Deliciosos y angustiosos traumas

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A pesar de lo ansioso y estresado que estaba, NamJoon se esforzó en hacer que Jin disfrutara. Jin le había practicado una delirante felación para relajarle y ahora le tocaba encargarse a él mientras se recuperaba después de haberse corrido en su boca. NamJoon sabía que Jin odiaba que eyacularan sobre él, sólo a él se lo permitía. Decía que con él no lo sentía sucio. Al líder no le extrañaba que pensase así. No después de las veces que había tenido que tener sexo con gente inmunda por llevar dinero a casa para poner comida en la mesa para todos. 

NamJoon habría querido decirle tantas cosas pervertidas a Jin, como hacía cuando eran pareja. Las palabras luchaban por escapar de su boca. "Se bueno con tu Daddy" "¿Te gusta chuparmela, ¿verdad?" "Que ofrecido eres, Jinnie" "Hazlo con más fuerza, mi bebé" "Trágalo todo". Pero ya no podía decir nada de eso. Ya no era su novio. No era correcto, por mucho que él sabía que a Jin le excitaban esas palabras. 

Ahora tenía a Jin tumbado boca arriba en la cama, con las piernas bien abiertas mientras masajeaba su entrada y le dilataba tortuosamente. El mayor jadeaba dulce y sutilmente. Precioso. A Jin le gustaba que la gente fuera delicada con él al principio. Que le mimaran y consintieran. Él había tenido que dedicarse a muchos clientes antes, pero ninguno perdía el tiempo en complacerle a él. El sexo era muy distinto cuando lo practicaba fuera de esas ocasiones, mucho más placentero. Pero cuando había empezado con NamJoon, se había vuelto distinto. Muchísimo más delicioso. 

- Ah... - Suspiró con fuerza. - Nam... Dame algo que morder. - Pidió. - Voy a despertar a los demás.

- Eso sería malo y lo sabes. - Le recordó el líder, aunque él ya lo sabía. Habían entrado a la habitación que tenía puerta sólo con la intención de amortiguar el ruido.

- Tengo muchas ganas de gemir. - Reconoció. NamJoon se tendió sobre él, sin sacar los dedos de su interior, y le besó para callarle. La lengua de NamJoon siempre era bien recibida en la boca de Jin. Se sentía tan hábil y apasionada. Pero NamJoon aún tenía mucho que saborear del cuerpo de su mayor. Retiró los dedos dejando a Jin deseoso y cogió su corbata del suelo, la que había usado como complemento para ir a ver a BigBang. 

- Muerde esto. - Dijo metiéndosela en la boca. Jin la aceptó sin dudar y entonces NamJoon pudo bajar hasta los pezones de Jin. Se retorció cuando los mordió y los lamió. Bajó la mano hasta su propio miembro y empezó a bombearlo para dejarlo bien erecto. Ya había descansado lo suficiente como para poder incrustarse en él. Ante la atenta mirada de un silenciado y hermosísimo pavo real, el búho sabio bajó su boca por todo el pecho de su mayor hasta su ingle. Levantó sus piernas y acercó su rostro a su entrada. Sopló un poco sobre ella y Jin volvió a retorcerse. Entonces lamió y lubricó la entrada con su saliva. Levantó la mirada por un momento y vio como algunas partes de la piel del mayor se volvían verde y azul, brillante y hermoso. Como si las plumas de un pavo real danzaran por su cuerpo excitándole más y más. También observó las lágrimas de placer de Jin escurrir de sus ojos. Le miraban a él, le suplicaban que le tomase ya. NamJoon sabía muy bien que no estaba llorando realmente, que era el éxtasis lo que le tenía así, pero, aún así, era difícil. 

- Hyung... - Pronunció NamJoon. - ¿Estás seguro de que...? - Jin frunció el ceño y sacó la corbata de su boca.

- ¿Por qué te detienes ahora? - Preguntó entre frustrado y demandante. - Házmelo ya. - Pidió ahogado. Ahora que NamJoon y todos sabían lo que había hecho por ellos, pues Jin se lo ocultó por mucho tiempo, se lo agradecían mucho. Pero todos sabían también que, todas esas veces que había tenido que prostituirse por ellos, le habían pasado factura. Además, la naturaleza de su tótem sólo empeoraba las cosas. El pavo real del encanto estaba bastante mal nombrado. Debería ser el pavo real de la atracción. Jin podía atraer a cualquiera y hacerle caer enamorado de él si lo quería, lo que había sido de gran ayuda para ganar dinero y poder mantener a los seis, pero, por soportar todo aquello, Jin terminó transformándose en algo que no era. Su animal guía le daba trabajo, pero sólo le hacía más y más dependiente de aquello que le fustigaba. Los chicos  sentían que le debían mucho y estaban en deuda con él. Esa era una de las razones por las que varios en el clan no le negaba sexo a Jin cuando se lo pedía ahora que había cortado con NamJoon unos meses atrás. Todos sabían de la dolencia de Jin y no se negaban a darle su dosis, no podían, no se sentían con el derecho a hacerlo. Tampoco es como si JIn les obligase o ellos no quisieran hacerlo. El pavo real había encontrado la manera de sobrevivir a todo haciendo exactamente lo que su tótem mejor le permitía. Se hizo adicto a su propio poder.

Tótem  |Múltiples parejas|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora