Capítulo 50

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Antes de leer:
no me odien al final del capítulo. Sentí que era lo más adecuado antes de pasar al epílogo.💔

***

—¿Qué haces aquí, Tessa?

Ahora me he puesto el doble de nerviosa. Su rostro refleja la confusión, pero mi corazón está inflado de alegría por verlo; lo siento dar saltos de entusiasmo como un niño cuando va a un parte de diversiones.

—Mi madre me lo contó todo, Aiden y ahora entiendo la razón de que te hayas alejado de mí.

—¿Qué? —emite confundido.

A este punto, mis ganas de abrazarlo pesan tanto que sin perder más tiempo entre los dos, me acerco a él y poniéndome de puntitas rodeo su cuello para abrazarlo. Aiden se tensa de inmediato, así que me pego un poco más a su cuerpo e inspiro el agradable aroma que desprende su camiseta. Lo extrañaba tanto que me duele el pecho. Es increíble como una persona puede hacerte tan vulnerable.

—Mi padre ha perdido el control y ahora sé que es el culpable de que te hayas alejado de mí —susurro contra su pecho.

Él no dice ni una sola palabra. Se remueve inquieto y esto me envía la señal de que me aleje, así que lo hago para darle distancia.

—¿Qué sucede?

No quiero imaginarme lo peor, pero aunque esté tan cerca de mí, me hace sentir una lejanía que no puedo describir y aquello hace que mi corazón se contraiga.

—Me alegra que te hayas enterado de la amenaza que me hizo tu padre, pero...

—¿Pero? —cuestiono en un hilo de voz.

—Pero yo me aleje de ti por cuenta propia —confiesa, tratando de sonar calmado—. No le tengo miedo a tu padre, así que su amenaza es lo que menos me importa. Si me aleje de ti fue porque así lo quise.

—¿Por qué sigues mintiendo, Aiden? —formulo, con el pecho tan pesado que se me dificulta respirar.

—No miento.

—¡Sí lo haces! —grito, enojada—. En el apartamento me dijiste que los días en los que estuve secuestrada sentías que ibas a desfallecer si no me encontrabas.

Él mira hacia un lado, en silencio. Aiden está rompiendo de nuevo mi corazón y creo que podría morir de un infarto por la manera en la que me duele el pecho.

Los científicos dicen que cuando alguien nos lastima, el cerebro envía información a través del nervio vago hasta nuestro corazón y estómago, que nos hacen sentir las sensaciones de vacío en el estómago, incapacidad para respirar y el ritmo cardíaco se vuelve más lento, por lo que interpretamos esa sensación como dolor. Así que ante estos síntomas, ellos recomiendan que podemos tomar analgésicos, pero ahora mismo siento que nada puede hacer que deje de dolerme el pecho.

Estiro mi mano para agarrar la suya y froto sus nudillos, sintiendo la calidez de su piel.

—No rompas mi corazón otra vez, Aiden. Solo tú puedes repararlo o destruirlo, así que solo deja de mentir y dime quieres estar conmigo.

—No puedo decirte eso porque simplemente yo no quiero estar contigo —admite, volviendo a mirarme. Suelto su mano y ahogo un sollozo—. Todo este tiempo estuve jugando contigo, ¿no lo ves?

—Sé que mientes —refuto, negando mientras trato de limpiar las repentinas lagrimas—. Últimamente te gusta mentirme para lastimarme.

—¿Y eso no te dice algo, Tessa?

LEAPERS I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora