estuviera chiflada—. Dios, estás bien loca.

—Ahora entiendo porque los dos se gustan: son igual de aburridos.

Alza los hombros y yo me río. Sin embargo, mi risa se detiene cuando pienso en que no sé si yo podría gustarle a Aiden. Él es tan complicado que me confunde en cantidades monumentales. Pero mientras solo me guste, sé que puedo soportarlo, hasta que su semestre de intercambio termine y todo vuelva a la normalidad.

El objetivo es: no enamorarme de él.

¿Qué tan difícil puede ser?

Pero, ¿podría todo volver a la normalidad una vez ellos se regresen a Estados Unidos? Es probable que no. Nuestras vidas cambiaron desde el momento en que nos topamos con ellos en la cafetería por primera vez. Mientras que antes mi única preocupación era estudiar, ahora mi preocupación se ha convertido en cuidarme para evitar que me asesinen unos leapers cazadores.

—¿Me vas a contar qué pasó? —pregunta Olivia, acomodándose mejor en el sofá.

Doy varias inhalaciones y exhalaciones, entonces le cuento todo con mucho detalle. Recordar aquella pesadilla me pone los pelos de punta y mientras le platico a Olivia todo, noto como mi corazón se agita junto con mis nervios. Debo superar esa pesadilla o terminará convirtiéndose en un miedo patológico que no me gustaría tener.

Olivia grita de emoción cuando le digo que besé a Aiden y responde que los tiempos han cambiado tanto que ahora son las chicas las que besan de primero. Por lo que después añade que se siente orgullosa de mí por levantarme y dejarlo tirado; yo solo niego con la cabeza, pero ella insiste en que sigo comportándome como una gángster.

LEAPERS I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora