Capítulo 46

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Abro la puerta del baño y veo a Olivia de pie, mirándome con ansías de una respuesta. Me acerco a ella y me derrumbo en sus brazos, sollozando con fuerza y con la cabeza divagando sobre un montón de cosas. Olivia masajea mi espalda con su mano de arriba abajo, emitiendo un suave "shhh". Mi pecho se mueve exaltado y me cuesta respirar. Todo se ha ido por la borda cuando vi el resultado. Me aparto para enfrentarme a la cruda verdad y en la falta de respiración por mis sollozos lo suelto:

—Salió positivo, Oli.

Olivia entrecierra los ojos por un segundo, negando con la cabeza. La prueba de embarazo tiembla en mis manos y no me atrevo a volver a ver el resultado. Todo mi futuro ha dado un cambio drástico y ni siquiera logro recordar aquella noche con Aiden. Mi mejor amiga, toma una chaqueta que está encima de su cama y se la pone seguido de unos tenis.

—Vamos —dice—. Aiden quiere verte.

Mi corazón se detiene por un milisegundo.

—¿Qué?

Ella bufa.

—Mientras estabas en el baño le comenté todo lo que está sucediendo y después de tratarlo como la mierda que es, él me dijo que te llevara al apartamento.

—Yo...

—Solo vamos.

Me toma por el brazo y me obliga a caminar, no sin antes hacerme guardar la prueba de embarazo en mi mochila. Después de tantos días sin ver y saber de Aiden, mi corazón se siente emocionado por volverlo a ver; a sus ojos, su boca y esa bonita sonrisa. El miedo y la angustia también toman partido en mi sistema. Me aterra pensar en qué será lo que me dirá Aiden y sobre todo: mis padres.

Nos subimos a un taxi y allí, Olivia me ignora mirando por la ventana. La conozco de tal forma para decir que está enojada conmigo; por ser tan tonta y cagarla. Limpio las lagrimas de mis ojos y trato de respirar para mantener la calma. Siempre he querido tener hijos, pero nunca a esta edad tan inmadura de mi vida. El mundo parece asfixiarme en estos momentos en los que no veo salidas por ningún lado.

Llegamos al apartamento y Olivia pone su índice en el lector mientras mueve un pie con impaciencia. En menos de un minuto, mi pecho se contrae al ver de nuevo a Aiden al otro lado de la puerta con su cabello despeinado, unos pantalones vaqueros y una camiseta negra. Las piernas no dudan en temblarme cuando él me mira con aquellos intensos ojos azules.

—La única forma de que te preocupes por ella es diciéndote que la haz dejado embarazada, ¿eh? —escupe Olivia con cierto resentimiento.

—No me apetecen tus sermones en estos momentos —contraataca Aiden, sin dejar de mirarme. Mis nervios están colapsados.

Aiden nos deja pasar al apartamento y cuando estoy a punto de sentarme en el sofá de la sala de estar, él me sujeta por un brazo y niega en mi dirección. La calidez de su mano envía cosquilleos en mi columna.

—Debemos hablar a solas.

Trago saliva.

—De acuerdo.

—No seas imbécil con ella —advierte Olivia en un gruñido.

El chico del cual estoy enamorada, camina delante de mí con dirección a su habitación sin mirarme, ni decir nada. Trago el nudo de mi garganta para evitar por encima de cualquier cosa llorar. Mi mente anhela explicaciones para que los pensamientos dejen de atormentarme sobre el comportamiento de Aiden.

—Hola, pérsik.

Giro mi cabeza y diviso a Alek secando su cabello con una toalla blanca. Lleva un pantalón oscuro y su torso va al desnudo. La sonrisa de su rostro se borra cuando ve que mi estado de ánimo no es el mejor.

LEAPERS I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora