Tótem |Múltiples parejas|

Encerrados

Despertó con un terrible dolor de cabeza. Aquel lugar era húmedo, frío y oscuro. Miró alrededor y apenas vio nada, pero aunque no las veía sabía que había algo que le aterraba, paredes. Una sala oscura y cerrada. Sin ventanas. Sus manos empezaron a temblar. Estaba encerrado y su claustrofobia no le dejaba pensar. Debía calmarse. ¿Dónde estaba YoonGi-Hyung?

- Hyung... - Su voz sonó suplicante y sollozante. Pero, ¿cómo iba a responderle? Aún si estuviera consciente, que no lo estaría, no podría escucharle. Tenía que encontrarle, en el estado en el que estaba, si Park se lo hubiera llevado del hospital, como había hecho con él, no podría sobrevivir mucho tiempo. Gateó por toda la habitación. No parecía haber mucho más que piedra húmeda. Así llegó hasta una de las esquinas y tocó el frió metal de una barra. Palpó y halló un camastro maloliente con un colchón roído y desgastado. Su corazón se aceleró aún más al darse cuenta de que YoonGi estaba allí, tumbado en ese horrible lugar. - No... - Mientras sus ojos empezaban a acostumbrarse a la oscuridad, comprobó que tuviera puesta la mascarilla y que estuviera correctamente enchufada a una bombona de oxígeno. Por suerte lo estaba, pero si ocurría algo malo, nadie podría atenderle. Tampoco creía que Park tuviera más bombonas de repuesto para cuando esa se agotase. Tenía que hacer algo y pronto. Entre la oscuridad, encontró la puerta y arremetió contra ella varias veces, pero nada. No se movió ni un milímetro. - ¡Park! - Gritó. - ¡Desgraciado! Sácanos de aquí. - Nadie respondió inicialmente. Tras unos minutos, agotado de aporrear la puerta y gritar hasta que le dolió la garganta, se encogió junto a la camilla en la que yacía su hermano. Sentía que las paredes se le echaban encima, que la oscura estancia se reducía hasta atraparle. Sin poder hacer nada, aterrado por sus antiguos y nuevos miedos, se echó a llorar, impotente y aterrado, mientras sostenía la mano de YoonGi. - ¿Qué puedo hacer, Hyung? Ten...tengo miedo. - Reconoció aún si sabía que no podía oírle.

- Pobre muchachito aislado, solo y asustado. - Se escuchó la asquerosa voz de Park al otro lado de la puerta.

- ¡Park! - Le gritó. - ¡Sácale de aquí! - No rogó por su propia vida, sino por la de YoonGi. - Haz lo que quieras conmigo pero devuélvele al hospital. Morirá aquí.

- ¿Y qué te hace pensar que me importa que muera? - Pronunció. - Me será útil para que JungKook venga hasta aquí rápidamente. Y si no le da tiempo a salvarle a él, aún te tengo a ti. - Rió muy desagradablemente.

- ¡Desgraciado! - Gruñó. - No te saldrás con la tuya. ¿Qué quieres de JungKook?

- Ya os lo he dicho. Sólo quiero que se una a mí, que es dónde le corresponde.

- ¿De qué coño hablas? - Park continuaba riendo y su risa se alejaba volviendo a dejarle solo con la oscuridad, las paredes cerrándose sobre él y con la preocupación de tener a YoonGi en ese lugar y estado.

- No puede ser... - Gimió encogido. No recordaba nada desde que había visto entrar a Park en la habitación del hospital, así que estaba seguro de haber sido hipnotizado por él en ese momento. - Maldita sea...

- Creo que hay algo que debería decirte antes de que veas a YoonGi. - Le dijo NamJoon a YuJin mientras bajaban del coche y se encaminaban hacia el hospital.

- Si vas a decirme que verle en camilla y rodeado de tubos y máquinas puede ser estremecedor para mí, ahórratelo. Aunque los hospitales no sean mi lugar favorito, puedo soportarlo.- Aseguró la mujer. - No sería la primera vez. - Murmuró esas últimas palabras, pero las dijo lo suficiemente alto como para que se escucharan.

- ¿Qué quieres decir? - Preguntó JiMin. - No recuerdo que YoonGi estuviera en el hospital de pequeño.

- Eso es porque tú aún no habías nacido, pero supongo que ni Jin lo recuerda. - Respondió ella. - YoonGi nació prematuro y más pequeño de lo normal. Tuvo que pasar varios meses en la incubadora. Era... - Respiró profundamente, como si intentara que el recuerdo no se volviera en su contra y la hiciera ser o parecer débil. - ...era muy pequeño y frágil. - Susurró.