Capítulo 37

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Salgo de la cama y me pongo unos zapatos con rapidez, limpiando mis ojos porque las lágrimas nublan mi visión. Aiden continúa hablando con Alek, pero ya no estoy escuchando nada de lo que dice. Suelto un sollozo porque tengo el pecho tan apretujado que respiro con dificultad.

No entiendo el hecho de que Olivia haya salido con Ciara. La misma Olivia me había dicho días antes que ni se me ocurriera estar sola con Ciara y al parecer ella falló a esa regla que impuso. ¿Por qué Olivia estaría con Ciara? Si iban en el auto del señor William, eso quiere decir que Ciara estaba en la casa de Oli.

Una vez Aiden está listo, salimos de la casa por la ventana de mi habitación sin fallar en el intento y nos subimos a la camioneta rumbo al hospital. Él chico a mi lado maneja lo más rápido que puede y aun así, siento que va demasiado lento.

Sin embargo, entre los pensamientos catastróficos no me doy cuenta cuando Aiden se estaciona en el parqueadero del hospital y me obliga a salir del auto. Entramos a la parte de urgencias, buscando a Alek con la mirada y lo encontramos sentado contra la pared en un rincón de la sala de urgencias, con la capucha de su sudadera negra cubriéndole la cabeza. Solo hay tres civiles en la sala aparte de nosotros y dos enfermeras en la recepción.

—Alek, amigo —dice Aiden, poniéndose de cuclillas frente a él—. Ven, vamos a sentarnos.

Alek levanta la mirada y eso rompe aún más mi corazón. Sus bonitos ojos se encuentran aguados y rojos, pero a la vez tan rotos, como si alguien acabara de romper su corazón. Y lo primero que hace cuando se pone de pie es abrazarme, rompiéndose en mi hombro y haciendo que la firmeza de su abrazo quiebre mi alma.

Nunca había visto a Alek de esta forma, tan vulnerable y triste. Él se separa un poco de mí y no puedo evitar pensar en que los sentimientos de este chico son tan reales por Olivia.

Nos sentamos a esperar, con los nervios a flote y quizás, con un mal presentimiento en mi pecho sobre el cual no deseo indagar. Aiden toma una de mis manos y frota mis nudillos, en un intento de darme serenidad.

—¿Los padres de Olivia dónde están? —le pregunta Aiden a Alek.

—Ellos están en la ciudad, pero ya les avise y en estos momentos vienen camino al pueblo —responde él, con la voz apagada.

—Sigo sin entender qué hacía Olivia con Ciara —continua Aiden, dando un leve apretón a mi mano.

Un médico aparece corriendo, llegando hasta una de las enfermeras de recepción y ella señala en nuestro lugar, lo que hace que mi corazón vaya más rápido. Por instinto, me pongo de pie y el médico se posiciona frente a nosotros, limpiando su frente.

—¿Cómo se encuentra Olivia? —le inquiere Alek al médico, también levantándose del asiento.

—La paciente ha sufrido un traumatismo abdominal. Llegó con un vidrio enterrado en el abdomen y aunque estamos intentando sacarlo, este vidrio ha cortado algunos vasos sanguíneos de la paciente, por lo que ha perdido mucha sangre —menciona el médico algo agitado—. Es una operación de gran riesgo y necesitamos sangre A u O negativo de manera urgente.

Mi corazón duele y las lágrimas no cesan. No me imagino perder a Olivia. Ella es mi otra mitad. La otra parte de mí que me hace ver el mundo de una manera distinta. Y no quiero perderla, a ella no soportaría perderla.

—Yo soy O negativo —interviene Alek, quitándose la capucha, pero Aiden lo contradice.

—Alek, tú no pued...

—¡¿Por qué?! ¡Claro que sí puedo!

Aiden le frunce el entrecejo a Alek, lo toma por el brazo y se lo lleva a una esquina de la sala de espera. Alek no puede donarle sangre a Olivia porque él es leaper y como ya lo ha mencionado tantas veces Aiden, es muy peligroso cuando un leaper le dona sangre a un mortal como a ella o yo, ya que al tercer día sucedería algo que no quiero imaginar.

LEAPERS I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora