LEAPERS I ©

Capítulo 39

La persona se quita la capucha, revelando así su rostro ante mí. Una cara demasiado familiar me deja confundida y ahora él cambia su sonrisa oscura por una burlona. Mi corazón da un respiro porque el peligro ha desaparecido.

—No entiendo por qué Dan te dice killer si estás tan asustada como un indefenso conejo.

Intento levantarme mientras ignoro sus palabras. La rodilla me arde de sobremanera y la sangre no deja de fluir, pero no presto atención al dolor. Froto mi trasero con la palma de mi mano y apago la linterna del móvil porque la luz naranja de las manos del chico frente a mí ilumina la oscuridad del bosque.

—¿Qué haces por aquí, Dhalan?

—Eso mismo me gustaría saber a mí.

—No tengo tiempo para explicaciones—le digo, mirando para todos lados y agudizando mis oídos para lograr escuchar algo aparte de la voz de Dhalan—. Es momento de irme.

—No. Tú vienes conmigo.

Acto seguido, me toma por el brazo y empieza a tirar de mí hacía no sé dónde.

—Suéltame —procuro zafarme de su agarre, un tanto consternada—. ¡Que me sueltes!

Él no pone cuidado a mí petición, solo continúa arrastrándome en una dirección del bosque donde siento que me estoy alejando más de Aiden e Izan. Es demasiado confuso que este chico con el que nunca había cruzado más de dos palabras esté tirando de mí en contra de mi voluntad. Lo único que hago ahora mismo procurar liberarme de él.

—Pierdes el tiempo intentando librarte de mí —gruñe él.

Los crujidos de las ramas rotas suenan a mis pies. El frío se vuelve más intenso a cada segundo que pasa. La luna no se aparece por ningún lado y una fuerte tormenta amenaza con caer.

—¿A dónde mierdas me llevas? —no dejo de forcejear con él, aunque la batalla esté más que perdida—. ¡Suéltame!

—¡¿No te enseñaron a callarte en preescolar?! —grita, mirando al frente mientras camina y me arrastra.

—¡Cómo quieres que me calle si me estás arrastrando en contra de mi voluntad!

Dhalan da la vuelta, quedando frente a mí y sus expresiones son duras; el entrecejo lo tiene fruncido y aprieta su mandíbula ligeramente.

—Solo camina, algo revelador está por suceder.

—¿De qué hablas? —formulo, confundida.

Él vuelve a continuar con su camino, sin soltarme. No responde a mi pregunta, solo permanece en silencio y su mano libre es la que ilumina la oscuridad. Me rindo y dejo simplemente que me lleve a dónde sea que vaya. Es primo de Dan, nada malo podría sucederme.

El sonido de los insectos se une a una sintonía con el ruido que genera mi corazón. La gélida brisa roza mi rodilla herida y quizás eso ha hecho que no sienta ardor. El cielo parece romperse ante un relampago y un fuerte viento frío mueve mi cabello hacía atrás, acariciando mis mejillas y provocando que me dé un escalofrío.

—Ya vamos a llegar, espero estés lista.

—¿Llegar a dónde? —le pregunto, pero no recibo respuesta—. ¿Nunca respondes a ninguna pregunta? —silencio—. De acuerdo, ya entendí.

Dhalan se detiene y me suelta. Gira a verme y la luz de su mano desaparece. Ahora todo queda en total oscuridad, pero mis ojos se adaptan a esta rápidamente. Estoy a punto de abrir la boca para preguntarle a Dhalan sobre por qué se detuvo, pero el crujir de algunas ramas detrás de mí me hace sobresaltar, dando un brinco más cerca de aquel chico. Él en vez de reírse solo rueda los ojos.