Capítulo 18

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—Oh por Dios —exclama Olivia, asombrada mientras determina a Izan.

Mis ojos aún no pueden creer lo que ven. Nunca me imaginé, por nada en el mundo, que Izan fuera un Leaper. Él era la última persona en el planeta al que yo pensaría algo así, por lo que presenciar lo que hizo me ha dejado pasmada.

Izan se suelta a llorar y la luz amarilla de sus manos se apaga. No logro reaccionar, mi estado de shock no me lo permite. Por un momento olvido todo el dolor y solo me dedico a asimilar todo esto, pero no puedo; es demasiado para mí.

Un quejido de dolor me hace reaccionar. Aiden está en el suelo, moviéndose desesperado mientras Ciara intenta ayudarlo. Ella llora, de manera desconsolada y yo no sé qué hacer, no sé a quién ayudar, a quién acercarme, a quién consolar. Es demasiado, todo esto es demasiado.

Ruber está inconsciente en el suelo, ¿o muerto? no lo sé. Alek se levanta y se arrodilla a un lado de Aiden; pone una mano en su pecho y la luz roja que sale de su mano, empieza a cubrir todo el cuerpo de Aiden. Mis ojos están bien abiertos ante lo que hace Alek. Estoy perpleja, sin palabras, sin movimiento.

Davay, Aiden —pronuncia Alek y no logro entender—. Vamos, amigo, vamos.

Aiden deja de moverse y pone una mano encima de la mano de Alek, para después dejar de quejarse. La luz roja desaparece y Alek sonríe. Aquel chico no podía ser más angelical posible, con esa mirada de esperanza puesta en Aiden y ese brillo que lo identifica.

Ciara se levanta y corre a abrazar a Izan; él la recibe muy efusivo sin dejar de llorar. La curiosidad pica a Olivia y se acerca al cuerpo de Ruber. Lo toca con un pie y Ruber no reacciona, así que ella se agacha y pone dos dedos sobre su cuello, midiendo si respiración. Ella me mira alarmada y luego toma una de sus manos y vuelve a medir la respiración en la parte baja.

—Izan, no respira —informa Olivia, aterrorizada—. Oh Dios mío, esto es muy malo.

Me llevo las manos a la cabeza. La migraña empieza a apoderarse de ella y el dolor es insoportable. Izan no deja de llorar y Aiden ya se encuentra sentado junto a Alek. Quiero que esto acabe, deseo solo estar soñando.

En un pestañeo Alek se encuentra al lado de Ruber y mide su respiración. Alza los hombros, sin importancia y entonces lo confirma:

—Ruber está muerto. Tu rayo de luz lo ha matado, Izan.

Su cero empatía y cero tacto me hace enojar. Él se levanta y Olivia hace por mí lo que yo deseo hacer. Empieza a golpearlo en su pecho mientras le grita enfurecida.

—¡Todo esto es culpa de ustedes! ¡Prefirieron quedarse parados como unos putos cobardes en vez de ayudar!

Alek la sujeta de las manos y la mira furioso. La respiración de Olivia se vuelve agitada y no deja de fruncir toda su cara. Los dos se miran fijamente, enojados, sin decir ninguna palabra. Izan ha dejado de llorar y todos nos dedicamos a mirar a aquellos dos en su discusión.

Ty napominayesh' mne yenot —susurra Alek, muy cerca de Olivia—. Lo que quiere decir: me recuerdas a un mapache.

Veo como Olivia traga saliva y Alek curva una sonrisa, pero ella se suelta rudamente de él y lo mira de arriba a abajo.

—Y tú me recuerdas a una gallina. Y eso es mucho, ya que ni a pollito llegas, imbécil.

Alek le sonríe aún más al comentario que acaba de hacerle Olivia. Aiden suelta una pequeña risa y yo no puedo creer que mientras hay un tipo muerto delante de nosotros, aquellos dos se dediquen a discutir.

—Pero que infantil eres, yenot —recalca su acento en la última palabra el ruso. Olivia bufa.

Alek tiene un serio problema con los apodos. Olivia, la yenot y yo, la pérsik. Ella el mapache y yo el melocotón. Pero él era la gallina y eso es aun mas ofensivo.

LEAPERS I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora